Claudia López inició su cuarto año de gobierno y la Carrera Séptima continúa estancada. Discusiones y peleas por intereses políticos e ideológicos impiden avanzar y lograr una solución integral de movilidad para los 693.000 habitantes del borde oriental de la ciudad y los más de 3 millones que transitan por la vía. La 7ma debe intervenirse con sensatez, escuchando a los ciudadanos y garantizar que no se afecte la movilidad de ningún actor vial.

En campaña, López mintió sobre el proyecto y sigue manteniendo condenados a los bogotanos en trancones de más de 2 horas desde la calle 32 hasta la 200, afectando su salud mental. Los buses duales y zonales del sistema comparten la vía con el tráfico mixto en lugar de tener un carril exclusivo para transitar de manera rápida. Eso es democracia.

No es una solicitud nueva. Desde el año 2006, los bogotanos del borde oriental esperan contar con una solución de movilidad, recuperación de andenes, dos carriles por sentido para tráfico mixto y carriles de sobrepaso para los buses articulados en estaciones. Sueño que se vio truncado con el mandato de la Bogotá Positiva, cuando se ajustó el diseño a una troncal liviana de un solo carril por sentido para atender 13 mil pasajeros hora sentido con estaciones pequeñas y conectar la troncal décima hasta Chapinero.

En septiembre de 2010, el IDU adjudicó la obra a las firmas Sainc y El Cóndor, en licitación pública, por 84 mil millones de pesos. La propuesta fue rechazada por algunos vecinos y políticos y antes de iniciar su ejecución fue suspendido el contrato, tal como lo había pedido la Procuraduría, con el argumento de que los constructores aún no tienen listo el plan de manejo de tráfico.

Clara López lanzó la idea, sin estudios ni viabilidad, de un Corredor Verde, de tecnologías limpias, sin más detalles y no logró concretar la idea. En 2012, en la administración de Gustavo Petro, se descartó por completo el proyecto, con la idea de hacer una Asociación Público Privada para desarrollar un tranvía. No se llegó a nada porque la única oferta fue negada al no incluir andenes ni urbanismo.

Al final, Petro designó y demarcó carriles laterales con prioridad de buses y gestionó la contratación de vehículos híbridos duales. Al final, el transporte público quedó atrapado en el trancón por compartir espacio con vehículos particulares. No es el resultado esperado.

Enrique Peñalosa dejó un proyecto listo y en licitación que contemplaba 11 kilómetros de ciclorrutas, renovación de 400.000 metros cuadrados de espacio público y 83.000 metros cuadrados de zonas verdes, mejor alumbrado público, arborización y mejor calidad del aire al utilizar buses eléctricos, elementos que retoma la idea de TransMilenio Verde de Claudia Lopez. Tampoco se logró contratar por demandas de ciudadanos y políticos que utilizaron el proyecto para potenciar su campaña con mentiras, como Claudia López, Rodrigo Lara, Angelica Lozano, entre otros.

La solución que anuncia la alcaldesa desde el 2020 pretende borrar dos carriles mixtos en el costado occidental sentido norte – sur de la carrera séptima entre calles 93A y 39, y propone un carril de servicio, afectando la circulación de 1.400 vehículos particulares y camiones de carga de servicios, salud, alimentos, residuos, entre otros.

Los transmifóbicos deben entender que grandes ciudades como Hong Kong tienen 4.700 buses y 11 líneas de metro; Londres una flota de 9.588 y 11 líneas de metro; Tokio opera con 138 rutas vehiculares y 11 líneas de metro; Río de Janeiro 1.752 vehículos y 3 líneas de metro; Santiago de Chile, un referente de América Latina, tiene 6.700 buses y 6 líneas de metro; Buenos Aires una flota de 18.400 y 6 líneas de metro y Ciudad de México tiene 29.128 unidades vehiculares y 12 líneas de metro. Cada ciudad tiene sistemas de Metro y BRT porque se requiere movilizar a los ciudadanos por encima de egos políticos o ideológicos. ¡Entiendanlo!

La alcaldesa debe atender el clamor ciudadano del carril de tráfico mixto. Bogotá debe avanzar hacia la multimodalidad que contempla todos los modos de transporte y articula sus capacidades en función de la movilidad de los ciudadanos, mayoritariamente de estratos populares, quienes llueva, truene o relampaguee usan el transporte público para movilizarse. ¡¡¡No tienen otra opción!!!

La carrera Séptima debe intervenirse con sensatez, los bogotanos lo piden. No hay cabida para discusiones. Sí al carril exclusivo porque es democrático. Sí al transporte público porque beneficia a las mayorías. Sí a los carriles mixtos en el trazado completo porque es mejorar la movilidad de quienes utilizan la vía.