Hacen falta las novelas del género policiaco con personajes como el enigmático Sherlok Holmes de Arthur Conan Doyle; Charlie Chan,? el agudo jefe de policía de Honolulu, creado por Earl Derr Biggers y el deductivo Hércules Poirot, de la famosa Agatha Christie, que hacían las delicias de millones de lectores que ansiosamente esperaban la siguiente entrega. Ahora los celulares inteligentes, las grabaciones, los “hackers” y algunas series de televisión han hecho decaer las novelas policiacas. Los delitos se investigan públicamente y se siguen minuto a minuto a base de filtraciones y a través de la radio y la televisión, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional. Cada uno decide cuál es culpable, mientras que cotidianamente van apareciendo, nuevos hechos en grabaciones y videos, como capítulos de la exitosa película “La vida de los otros” que describía el espionaje de los servicios secretos de Alemania Oriental durante la guerra fría. La atención se centra ahora en Buenos Aires, no ya por el frustrado partido River-Boca, ni siquiera por las decisiones del Grupo de los 20, sino por las actividades del príncipe saudí Mohamed-bin-Salman, de 33 años, señalado como ordenador del atroz asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Estambul, que estremeció al mundo. El presidente Trump ha preferido cerrar los ojos ante semejante hecho, para no malquistarse con Arabia Saudita gran socio militar, económico y político de los Estados Unidos en el medio oriente. Otros países han seguido la misma línea. Esa actitud se ha repetido con frecuencia cuando están en juego los intereses de grandes estados. Entre muchos casos, vale recordar que en 1956 el “Generalísimo” Trujillo, en ese entonces puntal de los Estados Unidos en el Caribe, mandó a secuestrar al periodista español Jesús Galindez, acérrimo crítico del dictador, en la quinta avenida de New York. Fue llevado en un vuelo privado a Ciudad Trujillo, hoy Santo Domingo, en donde “El Benefactor” como se denominaba a Trujillo, ordenó su asesinato. Curiosamente el piloto del avión “se suicidó” poco tiempo después. Washington no hizo mayor comentario. Trujillo había recibido el año anterior la visita del vicepresidente Nixon. Ahora, no obstante la existencia de la Corte Penal Internacional y de la multiplicidad de organizaciones de derechos humanos, se ignoran frecuentemente delitos de lesa humanidad, mientras que los autores están convencidos que esas instancias no son para ellos. Después de la reunión del Grupo de los 20 el príncipe coronado, que seguramente ordenará ejecutar a cuatro pelagatos para liquidar el caso del periodista Khashoggi, seguirá asistiendo a reuniones internacionales y dialogando con jefes de estado sobre compras de armas, asuntos petroleros y la situación del medio oriente. Vale la pena recordar los versos satíricos de “gran actualidad” de Francisco de Quevedo, escritos hace cerca de 500 años: “Poderoso caballero es don Dinero”. Seguramente los tienen enmarcados, entre otros, Mohamed-bin-Salman en su palacio y Odebrecht en su sede principal... (*) Profesor de la facultad de relaciones internacionales de la universidad del Rosario