En medio de los clamores de un menguado sector empresarial para que el Gobierno tome alguna medida para reactivar la economía, que se encuentra catatónica (RAE: que padece un síndrome esquizofrénico caracterizado por la inmovilidad, el mutismo y el estupor mental), el mismo Gobierno puso en acción la piñata diabólica para obtener, a pupitrazo limpio, la aprobación de su nefanda reforma pensional.

En la piñata diabólica se mezclan el rumor del soborno de actores claves del Congreso con la plata de la sneyderpolítica, el populismo pensional de siempre que busca ganar indulgencias electorales hoy a cambio de la irresponsabilidad fiscal del futuro, congresistas que se sienten cada día más cómodos con un Pacto Histórico que, en lugar de cambiar las malas prácticas políticas que hipócritamente denunciaba, se entrega de lleno a ellas para asegurarse la permanencia en el poder en 2026. Congresistas que, conociendo el riesgo de aprobar las llamadas reformas sociales, lo hacen a cambio de beneficios burocráticos que consolidan sus estructuras de poder y le apuestan a que más adelante en el camino la Corte Constitucional frene los desvaríos del Gobierno y, finalmente, los oligopolios de siempre, que han asegurado el control de sus mercados con el Gobierno y, en el caso de las pensiones, organizan su retiro ordenado de un negocio maduro que empieza a enfrentar la necesidad de cumplir las promesas y obligaciones acumuladas con gran beneficio por años.

Mientras tanto, el Gobierno acumula con la pensional nuevas herramientas fiscales para desplegarlas en las elecciones de 2026, que se suman a los billones no ejecutados en múltiples frentes de la mal llamada acción social del Estado y se une al clamor de la reactivación, mientras que con sus acciones sopla los fuegos de la recesión que doblega a la economía.

Y lo increíble, en realidad, es la credulidad de los gremios empresariales, analistas económicos y opinadores congraciados con el Gobierno que siguen rogando mientras el carro anda raudo al despeñadero.

Aplaudieron el pasado viernes la presentación del Marco Fiscal de Mediano Plazo, en que todo es ligereza y fantasía. El nuevo aumento en la proyección del déficit fiscal ante la inocultable caída en los ingresos fiscales proyectados, el insuficiente recorte en el gasto primario por 20 billones cuando analistas acreditados reclaman un mínimo requerido de 60 billones (IE BanBogotá), el fantasioso aumento del crecimiento proyectado de la economía a 1,7 % basado supuestamente en baja de inflación, baja de tasas de interés, mayor inversión productiva y el repunte de las exportaciones no tradicionales (de seguro previsto como efecto colateral de la devaluación que ruge), y claro, la emisión de bonos del tesoro “a la lata” para pasar de una proyección de nueva deuda de 15,4 billones a un estratosférico y por verificar saldo de 89,4 billones durante 2024, deuda que mayoritariamente –se dice– se colocará en el mercado interno en lo que bien puede ser el trade off o pago de los fondos de pensiones por el aumento de la comisión de administración incluido en la pensional.

El cuadro no puede ser peor. Los costos de este nuevo endeudamiento requerido ante la debilidad del compromiso de recorte serán –de seguro– estrambóticos. El director de Crédito Público, que tanto pontificaba cuando negociaba deuda para su propio beneficio, seguramente conseguirá golosas golondrinas en sus subastas que cobrarán el aroma a default que empieza a percibirse.

Mientras tanto, en la realidad, la oprobiosa inseguridad, la negativa a soltar los subsidios de Mi Casa Ya, el extraordinario nivel de inventario de vivienda terminada, la incertidumbre cambiaria, la confirmación de la intención del Gobierno de alterar la Constitución para perpetuarse en el poder, la persistencia de la inflación en mayo, el aumento del ACPM y la creciente infatuación (RAE: acción y efecto de infatuar o infatuarse. engreimiento, fatuidad, vanidad, soberbia, orgullo, presunción, jactancia, vanagloria) del Gobierno hacen prever, como lo afirman los multilaterales (FMI y BM) y lo sienten en el hígado los empresarios grandes y chicos, que la economía logrará con dificultad crecer al 1 % en 2024.

Ni hablar del contexto internacional en el que se asoma a ratos un temible Efecto Tequila 2, y la tendencia a la baja de la inflación en Estados Unidos nada que se consolida.

El Gobierno, autista, seguirá en lo suyo a la sombra del fútbol y las vacaciones escolares. Desplegando equipos básicos de salud en las capitales y departamentos donde ha resultado golpeado electoralmente y en encuestas de opinión, propiciando el avance territorial de sus aliados terroristas y narcotraficantes, muñequeando ante el poder judicial dilaciones en las investigaciones de Nicolás Petro, sneyderpolítica, Laura Sarabia, violación de topes, FNA y demás, preparando el camino para que una Corte Constitucional por renovarse le sostenga la pensional y le valide la ruptura constitucional, y acomodándose en todos los centros de poder que ha finalmente conquistado y que empieza a ordeñar para comprar conciencias y acomodos.

Mientras tanto, el exministro Ocampo seguirá negando su responsabilidad en la recesión y sus validadores de siempre le darán palmaditas en la espalda pidiéndole que no se preocupe. Al fin de cuentas, él ya emigró y no es como los más de mil colombianos que cada día migran jodidos y asustados por la economía que él destruyó: el sí tiene chanfa enseñando marxismo en Nueva York.