Mientras el barco se hundía, los músicos seguían tocando para que los pasajeros se tranquilizaran. Ninguno de los integrantes de la orquesta del Titanic sobrevivió. El cuerpo del director del grupo fue encontrado aferrado a su violín entre los restos flotantes del trasatlántico. Recibió honores de héroe y miles de personas asistieron a su funeral. La empresa naviera –dueña del Titanic y menos dada a los romanticismos– le cobró a la familia el valor del uniforme que el valiente músico dejó perder en medio del naufragio.Mientras Colombia se acerca a un destino, ya casi inexorable, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle siguen tocando su sonsonete y dejando pasar la última oportunidad de abrirle camino a la esperanza.El resultado del tardío café entre los candidatos es decepcionante. Tanta espera para concluir con un galimatías de De la Calle: “Voy a presentar una consulta al Consejo Nacional Electoral para saber si estoy habilitado para ir eventualmente a una consulta interpartidista con Sergio Fajardo”.La respuesta que ahora quiere delegar en el Consejo Nacional Electoral está en el tarjetón de la consulta liberal de octubre que lo eligió, y que autoriza expresamente al ganador para acudir a una consulta interpartidista. El voto de quienes acudieron a esa consulta señala textualmente: “¿Cuál de los siguientes ciudadanos liberales elige Usted, como candidato del Partido Liberal Colombiano para que participe en una consulta interpartidista que elija candidato único en coalición, o para ser el candidato único del Partido Liberal Colombiano en la elección de Presidencia de la República a celebrarse el 27 de mayo de 2018?”.Ustedes pueden ver la fotografía del tarjetón original en Semana.com.

Los votantes decidieron, de manera inequívoca, que el candidato liberal podía participar en una consulta interpartidista. Eso está claro. No tiene ningún sentido dejar la interpretación de un texto indudable en manos de un organismo político, con pretensiones de tribunal, como el Consejo Nacional Electoral.El fulano Consejo Nacional Electoral –con unas pocas y notables excepciones– es un grupo de mediocres razoneros de sus directorios. Allí tienen magistrados cuota, entre otros, el exprocurador Alejandro Ordóñez, el expresidente Álvaro Uribe y los detenidos Musa Besaile y Ñoño Elías.En medio de ese aquelarre de políticos fracasados, resignados a esa modesta magistratura, ha sido tan difícil construir mayorías que en un momento tuvieron que decidir que la presidencia del Consejo Nacional Electoral se la iban a turnar por orden alfabético porque ningún miembro alcanzaba la votación mínima requerida para ser elegido.Alguien con buen humor concluyó que afortunadamente se habían inclinado por el orden alfabético porque si fuera por orden “analfabético” seguiría de presidente el honorable magistrado Alexánder Vega Rocha.La actual presidenta, Idayris Yolima Carrillo, es de Cambio Radical, y es recordada por la cálida felicitación que recibió por su elección del exgobernador de La Guajira Kiko Gómez, hoy condenado a 55 años de prisión por varios asesinatos.Para tomar decisiones en el Consejo Nacional Electoral son necesarios 6 de los 9 votos. Cinco de esos votos ya están listos contra la posibilidad de que exista una candidatura viable de centro. La determinación del Consejo Nacional Electoral no será jurídica, sino exclusivamente política. Quizás no puedan siquiera alcanzar la votación requerida para responderle a De la Calle antes de las elecciones.Es cierto que Sergio Fajardo ha cometido innumerables desaciertos. Entre otros, su falta de opinión sobre temas cruciales para el futuro de Colombia y su autoexclusión de la consulta popular que terminó volviéndolo un actor de reparto en la campaña de la que fue protagonista. Sin embargo, esta decisión de Humberto de la Calle supera cualquier otro error y puede ser el tiro de gracia para una alternativa de centro.Todas las oportunidades que han tenido las han dejado pasar.Hace unos días, una fuente de la campaña de Sergio Fajardo me contó que eran optimistas y que todo estaría solucionado para cuando terminara Semana Santa. Quisiera que la esperanza persistiera, pero me temo que ya no habrá otro Domingo de Resurrección.