En las últimas semanas ocurrieron dos hechos que los colombianos no podemos dejar pasar desapercibidos, referentes a una institución que tiene más de 130 años al servicio del país y ha trabajado incansablemente por sostener la democracia y en la lucha contra la criminalidad: La Policía Nacional
La primera, y más dura, fue la decisión de retirar a más de 20 de sus más destacados generales que, durante los últimos años, encabezaron los golpes más contundentes contra la delincuencia organizada en Colombia. Sin su liderazgo, no se habrían gestado las más grandez hazañas militares de la historia del país, como la captura del Clan del Golfo, alias Otoniel, y la captura o dada de baja de alrededor de 100 cabecillas de las mayores organizaciones delincuenciales que operan en el territorio colombiano.
Estos héroes de la patria fueron relevados de sus puestos, hecho que genera, no solamente una disminución significativa en la moral de nuestros polícias, sino en la de todos los colombianos. Están echando al traste el sacrificio y trabajo desinteresado de nuestros policías por mantener en pie a un pais colmado de homicidios, hurtos, extorsiones y narcotráfico, situaciones que seguramente empeorarán con las directrices impartidas a los nuevos generales de nuestra gloriosa Policía Nacional.
Y, basados en esto, el segundo hecho que ocurrió hace poco, fue el mensaje que tuiteó uno de los mayores alfiles del gobierno de Petro, Armando Benedetti, en el que mencionaba, literalmente: ¨Veo ministras y ministros muy nuevones haciendo unos videos muertos de la risa. De qué se ríen si el país está mal, parecen una brigada de boyscouts o brigada de recreacionistas¨
Lo más impactante es que lo dicho por Benedetti, pareciera cotejarse a la perfección con las instrucciones de Gustavo Petro al nuevo Director General de la Policía Nacional Sanabria Cely cuando le dijo ¨No más el número de bajas o muertos, sino un aumento de la vida¨ y en el que agregó que ¨la Policía Nacional no está para perseguir jóvenes o tumbarle una carreta a un vendedor ambulante¨. Estas nuevas órdenes del comandante general de las fuerzas armadas, el presidente de la República, a su Director General de la Policía, parecen más a unas órdenes impartidas a un grupo de boy scouts que, de acuerdo a sus actividades, se encaminan más a cuestiones sociales, actividades comunitarias y los que tienen, como algunas de sus funciones principales: 1) Ser útiles y ayudar a los demás 2) Ser amigo de todos 3) ser un amigo útil.
Estas funciones están lejísimos de ser las de una Policía Nacional que tiene como objetivos principales respetar y hacer respetar los derechos y las libertades, cumplir y hacer cumplir la Constitución, las leyes y las normas preservar el orden, preservar situaciones y comportamientos que ponen el riesgo y la convivencia y la lucha incansable contra la delincuencia urbana y rural, que de dar un paso atrás, se puede incrementar aún más.
En el mundo ideal por supuesto que nos gustaría tener una policía cívica más parecida a uno grupo de scouts como pretende, de muy buena fe, el señor presidente; sin embargo, aquí, esto es un sueño cuando tenemos un 56% del país que se siente inseguro y cuando somos el segundo país del mundo con mayor afectación de la criminalidad, en todas sus matices.
Estoy de acuerdo con los ejemplos que pone el señor presidente, como a los venteros ambulantes y su absurda persecución, este tema debe ser tratado de una manera más cívica; pero esto no es ápice para que toda la Policía se encargue de este tipo de cuestiones, sino que se debe formar una comitiva que se encargue de funciones más especìficas de la comunidad, funciones más preventivas y cívicas como lo hacen, ejemplarmente, los grupos de scouts.
Intentar acabar con una Policía que ha luchado, que ha visto morir a centenares de sus hombres y mujeres, y que se ha preparado para luchar contra la delincuencia, para pensar en utopías de paz absoluta en un contexto como el nuestro, sería el mayor error que podríamos cometer a lo largo de toda nuestra vida republicana.
Este, sencillamente, no es el momento de hacerlo. Les pondríamos a los delincuentes el país en bandeja de plata y les permitiríamos seguir aumentando su pie de fuerza y su presencia en más territorios del país.