Esta semana fue aprobado en primer debate el proyecto de ley de mi autoría que cursa actualmente en la Comisión Tercera de la Cámara de Representantes y que busca acabar con el cuatro por mil. Este proyecto tiene como objetivo lograr su desmonte de manera gradual y reemplazar estos recursos por otros impuestos más justos y equitativos.

Se nos dijo que este impuesto sería temporal, una medida necesaria para momentos turbulentos, para salvar la economía y preservar la estabilidad y la solvencia del sistema. Todo comenzó con un dos por mil para enfrentar la crisis de finales de los noventa, luego subió al tres por mil porque el país lo necesitaba, y ya vamos en el cuatro por mil. ¿Qué sigue? ¿El cinco por mil? Como el cuatro por mil se convirtió en una fuente eficiente de recursos de fácil recaudo, lo dejaron de modo permanente. Situación con la que no estoy de acuerdo porque es un impuesto nocivo para miles de empresas, sobre todo cuando el país necesita una pronta reactivación económica.

Cumplan lo prometido. Se nos dijo que sería temporal, entonces que sea temporal. Pongámosle punto final a este gravamen, reduciendo un punto por mil anual desde 2023 hasta que desaparezca por completo.

La comisión de expertos contratada por el presidente Iván Duque nos dio la razón. Reafirmó que es un impuesto distorsionante que desincentiva el ingreso de las empresas a la economía formal y se convierte en un obstáculo para la inversión nacional y extranjera. Tal como está hoy, favorece las transacciones en efectivo, sobre todo aquellas de la economía informal, y castiga las formales que se hacen por medios bancarios o digitales.

El impuesto del cuatro por mil debe ser sepultado. Mi invitación con este proyecto de ley es a racionalizar las cargas impositivas del sistema tributario; no le metamos la mano al bolsillo de los ciudadanos y de las empresas que apenas están logrando sobrevivir la crisis económica que nos dejó el covid-19. En este momento, lo que la mayoría de las empresas necesita es un respiro y el país debe ser solidario con su situación.

El desmonte del cuatro por mil debe ser reemplazado con medidas más equitativas, por ejemplo, la eliminación de los beneficios a las megainversiones, las cuales le cuestan al fisco unos 9 billones de pesos anualmente. Es la hora en que el país no sabe si los beneficios otorgados produjeron los empleos esperados. Aprobemos un tributo a los ingresos por encima de 25 millones de pesos mensuales para que quienes más ganan más aporten. Otra fuente considerable de ingresos se puede alcanzar mediante una reforma al Estado para reducir su tamaño y así concretar la austeridad del gasto público de la cual hoy habla el presidente Duque. El desmonte del cuatro por mil y la puesta en marcha de estas nuevas fuentes de ingreso no van a amenazar las finanzas del Estado, por el contrario, van a permitir la reactivación de la economía nacional.

Ante la Comisión Tercera de la Cámara de Representantes presenté estas propuestas, las cuales fueron previamente concertadas con los ponentes y tuvieron el visto bueno de todos sus integrantes. Mi forma de hacer política se centra en el cumplimiento a las demandas de los ciudadanos. No más mentiras ni promesas vacías, hoy el país exige un Congreso que no legisle a sus espaldas.

Termino con lo siguiente: el precandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga se montó en el bus de nuestra iniciativa para eliminar el cuatro por mil, así lo ha hecho saber en sus pronunciamientos. Espero que el Centro Democrático y las demás bancadas de gobierno actúen en concordancia con este planteamiento del doctor Zuluaga y apoyen mi iniciativa. No dudo que la plenaria de la Cámara de Representantes tomará la decisión correcta y aprobará este proyecto de ley, tal como lo hizo la Comisión Tercera.