Los cuatro Estados miembros del Mercado Común del Sur (Mercosur) han dado un ultimátum a la República Bolivariana de Venezuela para que cumpla con sus obligaciones jurídicas derivadas de su adhesión a este bloque económico, o de lo contrario será suspendida el próximo primero de diciembre.Si bien Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en un momento fueron tolerantes frente a Venezuela y encontraron afinidades políticas entre sus gobernantes, hoy el panorama político y económico de la región ha cambiado, y ello ha obligado a revisar los estándares de cumplimiento de Venezuela en el contexto regional e internacional, lo que, como se evidencia de la crisis desatada en la pasada reunión del Mercosur no es el mejor.La creación de un espacio común para el comercio e inversión, que además involucra libertades en materia migratoria, de paso de mercancías, bienes y servicios, y la unificación de normas en materia arancelaria, así como otras medidas que brindan seguridad jurídica, evidencian que Venezuela, ante su crisis interna, no está en capacidad de cumplir ni implementar.Como colofón de lo anterior, el Mercosur adoptó un instrumento sobre compromiso democrático, conocido como el Protocolo de Ushuaia (1998) y el Acuerdo de Asunción (2005), lo que, junto con el ya incumplido protocolo de adhesión por parte del gobierno venezolano, no augura un buen desenlace para la organización internacional.Venezuela debió adoptar medidas tendientes a facilitar el libre comercio entre las partes, proteger los derechos humanos, acudir a la solución pacífica de controversias, así como propender por la seguridad y la estabilidad jurídica; situaciones todas que se incumplen a diario en Venezuela, y de la que son víctimas tanto los nacionales como los inversionistas extranjeros, y lo poco que queda de industria.En ese contexto Venezuela debió asumir en el pasado mes de junio la presidencia pro tempore del Consejo del Mercosur, lo que se ha dado de facto y contra el bloqueo que ejercen Paraguay, Argentina y Brasil, lo que ha desatado una verdadera tormenta diplomática ante las acusaciones mutuas, y la fuerte presión diplomática de Brasil, principal socio en habitantes, producto interno y capacidad política.El viraje de los gobiernos de Brasil y Argentina hacía el centro derecha, y la débil posición boliviana, han cambiado la realidad hemisférica y han hecho que la tolerancia que se tuvo hacía Venezuela en el pasado, hoy haya colmado la paciencia de los socios de Mercosur, lo que viene matizado por las torpes decisiones diplomáticas de Caracas, lo que en nada fortalece su posición y dan cuenta de su cada vez más angustiosa situación de gobernabilidad, ya no solo interna, sino ahora también internacional.Caracas tuvo cuatro años para ajustar su derecho interno a las políticas de Mercosur, plazo que expiró en agosto y ahora se viene agravando por lo que el canciller brasileño, José Serra, ha denunciado como persecuciones políticas y detenciones arbitrarias contra miembros de la oposición, lo que no solo es “mal negocio”, sino que vulnera los derechos humanos incumpliendo compromisos internacionales de carácter universal.Ante la caída de los precios del petróleo y el distanciamiento de Venezuela de sus otrora socios comerciales, Mercosur se había convertido en una suerte de oxigeno económico, así como un espacio que le daba cierta legitimidad internacional, lo que poco a poco se ha ido terminando ante los reclamos de Argentina, Paraguay y ahora Brasil, gobierno para con el cual la canciller venezolana no ha ahorrado epítetos.Si el trípode de Mercosur es el libre comercio, la unificación normativa y los derechos humanos, es claro que Venezuela no está cumpliendo no solo con los instrumentos jurídicos, sino con el objeto y finalidad del mercado común, lo que, ante la grave situación económica, de orden público y en materia de derechos humanos que se vive Venezuela, permiten vaticinar que el mes de diciembre vendrá permeado por la suspensión de ese Estado del organismo, lo que constituye la primera gran derrota internacional del gobierno Venezolano, otrora avasallador y todopoderoso durante la era Chávez.* Rector de la Universidad Autónoma del Caribe