No me vengan ahora con el cuento de que esto es producto de la babosa polarización; embeleco al que nos acostumbraron las élites porque no les gusta la controversia y que la sociedad se cuestione. No. Preguntar y debatir es vital para cualquier democracia y mucho más sobre una democracia como la colombiana plagada de defectos estructurales, excluyente y administrada por corruptos en todas sus instituciones, incluidos el Ejército y la Policía. Que no se pueda ejercer el control político en el Congreso eso ya es la tapa de la olla. Resulta que el senador Roy Barreras, juicioso parlamentario, decidió destapar la desidia, ocultamiento e irresponsabilidad del Ejército en una acción militar en la que murieron, producto de un bombardeo, cerca de ocho niños y adolescentes. Con pruebas en la mano le contó al país, es decir a todos los colombianos, de un hecho aberrante que inocentes la mayoría aceptamos como un ataque normal a un grupo ilegal. Más allá de si los muchachos se encontraban o no en el campamento del grupo ilegal o hacían parte de esa organización, lo cierto es que el senador Barreras demostró que las falencias de la multimillonaria inteligencia militar no les permitieron identificar que en el lugar había menores, de lo contrario la estrategia para el operativo hubiera sido otra. Para el senador Barreras, además de la muerte de los jóvenes, un hecho grave y contundente que a la final terminó tumbando al ministro de Defensa Botero, fue el ocultamiento de la información. Este hecho provocó la moción de censura no solo al ministro, sino al gobierno del presidente Duque que, al parecer, tampoco sabía. Aquí fue Troya, después de las denuncias, repito, bien sustentadas por el senador del Partido de la U, este terminó amenazado de muerte y tuvo que sacar a sus hijos del país. El baboso del Almagro y los burócratas del llamado Grupo de Lima, callados; mutis por el foro. Un segundo episodio fue el descarado irrespeto de un periodista de Blu Radio criticando al reportero de del diario La Libertad de Barranquilla porque le hizo la pregunta que había que hacerle al presidente Duque, sobre los bombardeos en que murieron ocho menores de edad. No había escuchado insolencia más elocuente: con qué autoridad un periodista critica a otro periodista por preguntar; apague y vámonos. Pero más sorprendente aún es que el director de dicho medio, que no hace otra cosa que preguntar, en lugar de matizar la crítica la respaldó y se fue contra el reportero a quien revictimizó por denunciar en las redes el maltrato de que fue objeto por los escoltas del presidente por ejercer su derecho a preguntar: “Desde Palacio de Nariño me dicen que el presidente no escuchó la pregunta y por eso respondió: ´De qué me hablas, viejo´”. Y para salvar la clara displicencia con que el mandatario le respondió al periodista, lo justificó: “Es evidente que había mucho ruido y es seguro que el presidente no escuchó”. Ese es el periodismo que hoy se hace en Colombia; periodismo desde la “mesa de trabajo”. Yo le recomendaría al periodista Morales que cada que abra la boca para hablar de asuntos del Gobierno, aclare que él es cuñado de Duque: es un gesto de honestidad consigo mismo, con sus oyentes y el periodismo. A propósito de los hechos y revelaciones anteriormente relatados; critica el periodista Félix de Bedout, el olfato de los medios de comunicación y se lamenta porque los periodistas se dejaron “chiviar” del senador Roy Barreras; sinceramente le diría que ese no es el problema; que lo grave del asunto reside en la pusilanimidad con que el periodismo contribuyó a naturalizar la violencia de Estado en Colombia durante el conflicto armado interno; nunca la miró con ojos críticos y simplemente los medios y periodistas, en muchos casos, se limitaron al parte oficial. @jaitrotevi