En Colombia, al igual que en la mayoría de los países del mundo, el 1 de mayo ha sido un día tradicionalmente respetado como el Día de los Trabajadores. Esta fecha tiene sus raíces en la conmemoración de la represión sangrienta sufrida por los obreros de la fábrica McCormick, en la ciudad de Chicago, durante varios días de abril y mayo de 1886. Los trabajadores enfrentaban jornadas laborales de más de 18 horas y comenzaron a movilizarse en protesta con el objetivo de reducirlas a 8 horas diarias.
No obstante, parece que el gobierno actual, liderado por el presidente Gustavo Petro, está respondiendo al efecto producido por la masiva manifestación de la sociedad civil el pasado 21 de abril. En esta manifestación histórica, los colombianos expresaron su rechazo a la forma en que el líder del Gobierno está llevando al país a perder lo más sagrado de una democracia: el derecho a la propiedad y su institucionalidad.
Es importante recordar que este proceso comenzó en las primeras semanas de su gobierno, con las famosas invasiones de tierras por parte de organizaciones afines al Gobierno. Estas acciones se justificaron con el argumento de que el presidente, durante la campaña, había prometido una reforma agraria para redistribuir las tierras entre los campesinos. Sin embargo, la estrategia del Gobierno no se detuvo ahí, sino que continuó con intervenciones como la expropiación de las EPS y las cajas de compensación, generando una política de estatización gubernamental similar a la que se ha visto en países como Venezuela, Cuba, Argentina y Nicaragua, entre otros.
La marcha de la sociedad civil fue un golpe contundente para el presidente y su gobierno, evidenciando la disminuida capacidad de convocatoria que poseen en la actualidad, en comparación con la que tenían al inicio de su mandato. Ante esta situación, la única alternativa que le quedó al presidente fue reaccionar de manera primaria y pasional, como suele hacer cuando las circunstancias no se alinean con sus deseos. Utilizando su cuenta oficial, expresó su desahogo después de la masiva manifestación del 21 de abril, manifestando: “Le solicitaré este 1 de mayo a los trabajadores y trabajadoras que me permitan hablar en su tribuna de la plaza de Bolívar. Iré como antes, caminando, espero que me acompañen en todo el país, será un caminar por la dignidad laboral”.
Sin embargo, es importante señalar que no se trata de un problema relacionado únicamente con la dignidad laboral, sino más bien con la falta de confianza que la mayoría de los colombianos tienen en él y su gobierno en la actualidad. El intento del presidente de utilizar la marcha de los trabajadores para su beneficio está generando serios problemas, incluso con organizaciones sindicales como la CGT, una de las más grandes, que en un comunicado de prensa expresó su descontento.
En dicho comunicado, la CGT hizo un llamado al presidente para que reconozca el descontento expresado en la manifestación del 21 de abril y busque soluciones mediante el diálogo y el consenso, en lugar de intentar descalificar la protesta y enfrentarla con la manifestación del primero de mayo.
Queda evidente que el presidente de Colombia ha adoptado una postura monárquica, sin mostrar disposición para dialogar con los trabajadores, quienes también han sido gravemente afectados por las decisiones de este gobierno. Han sido engañados y utilizados por un gobierno que prometía beneficiarlos con políticas sociales, pero que ha actuado de manera contraria. Incluso ha usurpado el día tradicional de los trabajadores, dejándolos en una posición desfavorable. La capacidad de convocatoria del Gobierno actual es mínima, en comparación con la que tenía durante la campaña, lo que le permitió llegar a la Presidencia.
Las consecuencias de la decisión del Gobierno de cooptar las marchas de los trabajadores el 1 de mayo, para contrarrestar el desprestigio evidenciado el pasado 21 de abril, cuando la sociedad civil rechazó al gobierno del cambio, recaerán principalmente sobre los líderes sindicales que permitieron esta apropiación con fines políticos. Esta acción llevará a cuestionar la legitimidad de estos líderes por parte de los afiliados y la comunidad en general. Al permitir que el presidente Petro y su gobierno manipularan la organización sindical para sus propios fines políticos, se incrementará la desconfianza generalizada en el Gobierno y arrastrará a las organizaciones sindicales, perjudicando a la mayoría de los trabajadores sindicalizados.
A partir de hoy, con la utilización de las marchas de los obreros en su día tradicional, se producirá un efecto contrario a lo expresado por los aliados del presidente tras la marcha del 21 de abril. Laura Sarabia y el ministro Velasco manifestaron su disposición a escuchar el clamor popular, sin embargo, la polarización se volverá más radical.
Es probable que hoy el presidente vuelva a utilizar la tribuna que solicitó en la Plaza de Bolívar para seguir intentando desviar la atención de los escándalos de corrupción y la ineficacia de su gobierno, que ha llevado al país a una situación de desorden. Sus políticas de expropiación continúan arrebatando los derechos de propiedad de los colombianos, mientras sigue el modelo impuesto por el Foro de São Paulo, alineándose con países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Estoy seguro de que las marchas que ha usurpado a los trabajadores no serán tan masivas como él espera. Por el contrario, las consecuencias serán adversas para el Gobierno y, desafortunadamente, también para las organizaciones de trabajadores, que serán las mayores perdedoras en este día.