Salvatore Mancuso no solo fue un paramilitar. Era el paramilitar de paramilitares. El Mono Jojoy de ese grupo armado. Por él las Autodefensas de Colombia existieron. Bajo su liderazgo, las AUC se esparcieron por el territorio colombiano. Por orden de Mancuso, miles de colombianos fueron masacrados y un número inmenso de personas fue desaparecido. Una cifra que nunca se conocerá.  Salvatore Mancuso era el segundo de las autodefensas, después de los hermanos Castaño. Fue de los primeros, y con dos de ellos –Carlos y Vicente– crearon las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá en 1994. Un año después, fundaría la Cooperativa de Vigilancia y Seguridad Privada (Convivir) Nuevo Horizonte. En 1997, la Corte Constitucional las prohibió, pero ya el daño estaba hecho. Los directores de las Convivir, como Mancuso, terminaron en las Autodefensas Unidas de Colombia, una organización federada que agremió a las principales estructuras paramilitares. La de Mancuso se convirtió en el bloque Córdoba.

Esta última generación se caracterizó por sus vínculos con el narcotráfico, ser anticomunista y abiertamente mafiosa. Tenía una vocación política clara –Mancuso habló del 35 por ciento del Congreso– y una gran penetración local. Llegó a tener cuotas en los concejos, asambleas, alcaldías y gobernaciones. Y lo hizo en menos de diez años. La ‘parapolítica’ fracasó porque la Corte Suprema le puso la mano. No aceptaron que nuevos actores entraran y se establecieran. Así, decenas de políticos fueron condenados por parapolítica. No era lo que esperaba Mancuso. Ellos plantearon un diálogo al Estado que fue visto en el Congreso cuando Mancuso se echó un discurso. La Ley de Justicia y Paz era el indulto, y así lo pensaron los jefes paramilitares. Que no saliera como lo planearon fue más por la oposición de algunos en el Congreso y en la Corte Constitucional que por el Gobierno. Basta con revisar las declaraciones de la época. Mancuso era el vocero.  Mancuso no era un cura, sus bloques dejaron miles de muertes. Participó en la expansión del paramilitarismo en la región Caribe y en la región del Catatumbo. Se gestó en Córdoba para extenderse a Sucre, Bolívar y Cesar, en los Montes de María y en el nudo de Paramillo. Luego a Atlántico, donde se repitieron los asesinatos de gente indefensa.

A Mancuso lo sorprendieron con su extradición. De todos los jefes paramilitares, era quien había contado más la verdad. En un testimonio ante un fiscal de Justicia y Paz, dijo: “El Gobierno del presidente Uribe nos extraditó justamente para acallar estas verdades”. “El complot existe de parte de ellos para callarme, para silenciar la verdad –dijo Mancuso al fiscal–. Yo tengo pruebas documentales que corroboran que durante el transcurso de las negociaciones fui claro en que estas verdades vinculaban a funcionarios del Gobierno de Uribe y a miembros de la fuerza pública”.  Mancuso continuó diciendo: “En algún momento nos dijo: tienen que saber manejar esas verdades, que no le haga daño al país, que no le haga daño al proceso”.  Ahora, de pronto regresa Mancuso a Colombia. Y le toca a Iván Duque, uribista, recibirlo. Las causas del malestar continúan y hay uribistas del Gobierno actual con historial de Uribe. Se corre el riesgo de revivir el pasado. Mancuso sabe todo, sus declaraciones serían impactantes. Otro dolor de cabeza para Duque.  Eso explica, aparentemente, la poca diligencia que le aplicaron al pedido de extradición. Sin querer queriendo, Estados Unidos les hizo el favor a las víctimas y paró el envío de Mancuso a Italia. Es importante recordar, como publicó La Silla Vacía, que fue un hecho sin participación del Gobierno colombiano. El Gobierno había aceptado que se fuera a Italia.

En un tuit, el presidente Duque lamentó el hecho. Sobre si terminaba en Colombia, fue enfático: “El futuro de Salvatore Mancuso en Colombia debe ser una cárcel. Ofrecerle caminos de ausencia de prisión y no extradición a cambio de supuesta ‘verdad’ es una agresión a sus víctimas, que esperan sanciones ejemplarizantes”.  Hoy el futuro de Mancuso depende de un juez de inmigración en los Estados Unidos. Él debe decidir si hay peligros para Mancuso si vuelve a Colombia o no. El tuit de Duque es llamativo: una promesa de cárcel. Esto va en contravía de la misma Ley de Justicia y Paz. Parecería que Duque no le jala a la justicia transicional. Veo, francamente, que el regreso del líder paramilitar está lejano. Pobres víctimas.