Una experiencia reciente en un ingenio azucarero en el centro del departamento del Valle del Cauca me permitió comprender el significado de la expresión “corazón de caña”. Allí tuve la fortuna de dialogar con diferentes actores de la región que hacen parte de esta apuesta productiva y social, y me llené de emoción al observar en quienes trabajan la tierra tanto orgullo, amor y compromiso por generar bienestar para todos.
Detrás de un cultivo de entre 12 y 24 meses, con plantas de hasta cinco metros de altura, se encuentran innumerables “historias de caña” de quienes han labrado estas tierras por siglos. Alexandra, responsable de la operación en uno de los 13 ingenios de la región, me explicó con detalle los desafíos de productividad detrás de indicadores como el número de toneladas de caña producidas por hectárea y toneladas de azúcar obtenidas por tonelada de caña. Sin embargo, de su historia se percibe algo más importante: un proyecto de vida dedicado a generar bienestar a través de la producción de azúcar, miel, bagazo, energía y otros derivados. La misma entrega y dedicación transmiten los rostros y las vivencias de los diferentes operarios del ingenio, quienes con su trabajo contribuyen al fortalecimiento de un sector que compite a nivel mundial con países como Brasil, India, China, México y otros grandes productores.
Factores como la calidad del empleo, la educación y la apropiación de las nuevas tecnologías son clave para el desarrollo del sector, que se ve impactado además por una “paradoja del talento humano”, pues, aunque miles de jóvenes en nuestro país buscan una oportunidad laboral, no es fácil atraer y retener a jóvenes con las experiencias y conocimientos necesarios para participar en todo el proceso productivo.
Para enfrentar este desafío, se requiere un esfuerzo de innovación pedagógica que fomente el desarrollo de competencias teórico-prácticas mediante el modelo STEAM, en el que la convergencia de ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, con el uso intensivo de laboratorios de emprendimiento, innovación y creación, genera resultados extraordinarios para maximizar dichas competencias. Lo anterior con base en una nueva alianza entre la universidad y la empresa para garantizar una alta empleabilidad con impacto en el sector, así como mejorar las condiciones laborales y sociales de los trabajadores.
Sin duda, el clúster azucarero ha contribuido significativamente a la competitividad del Valle del Cauca. El departamento se ubicó en la quinta posición del Índice Departamental de Competitividad 2023, con un puntaje de 6,11 sobre 10. Este resultado se debe en gran medida a su destacado desempeño en el pilar de sofisticación y diversificación, donde alcanzó una puntuación de 9,70/10. Así mismo, el departamento sobresale en los pilares de instituciones, donde ocupa el cuarto lugar en el país, adopción TIC y tamaño del mercado, en los que se sitúa en el quinto lugar.
Por otra parte, los retos más importantes para el departamento se presentan en el ámbito de la educación básica y media, donde se encuentra ubicado en el puesto 21/33. Del mismo modo, presenta grandes desafíos en educación superior y formación para el trabajo, registrando sus puntajes más bajos en los indicadores de cobertura bruta en formación técnica y tecnológica (2,67 sobre 10), cobertura bruta en formación universitaria (3,75) y graduados en posgrado (3,78). No obstante, se espera una mejora continua en estos frentes a medida que se fortalezcan las sinergias entre la academia, el sector empresarial y la sociedad civil, y se aborden las brechas existentes en variables clave para el desarrollo como la innovación.
Conocer el proceso productivo del azúcar desde el cultivo hasta el empaque, pasando por la molienda, clarificación y evaporación, es una experiencia fascinante y visita obligada para todos los colombianos, quienes, de acuerdo con un estudio del Laboratorio Empresarial de la Universidad del Rosario en 2023, consideran a los ingenios azucareros como una industria positiva para el desarrollo integral del país (87% de los encuestados).
Mi gratitud a quienes amablemente me compartieron lo que significa el “corazón de caña” de esta tierra, que se caracteriza por su compromiso con la sostenibilidad y que merece ser reconocida en escenarios nacionales e internacionales.