Un día después de la posesión del presidente Gustavo Petro, los colombianos conocimos la propuesta de reforma tributaria que puso en consideración del Congreso de la República, con la que aspira recaudar 25,9 billones de pesos y que tiene varias perlas que afectan al grueso de la población.

Los furipetristas han tildado a los que opinamos distinto de mentirosos, sesgados e insensatos que no toman en cuenta la salud de los colombianos por señalar que los impuestos saludables, que gravarán las bebidas azucaradas y los ultraprocesados, son perjudiciales para la clase media, que representa el 27,8 % de los colombianos y que en el caso de Bogotá es el 50% de la población.

Esta reforma busca ampliar la base tributaria, y, por ende, toca sectores de la economía como las tiendas de barrio, supermercados y peluquerías, quienes tendrán un aumento en sus impuestos entre el 2 % y el 11,6 % según sus ingresos anuales. En el caso de actividades como servicios técnicos y mecánicos y electricistas el aumento oscila entre el 1.8 % y el 5 %. La educación y actividades de atención a la salud humana subirán entre el 4,1 % y el 6,5 %.

Las consecuencias de la reforma las debe pagar la clase media, que ha crecido lentamente y que se ve amenazada con esta reforma. Por ejemplo, si una tienda de barrio tiene ingresos brutos mensuales de 2 millones deberá pagar 480 mil de impuestos al año. Un daño a las 450.000 tiendas de barrio que tienen caracterizadas Fenalco a nivel nacional y que tienen cómo único ingreso su tienda, además el efecto en cadena haría subir los precios de los productos. Expertos han señalado que este aumento solo aplicará para supermercados de barrio, pero no a las grandes cadenas ya que las cobija otro régimen.

Los pensionados también están incluidos en la propuesta, se pretende reducir las rentas exentas por pensiones, quienes tengan una pensión superior a $5.668.000 pesos declararán renta y en la actualidad solo declaran quienes tienen pensiones superiores a $38.000.000 de pesos mensuales.

Sobre el Impuesto a las bebidas azucaradas, solo deja por fuera el agua, el texto incluye bebidas a base de frutas y café, energizantes, néctares de fruta, mezclas en polvo como el Frutiño, gaseosas y “en general, cualquier bebida que contenga azúcares añadidos o edulcorantes” como reza el Proyecto de Ley.

El impuesto adicional del 10 % a los alimentos ultraprocesados incluye harinas procesadas, carnes procesadas, embutidos, conservas, papas fritas, patacones, cualquier pasabocas empacado, galletas, barquillos, obleas, ponqués, tortas, pastel de arequipe, merengón, confites, helados, postres, salsas y hasta fresas con chocolate. Ya ni sopa se puede tomar porque también serían gravadas con este impuesto.

Preocupa que el impuesto nacional al consumo de bebidas ultraprocesados azucaradas no es descontable en el IVA que de seguir en el 19% pasará a ser realmente un IVA del 29% cobrado a los colombianos en general. La reforma tributaria afectará a los pobres, a la clase media y poco toca a los más ricos, algo contradictorio a los discursos de campaña.

El Gobierno Nacional y los congresistas tienen en sus manos la posibilidad de repensar los puntos de la reforma tributaria, hago el llamado al Presidente Gustavo Petro a que se ponga en los zapatos de la gente.

No estoy en desacuerdo con crear hábitos saludables, pero no debe ir acompañados de una reforma tributaria que le dé un golpe al bolsillo de los más vulnerables, sin un acompañamiento de concientización de estos hábitos de lo cual no se ha hablado. ¿La reforma se necesita? Si, tal y como se necesitó la que propuso el Gobierno del expresidente Iván Duque.