En el debate presidencial desarrollado en la Feria del Libro de Bogotá (FilBo) se comentó sobre la posibilidad de gravar con IVA los libros, planteamiento que abre una discusión respecto a la importancia de este sector para el país. La industria editorial ha desempeñado un rol clave en el fomento a la lectura en Colombia, un país donde el promedio de personas lee apenas 2,7 libros al año, mientras en España se leen diez y en Argentina y Chile, cinco. Ahora bien, hemos avanzado, ya que hace 20 años el promedio nacional era menor a uno.
Veníamos creciendo en la compra de libros, sin embargo, la pandemia llegó a golpear fuertemente a la industria editorial. Según la Cámara Colombiana del Libro (CCL), la venta de libros en Colombia pasó de crecer 4,7 % en 2019, a decrecer 16,1 % en 2020. Y si bien en este periodo aumentó la compra de libros digitales, el total de libros comprados (incluyendo los digitales) se redujo. Datos de la CCL muestran que las ventas pasaron de 798.9 mil millones de pesos en 2019 a 670.4 mil millones de pesos en 2020, por lo que tenemos un panorama difícil.
Lo anterior se suma a que los costos de producción de libros aumentaron en el periodo de pandemia, debido a la escasez de papel y al cierre de empresas en que se hacen los libros, como lo refirió Claudia Morales, directora de la Feria del Libro de Pereira, en el debate presidencial de la FilBo. Morales recalcó la fragilidad del sector y las implicaciones de gravar los libros con IVA, especialmente si se entiende el libro como un elemento de la canasta familiar, en que cada año se deben comprar dentro de la lista de útiles escolares. Gravar con IVA los libros podría generarles dificultades tanto a las editoriales, como a los hogares.
Esto con un factor adicional que tiene que ver con las condiciones habilitantes de cada región. En determinadas zonas del país no hay acceso a libros, y tampoco se cuenta con una conexión digital sólida que permita utilizar un computador o un celular para leer. Es por estas razones que el Gobierno, las empresas, la academia y la sociedad civil deberían adelantar de manera unificada estrategias que generen una cultura lectora.
A propósito de lectura y escritura, la filóloga y escritora española Irene Vallejo nos dice en su reconocido libro El infinito en un junco que: “Leer es escuchar música hecha palabra. Es cercanía y extrañeza. Es a veces hablar con los muertos para sentirnos más vivos. Es un viaje inmóvil. Es una maravilla cotidiana. En este tiempo de reclusión, hemos comprobado que los libros amansan la ansiedad y nos regalan lejanías”.
La lectura y escritura han sido fundamentales para el pensamiento del ser humano, aquello que nos distingue como especie. En su relación directa con la educación, se conforman como un motor de crecimiento que enriquece la ciencia y la cultura, es una garantía de derechos y un fin en sí mismo para continuar con nuestra evolución. Por estas razones, debemos buscar un acuerdo nacional para fomentar la lectura y promover la industria editorial.