Vacaciones, buñuelos, natilla y villancicos son el símbolo de la llegada de la Navidad y con ella el análisis del año que transcurre; es triste el resultado, pero se debe reconocer que bajo el actual régimen, Colombia perdió el año. En efecto, los diferentes indicadores muestran cómo el país ha retrocedido en casi todos los frentes y es así como la economía va en picada, la pobreza se incrementa, la seguridad es un espejismo, la violencia volvió a los niveles del siglo XX, la incertidumbre es galopante, la inversión se ralentiza y el empleo disminuye.

Todo ello alimentado por el cinismo del gobernante que parece disfrutar de la mitomanía, por la mentira que fluye a borbotones por parte de sus más cercanos alfiles, por la corrupción vertiginosa que avasalla las arcas del Estado, por la impunidad impetuosa ante los crímenes de lesa humanidad, por el deseo de entregar el país a los grupos al margen de la ley, por la inacción voluntaria o impuesta de quienes deben hacer frente a la violencia, por las normas que aparentemente buscan ampliar la libertad pero que solo siembran la anarquía, como es el caso del gesto del Gobierno al consumo de drogas.

Nunca hay nada perfecto en las diferentes administraciones, pero de la imperfección al desgobierno hay un largo camino; dentro de los principales asesores del actual jefe de Estado hay varias perlas que generan el caos con sus planteamientos, desconcierto con sus respuestas y estupefacción por los embrollos. “A mí no me importa que condenen al Estado”, mencionan algunos medios como palabras del canciller refiriéndose a la posible demanda por los pasaportes y aún sigue en el puesto; este personaje es indigno de su cargo.

El ministro de Justicia recomienda que se consuman las drogas en la casa en lugar de los parques; es aberrante esta declaración, así como el haber derogado el decreto sobre el consumo de las dosis mínimas en los parques, porque de una parte, amarra a la Policía en el cumplimiento de sus funciones y de otra, empodera a los consumidores; sin lugar a duda, esto forma parte de la estrategia del Gobierno para conseguir adeptos y votos con vistas a las elecciones de 2026, para que el desastroso socialismo permanezca en el poder hasta acabar el país. Qué vergüenza de ministro.

La directora del Departamento de Prosperidad Social, cuestionada por el tema de la presunta pérdida de dinero, cuyo monto aún se desconoce, y por el procedimiento fuera de legalidad contra Marelbys Meza, no la hacen merecedora de ocupar un cargo de tanta responsabilidad en el Gobierno. Las desafortunadas declaraciones del ministro de Salud con relación a las vacunas contra el covid y las UCI durante la pandemia, así como las dudas sobre la validez de sus diplomas y su apoyo irrestricto a la pretensión del jefe de Gobierno de introducir reformas a la salud para debilitarla y hacer que el pueblo dependa del Gobierno, hacen que este personaje sea impropio al cargo que ocupa; para ser ministro de Salud no basta tener ideología izquierdista.

Las negociaciones con delincuentes para lograr la paz no significan entregar la soberanía del Estado, ni la de la justicia. El Estado es soberano y la democracia lo ha dotado de los medios para imponerse frente al delito; no es posible que el crimen organizado le imponga condiciones y siga secuestrando, asesinando, reclutando, traficando con drogas y otros crímenes, así como exigiendo que le paguen para seguir manteniendo a sus huestes. Este gobierno pasará a la historia por muchos de sus desaciertos y en particular por la debilidad, que puede ser entendida como complicidad, frente a los grupos al margen de la ley.

Los grupos armados se están reconfigurando y poseen control territorial en varios lugares de la geografía. La falta de acción contundente del Estado les ha permitido fortalecerse. El acordar el retiro de la fuerza pública de El Plateado y las declaraciones del ministro de Defensa de que “El Ejército no tiene por vocación la permanencia en los centros poblados”, no solo demuestra la ignorancia de este personaje en lo que establece la Constitución, sino que confirma una vez más su incompetencia; renuncie, ministro, no les haga más daño a nuestros héroes de la fuerza pública ni al país.

El Gobierno tiene el control de RTVC y ahora está creando el periódico Vida para adoctrinar al pueblo colombiano y engañarlo, dando la vuelta a la realidad histórica; los grupos subversivos han agredido a los colombianos y han sembrado sangre y resentimientos en la población, lo cual nunca será olvidado, a pesar de que la guerra mediática trate de demostrar lo contrario.

Ojalá durante este fin de año pensemos en el futuro del país y en las amargas consecuencias de haber permitido la invasión de la ideología política que hoy nos agobia, pues sin lugar a duda la democracia nos da las herramientas para buscar el cambio.