Además de darles legitimidad y beneficios a los bandidos que tenemos en el interior del país, el presidente Gustavo Petro está utilizando los recursos diplomáticos para otorgarle un aire de legitimidad internacional a la dictadura venezolana. El pasado 25 de abril se instaló en Bogotá la denominada Conferencia Internacional sobre el proceso político en Venezuela, una cumbre convocada por Petro con el supuesto objetivo de desbloquear los diálogos entre la oposición y el oficialismo, estancados desde septiembre del 2021 en Ciudad de México.
Pero la estrategia de Petro no tiene nada de “conferencia internacional” o carácter diplomático. Se trata de una prueba más de que Petro le tiende alfombra roja a Maduro y trabaja de su lado para que se eliminen todas las sanciones impuestas a Venezuela. Petro lo dijo tanto en la instalación de esta cumbre como en su reciente visita a Estados Unidos: su objetivo es lograr que en Venezuela haya “más democracia y cero sanciones”. Este eufemismo se traduce en un trabajo enfocado en eliminar las sanciones impuestas a Maduro y su régimen por la violación sistemática de derechos humanos en territorio venezolano, destrucción de la democracia del vecino país, y persecución y represión a la oposición.
Digo esto porque, precisamente, el punto “más democracia” es el que Nicolás Maduro ha omitido todo el tiempo, evidenciando que la democracia, los derechos humanos y el restablecimiento de los derechos políticos de la oposición no están en su agenda. Justo antes del inicio de la cumbre en Bogotá, Maduro condicionó la reanudación de los diálogos con la oposición en México a básicamente cinco elementos: la suspensión de todo tipo de sanciones económicas; la suspensión de manera inmediata de la investigación que realiza la Corte Penal Internacional (CPI) en su contra por crímenes de lesa humanidad; la libertad inmediata al “diplomático” Álex Saab, extraditado a Estados Unidos por lavado de activos; el desbloqueo de 3.200 millones de dólares de Caracas y la devolución del dinero y oro venezolano que está “ilegalmente” retenido en el extranjero. ¿Alguna otra cosita?
Partiendo de este panorama, es necesario cuestionarse qué tanto se puede negociar con la dictadura venezolana. ¿Por qué Petro trabaja por favorecer a Maduro y a un régimen que, de acuerdo con la Corte Penal Internacional, ha ejecutado un plan sistemático de ataques, encarcelamiento y torturas contra la población civil? Además de destruir toda la institucionalidad venezolana, Maduro es acusado por la Corte por crímenes de lesa humanidad y acusado por Estados Unidos de conspiración para favorecer el narcoterrorismo, conspiración para importar cocaína a ese país y ser el líder del cartel de los Soles, conformado por autoridades venezolanas y guerrilleros de las Farc desde 1999. Es gravísimo lo que esa instancia judicial ha dicho sobre la situación de Venezuela. En el más reciente documento presentado el 30 de marzo por el fiscal Karim Khan de la Corte Penal, se sostiene que miles de opositores fueron perseguidos, arrestados, detenidos y sometidos a actos de violencia como palizas, asfixia, casi ahogamiento, descargas eléctricas y violencia sexual. Somos vecinos de un dictador que ha provocado la migración de millones de venezolanos y ha reprimido y torturado a los que están en su contra.
Dolorosamente, estos son los resultados que dejan 23 años de socialismo chavista en Venezuela, donde, además de la represión, se han hecho todo tipo de esfuerzos por reducir al máximo cualquier espacio democrático. Así como los resultados del chavismo, los resultados de esta cumbre no reflejan ningún avance ni novedad, solicitan que se establezca un cronograma electoral en Venezuela y que se levanten las sanciones. Hay que dejarlo muy claro: el reconocimiento de las violaciones de derechos y el restablecimiento de la democracia no están en la agenda de Maduro.
No sorprende el talante antidemocrático de Gustavo Petro y su canciller, Álvaro Leyva, al considerar que la crisis humanitaria en Venezuela es fruto de las sanciones económicas. La crisis humanitaria, la migración desbordada, la hiperinflación, la pobreza extrema, la falta de medicamentos, las dificultades para tener abastecimiento de electricidad, la destrucción de las instituciones y la corrupción presente en todo el andamiaje estatal es responsabilidad del régimen de Maduro y sus criminales aliados.
Ante este escenario, me uno al llamado y advertencia de diez expresidentes latinoamericanos que manifestaron el riesgo de que esta cumbre se convierta en una validación de los intereses de la dictadura venezolana, que se ha hecho millonaria por la corrupción y sus nexos con el narcotráfico mientras la población venezolana huye por la miseria y el hambre. En Colombia, históricamente hemos defendido las instituciones interamericanas y los principios sólidos de la democracia. Ahora con Petro se valida un régimen como el de Nicolás Maduro, que solo ha producido hambre, miseria y desesperanza en su población.