¡Y el que entendió, entendió! Sí señor, ya estamos cansados de escuchar sobre las intenciones maquiavélicas y absurdas del nuevo Gobierno, pues en lugar de trabajar por el bienestar y desarrollo de la sociedad, así como por fortalecer la capacidad productiva del país, solo buscan atropellar a los que han generado empleo, quitarles los bienes a quienes han trabajado toda su vida, afectar la pensión de la tercera edad, desaparecer la clase media y hacer más pobres a las clases menos favorecidas para mantenerlas subyugadas con el malévolo discurso de que hay que repartir equitativamente los bienes de los otros.
Pero lo peor es el pensamiento de Petro, grabado en un video que rueda ampliamente por las redes sociales donde afirma que “…y cuando los pobres dejan de ser pobres se vuelven de derecha…”, esto demuestra lo ruin del actuar del representante de la izquierda, porque lo que busca es mantener cautivos como trofeo de guerra a quienes han creído en sus ilusorias propuestas de cambio. Es mantener atrapados en las redes del socialismo a los pobres para que no salgan de sus filas; no es ironía, sino una bajeza, pero la gente tendrá que reaccionar a estos engaños.
Aunque es clara la filosofía socialista y los planteamientos comunistas de la ideología marxista-leninista del nuevo Gobierno, no es lógico que quien está a la cabeza del Ministerio del Interior promueva entre las comunidades el odio de clases y mucho menos que sea quien incita a la población para que hagan una movilización popular buscando presionar a los congresistas a aprobar una reforma tributaria que a todas luces afectará profundamente al país, así como tampoco se debe ufanar pregonando que la idea es quitarle al que tiene algún bien. ¿Por qué en lugar de generar rencores y malquerencias no busca sembrar esperanza, motivar el trabajo y promover el progreso como elemento fundamental para una mejor calidad de vida de todos los colombianos?
Refiriéndose a las masas y empleando el símil del agua, Miguel de Unamuno decía que “…se conducen bien las aguas; pero cuando la cañería se rompe no hay manera de encauzarlas”. Eso es importante que lo entienda el ministro del Interior, pues su discurso populista ante las comunidades del Cauca, y posiblemente de otras regiones, puede ocasionar un desbordamiento incontrolado del sentir social, pero si lo que espera obtener es una rebelión de las masas para lograr establecer la dictadura del proletariado, entonces muy pronto podremos estar inmersos en una guerra civil. Por favor, ministro, renuncie porque no es digno de esa investidura; no le haga más daño a Colombia.
De otra parte, es aberrante lo que informa el presidente de la Cámara de Representantes cuando dice que integrantes de la fatídica primera línea, quienes han destruido la propiedad privada y gubernamental, quienes han intentado quemar vivos a los miembros de nuestra Policía Nacional, quienes han sido procesados por actos de vandalismo, ahora formarán parte del grupo que participará en la reforma del Esmad; debería darle vergüenza hacer estas propuestas deshonestas. Es como si las personas privadas de la libertad fueran las encargadas de revisar el Código Penal.
En la misma desubicada dirección está la iniciativa del ministro de Justicia cuando se refiere a la justicia restaurativa y propone que los ladrones de celulares los devuelvan a sus dueños y en contraprestación paguen la factura de la víctima en lugar de ir a la cárcel. Lógico que se debe buscar la resocialización de los delincuentes, lógico que debe haber justicia, lo que no debe haber es impunidad ante el delito. ¿Dónde están los derechos de los colombianos? Tienen más beneficios los delincuentes que el resto de la sociedad. Abramos el ojo porque nos están manipulando las minorías.
Ministro, en lugar de proponer esos exabruptos, pronúnciese sobre las decisiones que toma el Gobierno donde no se respeta el debido proceso, haga sentir su voz frente a las invasiones de tierras por parte de grupos organizados en el sur del país, manifieste su posición jurídica frente a los secuestros masivos que adelantan en las carreteras quienes entorpecen la libre movilización violando el artículo 24 de la Constitución. Quien no se pronuncia contra estos atropellos es porque los acepta y está siendo proclive con el delito.
Así como vamos, vamos mal. Hay que corregir el rumbo para no estrellarnos. Pensemos en Colombia, nuestra patria.