El Tercer Foro convocado por el movimiento por los Derechos Humanos, que se llevó a cabo en Bogotá del 4 al 6 de marzo, podría, llamarse una reflexión sobre la paz ante el abismo. Sus propósitos eran considerar la situación post-amnistía desde tres ángulos, el del derecho a la vida, la paz y la apertura democrática. Consideramos que los problemas propiamente jurídicos sobre las garantías elementales del acusado en el proceso penal; los inconvenientes de los juicios militares para los civiles; la práctica de las torturas en los establecimientos militares y las anomalías a que dio lugar la aplicación del Artículo 28 de la Constitución en el cuatrienio 1978-1982, y, en general, las circunstancias del abuso del poder en el estado de sitio, se discutieron en su momento y dieron el resultado que sabemos. El país tomó conciencia de la importancia de los derechos humanos.El tema fundamental, por lo pronto, es la amnistía consagrada en la Ley 35 de 1982, para los delitos políticos y conexos, con excepción de los atroces. ¿Qué significa la amnistía? Para nosotros, y en ello concordamos con el Presidente Betancur, es el punto de partida de un proceso de pacificación nacional que se cumple en el tiempo; que no es instantáneo, ni se efectúa solamente por decreto. Para un país sacudido durante tantos años por los huracanes del odio y la violencia, se requiere el reencuentro de los combatientes y el armisticio en los antiguos frentes de combate .Esta primera condición, infortunadamente, no se ha cumplido. El diálogo con los grupos armados se convirtió en mito. El país tuvo la sensación, durante la discusión parlamentaria del proyecto de ley sobre amnistía, de que, el ponente Senador Germán Bula Hoyos, había llegado a un entendimiento con el comandante del M-19, Jaime Bateman Cayón. Los despliegues fotográficos, al menos, no dejaban duda alguna. Dos caras sonrientes y una mesa cordial. Palabras efusivas. Apretones de mano. ¿Qué pasó después?.Se esfumó la ilusión y se obtuvo la visión de la realidad..Con el M-19 no había acuerdo y con las FARC y el ELN, tampoco. El MAS era otra realidad y quienes veíamos el panorama desde la Comisión Permanente por los Derechos Humanos, alertábamos al Gobierno del Presidente Betancur sobre la gravedad del problema de la existencia de un grupo paramilitar, con todos los visos de un calco de los que habían operado en los países del Cono Sur. El apoyo de elementos militares al mencionado grupo tenía las mayores probabilidades. Por fin, el gobierno se convenció de que no eran cuentos de brujas.Los movimientos armados no querían hacer la entrega de las armas mientras no tuvieran algurla seguridad para sus vidas. El dilema para ellos era seguir combatiendo o morir en manos del MAS. Para el Gobierno el problema era igualmente complejo. De parte de las Fuerzas Armadas, no se quería aceptar la idea de una tregua. La paz quedó estancada en ese punto y las semanas que faltaban para terminar el año de 1982, transcurrieron "sin novedad en el frente", En ese marco, el Tercer Foro emitió en su Declaracióri final algunos conceptos esenciales para la obra de la paz:· La aministía es la base de una apertura democrática en Colombia. De igual manera, importante es la renovación de la política internacional del país hecha por el Presidente Betancur al sumarse al movimiento No Alineado.· Existe una "mentalidad de estado de sitio" que sobrevive al levantamiento del régimen de excepción. Se han presentado casos de interrogatorios con torturas en establecimientos militares y las investigaciones de la Procuraduría General de la Nación, splicitadas por el Presidente de la República, encuentran una cerrada oposición de los cuerpos armados, en forma no contemplada en la Constitución.· Es imprescindible que exista en el país la plena convicción de las autoridades, civiles y militares, acerca de la nueva situación que para ellas implica el tránsito del estado de sitio a la normalidad. En muchos casos, los derechos de reunión y de huelga se han visto interferidos con órdenes que los hacen inexistentes.· Las Fuerzas Armadas, por mandamiento expreso del Artículo 168 de la Constitución, no tienen carácter deliberante, para sustraerlas de la controversia política y dejarlas con la máxima capacidad para cumplir con la alta misión de asumir la defensa del territorio nacional y la soberanía. El objetivo de los cuerpos armados no debe ser político, ni éstos están instituidos para calificar, como actualmente sucede, a personas o partidos que están haciendo uso de las libertades.· La politización de las Fuerzas Armadas--paralela al estado de sitio prolongado que ha vivido el país- resulta inconveniente para el desempeño de las funciones de las distintas ramas del poder. Hemos visto en las últimas semanas, cómo los altos mandos militares descalifican a un Procurador General de la Nación y cómo desde la revista de la institución castrense se emiten opiniones en contravía de la política presidencial sobre pacificación y amnistía.· La paz no es solamente un proceso de evolución jurídica y política, sino económica y social. Es indispensable superar las estructuras del atraso, los grandes desniveles entre el alto capitalismo y los marginamientos sostenidos de vastas zonas del país; la concentración de la riqueza y la implantación de una verdadera reforma agraria.· La condenación del secuestro, el terrorismo en todas sus formas y la violación del derecho a la vida. -