Millones de compatriotas ya empiezan a sufrir las consecuencias del descontrol en nuestro sistema de salud. Por esa sencilla razón, en las últimas encuestas, la salud pasó a ser el problema que hoy más preocupa a los colombianos, por encima de otros tan graves como la inseguridad y el desempleo.
Es posible que algún día generaciones futuras denominen el periodo que actualmente vivimos en Colombia como una nueva patria boba. Afirmación que sería anecdótica de no ser por las consecuencias que representarán sobre la vida de todos los colombianos.
En estas épocas de la posverdad, la política se hace desde los efectos y la verdad no es importante. Los réditos de jugar con los indicadores -y manipularlos abiertamente- son inmediatos y contundentes porque la información fluye lentamente frente a las evidencias. Las correcciones siempre son tardías y suelen quedar relegadas a las últimas páginas de los periódicos o al relleno de los noticieros.
Sin embargo, aún en estos tiempos en que las reformas se venden con fotografías de hospitales derruidos de países que han desgraciado sus sistemas de salud, es necesario dejar constancia, aunque sea para que las siguientes generaciones no agreguen la palabra ignorante al de segunda patria boba.
Para justificar la reforma de nuestro sistema de salud, el argumento que más se utilizó, tanto desde el más alto gobierno como hasta el último de sus poderosos e incontables bodegueros, ha sido el supuesto crecimiento en la mortalidad evitable que ha generado el actual y casi destruido sistema de salud.
Pues resulta que la Organización Panamericana de la Salud (OPS), una de las entidades que supuestamente ha avalado la reforma a la salud del Gobierno, publicó esta semana un informe contundente sobre la mortalidad evitable en las Américas. Este demuele la principal, y casi única, argumentación técnica del Gobierno para destruir el sistema: la mortalidad evitable.
¿Qué es la mortalidad evitable? Es la proporción del total de muertes que un país registra a lo largo de un año y que podría haberse evitado con el acceso a servicio y tecnologías que previnieran la muerte. Son aquellas muertes prematuras y evitables. Algunas son altamente prevenibles, por ejemplo, el sarampión mediante la vacunación, y otras no son fáciles de prevenir, pero se pueden evitar con mayor acceso al diagnóstico, tratamiento y que son tratables.
Según el informe de la OPS, de los 7,16 millones de muertes que ocurrieron en 2019, antes de la pandemia, en todos los países de las Américas, el 35,2 % podría haberse evitado -41 % de las muertes en hombres y 29 % en las presentadas en mujeres-.
Lo más impresionante es que el número de muertes evitables ha venido creciendo en la región. En el 2000, las muertes evitables sumaron 2,22 millones, mientras que en 2019 sumaron 2,52 millones. De los 32 países que hacen parte de la OPS, solamente seis disminuyeron las muertes evitables, y adivinen, Colombia se encuentra entre ellos. Pero más aún, de los países de mediano y alto desarrollo, Colombia y Argentina fueron las únicas naciones grandes que fueron capaces de reducir las muertes evitables.
Si se quieren más argumentos, Colombia presentó el mayor cambio porcentual promedio en mortalidad evitable entre todos los 32 países, entre 2010 y 2019, con una reducción significativa del 3,2 %, considerándose la mayor en todo el continente. La porción tratada de la mortalidad evitable colombiana ya es muy similar a la de Norteamérica.
¿Qué permitió que Colombia haya avanzado tanto en la protección de la salud de su población? La respuesta está seguramente en el mejoramiento de sus condiciones de vida, en muchas acciones de salud pública, pero una parte muy importante radica en el acceso a los tratamientos que ha permitido el modelo de aseguramiento que quieren destruir a toda costa y ahora con la anuencia cómplice de algunas EPS.
La patria boba terminó expresando la falla de un recién creado Estado que colapsó bajo la incoherencia de sus gobernantes. Pueda ser que evitemos que, a partir de este 20 de julio, las futuras generaciones midan las consecuencias de las decisiones del Congreso de la República, en crecimientos inusitados de la mortalidad evitable y la explosión del gasto de bolsillo en salud, todo esto a costa de los colombianos.
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