Ante el auge de la inteligencia artificial y demás novedades que la ciencia y la tecnología siguen entregando, quizá el hecho más sobresaliente que no podemos perder de vista es lo asombrosa que es la mente humana no solo porque allí se han originado tales avances, sino porque al parecer sigue siendo todo un desafío igualar su inmenso potencial.
Un estudio publicado por la revista Nature sobre evidencias de la codificación predictiva del cerebro humano sostiene que aunque los algoritmos de aprendizaje profundo son cada vez más capaces de generar, resumir, traducir y clasificar textos, aún no logran igualar las habilidades lingüísticas de nuestra especie.
No deja de ser sorprendente todo lo que un cerebro con estímulos mínimos logra gracias a su desarrollo normal. Y todo lo que se puede perder una persona cuando no los tiene en el inicio de la vida.
El querer, el insistir, el descubrir, el decidir, dependerán de múltiples y desafiantes circunstancias que no aparecerán si no hay una siembra inicial. Al respecto también hay evidencia científica sobre el devastador efecto en el desarrollo cerebral cuando un niño o niña crece con hambre y otras carencias elementales.
Una de las más reveladoras y dolorosas imágenes que los estudios han logrado es la de un cerebro de un bebé con desnutrición comparado con otro que está nutrido: la diferencia en la cantidad de conexiones neuronales es evidente.
Sin embargo, con apoyo y acompañamiento los niños y niñas menores de 5 años, especialmente los más pequeños (primeros mil días) sí se pueden recuperar de enfermedades evitables como la desnutrición crónica.
En 2022, la Fundación Éxito reportó que de su población beneficiaria 52,9% de los menores de 12 meses se mejoraron. Mientras que de los menores entre los 12 y 24 meses se recuperó de desnutrición crónica el 42,6%. Acciones como la promoción de la lactancia materna impulsaron la intervención con satisfactorios resultados: el 65,9% de los niños y niñas atendidos recibieron lactancia materna exclusiva en sus primeros 6 meses de vida.
Pero el elogio para la Fundación no basta. Su propósito fundamental no es el de salvar de la pobreza, la miseria y de la ignorancia a algunos colombianos. Es más bien el de mostrar cuál es, o debería ser, el orden de las prioridades en este bello pero a veces absurdo país. La respuesta obvia: son sus niñas y niños.
Ellos son el presente y el futuro y nos corresponde a todos, y muy especialmente a al gobierno en todos sus niveles (nacional y en sus territorios) ponerlos en el tope de la lista. Porque sin ellos no hay futuro y no hay nación. Ya llevamos muchos años sin entender que muchas veces no recogemos lo que sembramos. Salvar toda una generación no es algo que se logra en un día o en un periodo legislativo. Pero no por ello deja de ser importante también salvar la sociedad en la que van a vivir nuestros hijas e hijos.
El rezago en el desarrollo de quien sufre desnutrición crónica o retraso en talla, no se ve “por fuera”, porque ocurre en el cerebro y por eso este es un mal silencioso. Los niños y niñas que necesitan apoyo por ese tipo de malnutrición que se instala de forma triste, pero callada, ríen menos, interactúan menos, abrazan menos, juegan menos y son más bajitos que sus pares. Lo peor llega después, en la edad adulta, cuando las falencias se traducen en el coeficiente intelectual, en los años acumulados de educación y en la capacidad adquisitiva.
Se estima que medio millón de menores de 5 años sufre desnutrición crónica (ENSIN 2015). Sin embargo, según el índice de Desnutrición Crónica 2022 diseñado por la Fundación Éxito, en Colombia son 1.026.491 quienes están en grave riesgo de padecer esta enfermedad.
Sesenta mil cuarenta y seis niños y niñas de esa población infantil tan vulnerable y en riesgo recibieron apoyo de la Fundación Éxito y de sus aliados en toda Colombia. Treinta y cuatro mil quinientos cuarenta de ellos hicieron parte de los programas de nutrición en los que se incluye la entrega mensual de paquetes de alimentos proteicos; en 2022 se entregaron doscientos mil cuatrocientos tres.
En un silencio mucho más reconfortante y aliviador, cientos de empresas y millones de colombianos solidarios se unieron con sus donaciones y gracias a ello la Fundación Éxito invirtió más de veinte mil millones de pesos en proyectos de nutrición infantil, de la mano de más de cien instituciones presentes en 193 municipios colombianos.
Todo lo anterior cambio la vida de muchos y permitió nuevos futuros. Pero para que ocurra el milagro que habrá de impulsarnos al lugar que merecemos no se puede quedar uno solo por fuera. Por eso insistimos que la nutrición infantil y especialmente de cero a tres años debería colocarse de primera como prioridad pública número uno para el gobierno y para toda la sociedad.
“…Así es como cambia el mundo: poco a poco, mesa tras mesa, comida tras comida”. Shauna Niequisy.