Que Petro sea, probablemente, un caballo de Troya de las potencias del mundo parecen pensar muchos en la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (Otca) reunida el 8 y 9 de agosto de 2023 en Belém do Pará.

Lo explico: la Otca, constituida por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, integra a los países que comparten la región del Amazonas, es la cuenca más grande del mundo con un promedio de 230.000 m3 de agua por segundo y cerca del 20 por ciento del agua dulce en superficie (Cepal).

La geografía amazónica es de 7,5 millones de km2, en la que Brasil tiene 64 por ciento, Perú el 10, Colombia un 6,7, Venezuela con 6,3, Bolivia el 5,3 y Ecuador, Guyana, Surinam y Francia (Guayana Francesa) en cantidades menores (https://comunidadplanetaazul.com/). Es un pulmón del planeta; regula los ciclos de CO2; surte 75 por ciento del agua de Suramérica y es de los ecosistemas con mayor biodiversidad, “hogar de 10 % de todas las especies de animales y plantas”, dice Lula.

Los ocho países, incluida la colonia francesa, suscribieron este Tratado en julio/1978 para promover acciones conjuntas orientadas a preservar el medio ambiente y fomentar el desarrollo sostenible en especial por las riquezas naturales, animales, minerales, como cobre, manganeso, titanio, oro, diamantes, entre los principales, acuíferas y vegetales, potenciales fuentes de lucro para sus economías. Riquezas apetecidas también por corporaciones transnacionales, como bienes primos para distintas actividades industriales.

Aquí surge la discusión. ¿Es Amazonas patrimonio de estos ocho países, y de cada cual, en su porción de manera soberana, o es un bien internacional? Se viene afirmando lo segundo tras la crisis climática y un eventual no retorno, hacia la extinción de la especie, en tanto avanza la deforestación en este de los principales sumideros de carbono del globo, de la que se dice llega al 17 por ciento de la superficie original.

¿Quiénes abogan para que sea territorio internacional? “Trabajaremos juntos, no solo a nivel bilateral, sino a nivel mundial, para llevar a todos a la mesa de negociaciones” y “ningún país puede cambiar las cosas solo”, dijo John Kerry, enviado especial para el clima de Estados Unidos hace cinco meses en Brasilia, en tanto anunció miles de millones de dólares a futuro para el Fondo Amazonia que tienen Noruega y Alemania (https://www.france24.com/).

Al Gore, gurú del complejo ecológico-industrial estadounidense, en 1989 como vicepresidente de Estados Unidos, afirmó: “Contrario de lo que piensan los brasileños, la Amazonía no les pertenece a ellos sino a todos nosotros”, ese “internacionalizar el gran bioma” fue reforzado por Emanuel Macron en 2019 al pedir “estatus internacional” para esta región y bajo la amenaza de que “se impondría si un Estado soberano tomase medidas concretas que claramente se opusieran al interés del planeta” (ver en https://misionverdad.com/). ¿Invadirla acaso?

El debate –que lleva años– indujo a la reunión de la Otca a no aceptar las propuestas de Gustavo Petro, en la línea de Francia y Estados Unidos, como “crear una Otan amazónica; un tribunal de justicia amazónico internacional y un centro de investigación”, lo cual, como miembro especial de la Otan, es visto como un caballo de Troya de las potencias. Sigue viva la controvertible propuesta de deuda por acción, criticada por varias voces y organizaciones por “falta de transparencia” y de “riesgo inmenso para las regiones naturales” (Vargas Y., 30/4/23).

Frustración personal para Petro fue el rechazo a suspender la exploración y explotación de hidrocarburos en la zona, “es la última frontera de petróleo y gas antes de la consolidación de transición energética”, dijo Alexandre Silveira, ministro de Minas y Energía de Brasil, sobre los proyectos de Petrobras “en la cuenca marina situada frente a la desembocadura del Amazonas”. Igual con Guyana y Surinam, que descubrieron ahí reservas por 13.000 millones de barriles de crudo, claves para el crecimiento económico. Petro lo tildó de “negacionismo progresista” (https://www.swissinfo.ch/ 8/8/23).

La derrota a la prédica petrista, que invocó las armas “para salvar la vida”, a la “otanización”, fue más contundente. La Otca declaró acciones conjuntas para el desarrollo sostenible, pero dentro de la libre determinación de los pueblos y la soberanía territorial, así como el Panel Científico limitado al ámbito propio; instó a los países desarrollados al apoyo adecuado y a financiar programas nacionales y reafirmó la igualdad de Estados y el respeto a la soberanía sobre los territorios.

Así, el mensaje que las potencias enviaron con Petro a los países de la Otca tuvo una respuesta categórica: no metan las manos en la Amazonia.