No hay una fórmula precisa para el éxito de nuestro país, lo que sí es certero es la imposibilidad de que mejore si usted y yo no colaboramos. Abandonemos el facilismo de elegir sin indagar, de criticar sin proponer, de buscar la pérdida del otro y no la victoria de todos. Colombia se construye en la unidad.

Como he mencionado antes, Colombia y Chile comparten similitudes en su espectro democrático de los últimos años. Ambos países tienen tendencia histórica hacia el conservadurismo, hoy son presididos por el progresismo.

Además, la emotividad distante por parte de los gabinetes tecnócratas de la derecha los condujo a la derrota electoral. En los dos casos existió un clímax perfecto para que el contenido social de la izquierda capitalizara los votos de inconformismo.

Petro y Boric, hoy presidentes, fueron fervientes opositores durante el mandato de Duque y Piñera. Estos últimos se centraron en gerenciar la crisis del COVID-19 sin generar vínculo alguno con “el pueblo”. Desatendieron los reiterados llamados de la necesidad con una actitud casi insensible.

Los actuales jefes de Estado auspiciaron y se beneficiaron por igual de lo que se denominó estallido social en ambas repúblicas. Cuando obtuvieron la victoria en las elecciones, pronunciaron un mensaje de negociación y consenso que, con el transcurso del tiempo, ha ido difuminándose.

Chile le dijo no al primer intento de constituyente de su regente que, sin perjuicio de la voluntad de los votantes, lo volvió a intentar perdiendo abruptamente en las urnas. Hoy deben decidir entre una constitución tejida por la extrema derecha o la que tanto promocionaron destruir.

Del mismo modo, el presidente Gustavo Petro ha gestado, en sus 9 meses de poder, un gabinete mucho más radical que el inicial. Lo ha hecho a su medida con el fin de continuar con su agenda reformista, inclusive si la división de los ciudadanos y su coalición es el precio. Ojalá la megalomanía no le gane la batalla a su cordura.

Las reformas a veces son buenas y convenientes, pero darles continuidad a las políticas públicas exitosas es necesario para que los cambios sean reales.

El gobierno del Pacto Histórico se ha apuntado logros notables como el inicio de la actualización de la educación en Colombia por medio de la reestructuración de la Ley 30 de 1992.

No obstante, según los últimos informes de la Cámara Colombiana de la Construcción, el mercado de nuevos inmuebles ha caído a niveles que no se veían desde mayo de 2020 (en plena cuarentena), en mayor medida, debido al desplome del -61.6% de ventas para las Viviendas de Interés Social. En palabras del informe la causa principal es “la incertidumbre alrededor de los cambios propuestos al modelo de asignación de beneficios y funcionamiento de Mi Casa Ya”. Palabras más, palabras menos: miles de familias pierden la oportunidad de tener un hogar propio.

La izquierda y la derecha latinoamericanas cometen errores por igual, pero desde una perspectiva política padecen de condiciones distintas. La primera sufre una clase psicosis en virtud de su pérdida de la noción de la realidad, propugna acciones que irrumpen el sentido común… abandona la razón justificándose en el corazón. Por su parte, la segunda peca mediante un tipo de psicopatía que, con el objetivo de conseguir resultados óptimos actúa con poca empatía y sin remordimiento.

Esta no es una apología al centro, es una invitación a reconocer que todas las vertientes políticas, sin excepción, tienen fallos. Tanto en la teoría como en la práctica. Sin embargo, es crucial recordar que el telos de todas es el mismo: el bienestar de Colombia.

La política tiende a dividir y algunos personajes lo facilitan aún más, pero tenga claro que la unidad reside en los ciudadanos. Es imprescindible escuchar, dialogar, debatir desde las ideas y no desde las posiciones dogmáticas; nadie es dueño de la verdad, tampoco hay que pensar igual. Ante todo, hay que dejar el nihilismo y llegar a las concertaciones.

Petro y Uribe se sientan en la misma mesa, Cabal y Pizarro evalúan proyectos juntas. En la conciliación está la solución. ¿Usted por qué se desgarra las vestiduras con mensajes de odio?

Colombia es símbolo de democracia. Acá cabemos todos; piense y proponga lo que quiera siempre y cuando sea respetando la institucionalidad.

Eso sí, sáquese de la cabeza que X o Y político es su salvador o su verdugo, aprópiese de su vida.

Nuestro país es un lienzo en constante creación y es a usted a quien necesita. No permita que la llama de la esperanza se apague, sin importar desde donde me lee, manos la obra…

“Nadie es la patria, pero todos lo somos.

Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,

ese límpido fuego misterioso.”

-Jorge Luis Borges, Oda escrita en 1966.