En varios sectores en el ámbito nacional existe satisfacción por la elección de Trump, mientras que en otros se guarda un discreto silencio. En todos los países, desde Australia hasta la Argentina y desde Canadá hasta Rusia, centenares de “expertos” analizan los efectos de la elección del nuevo presidente en sus respectivos países.
Colombia, que tiene una adicción especial a la ‘gabinetología’, sigue ahora con especial interés la designación de los que van a acompañar a Trump en su gestión.
Es un hecho que muchos militantes de la línea dura republicana ocuparan puestos claves. Marco Rubio de Florida como secretario de Estado, Elise Stefanik como embajadora en la ONU, Mike Huckabee como embajador en Israel y Steven C. Witkoff, compañero de golf de Trump, como enviado especial al Oriente Medio. Se especula que podrían apoyar la anexión de Cisjordania por Israel.
Pero además, algunas designaciones indican que la promesa de deportación masiva de los inmigrantes ilegales podría ir en serio.
Falta saber si con la racha que se avecina, los encargados de la tarea de deportación resuelven devolverlos al país por donde iniciaron su peregrinación; como sucedió en su momento, con los países centroamericanos del llamado triángulo del norte. En ese caso, tendríamos nuevos visitantes en el tapón del Darién, donde serán recibidos por miembros del Clan del Golfo. O de pronto en San Andrés, desde donde algunos han tratado de acceder a Centroamérica.
Entre tanto, en nuestro país, entre protestas, maldiciones y aplausos, empiezan a circular encuestas sobre los que podrían contar con el apoyo popular para las elecciones presidenciales del 2026.
Al mismo tiempo, un puñado de personajes, entre los que se cuentan la flor y nata de asesinos y violadores que actuaron durante varios años en diferentes partes del país, son designados como gestores de paz. Según eso, los únicos que no podrán alcanzar tan importante distinción son los que se encuentran en la cárcel por delitos tan graves como los de haber incluido a un alto funcionario en una caricatura en una red social. Porque los de la llamada primera línea tienen la posibilidad de ser viceministros o de tener un puesto diplomático en el exterior.
Seguramente, esta compleja situación será examinada con gran interés por los asesores de Trump y por Marco Rubio, quien conoce muy bien la situación en Colombia y en Venezuela, y ha sido crítico de ambos gobiernos.
De todas maneras, si se cumpliera todo lo que dicen los mandatarios en sus campañas políticas y en sus peroratas mientras ejercen el poder, el mundo sería una especie de Shangri-la, la tierra maravillosa de la novela de James Hilton.
Ya veremos, porque no faltan también los que recuerdan a una de las llamadas: ‘Leyes de Murphy’: “Toda situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar”.