Petro arrancó con el pie izquierdo: no pasaron ni 48 horas desde su elección y ya cambió el discurso en varias promesas de campaña. Por ejemplo, se supo que ya no serán los 4.000 más ricos del país, sino los 40.000 más ricos del país quienes sustenten con sus impuestos el descomunal plan de transformaciones que propone Petro: el dinero se irá, entre otras cosas, a la creación de tres nuevos ministerios –Igualdad, Industria y Seguridad–. En efecto, recursos para aumentar la burocracia.

A través de Ricardo Bonilla, su asesor económico, el presidente electo destapó sus cartas y anunció una reforma tributaria que revive todos los fantasmas del exministro Carrasquilla, solo que aumentados.

Todos sabemos que Petro tiene la ambiciosa meta de recaudar 50 billones de pesos. Como nunca antes un Gobierno nacional esculcará los bolsillos de los colombianos.

En el año 2021, la reforma tributaria propuesta por Carrasquilla pretendió recaudar unos 25 billones de pesos, cifra necesaria para el sostenimiento de los subsidios requeridos para atender la pandemia. Sin embargo, y luego de una comunicación deficiente de la naturaleza de la reforma, el país se vio sacudido por un Paro Nacional que tumbó al ministro y terminó de catapultar a Petro: se le mintió a la gente al decirle que la reforma “clavaría” con impuestos a los más humildes.

Hoy esa mentira no existe, pues el equipo de Petro sí dice de frente a quién va dirigida su reforma tributaria: a la clase media.

Que los que más tienen deben pagar más impuestos es una obviedad. Ocurre en todos los países y Colombia no es la excepción. Sin embargo, el matiz de la clase media vale analizarlo, no sin antes preguntar con toda sinceridad algo: ¿Petro durante campaña les dijo a sus votantes de clase media que los pondría a declarar renta?

Rastreando lo dicho por Petro en este particular, solo hay un par de comunicaciones dignas de ser estudiadas por los expertos petrólogos en interpretación.

En un trino acompañado por un video suyo bailando en el Cauca, Petro declaró lo siguiente: “Hay quienes creen en la clase media alta bogotana que los problemas del país se solucionan en las cafeterías de la 93, y en sus cómodos sillones oficinas por sus “yupis”. No amigas y amigos ahora le toca al pueblo solucionar los problemas que dejaron los “yupis”” (SIC).

Y hay otro trino aún más peculiar: “La pregunta no es si se necesitan más impuestos: sí se necesitan. La pregunta es ¿Quién los paga? En nuestro gobierno ninguna persona que gane menos de seis millones mensuales pagará más impuestos. Los impuestos serán para quienes puedan pagarlos” (SIC).

Sobre el primer trino, es lícito concluir que Petro tiene a “la clase media alta bogotana” entre ojos. Precisamente, son esos 3,6 millones de bogotanos, cuyos ingresos per cápita oscilan entre los 690.524 y los 3′718.204 pesos al mes, quienes se verían afectados por la reforma tributaria petrista, en cosas como empezar a declarar renta. Si bien declarar no significa necesariamente pagar impuesto al final, lo cierto es que sí obligaría a millones de ciudadanos a incurrir en gastos como contratar un contador. Y muchos ciudadanos, al final, sí pagarían impuesto.

Sobre el segundo trino, lo único que puede decirse es que Petro incumplirá en su promesa de gravar con impuesto solo a personas que ganen más de seis millones de pesos al mes, como acabamos de ver.

¿Quién gana hoy tres millones en promedio? Justamente el joven profesional que empieza su vida laboral, una persona que debería contar con estímulos para adquirir vivienda, vehículo, estudios posdoctorales, pero que en cambio deberá empezar a declarar para sostener el programa de gobierno petrista.

Porque como pinta, esta reforma tributaria parece que va a entender que los multimillonarios son solo el 1 % del país y que pretender extraer 50 billones de pesos solo de ellos es irreal. Será la clase media la gran afectada. Como se dice en Twitter: por mucho menos le incendiaron a Duque el país.

Lo cierto es que aquí se le mintió a la clase media colombiana, que seguramente votó masivamente por Petro. Eso de “vivir sabroso”, el lema que prometía un futuro de “dignidad” para los colombianos, aplica términos y restricciones: para los que van a empezar a pagar impuestos con la reforma tributaria de Petro, será más bien “sufrir sabroso”.