¿Cuántas veces te quejas en el día? Desde que abres los ojos cada mañana, hasta que te quedas dormido, ¿cuántas veces expresas tu insatisfacción y culpas a los demás por ella?

Cada uno de nosotros podría escribir un libro de superación personal, el mundo podría ser una gran enciclopedia espiritual, si nos adentráramos en nuestra alma y revisáramos aquello que hemos superado y aprendido, en lugar de quejarnos.

El problema es que la mayoría de las veces las personas se quedan encadenadas al rencor, al dolor, al sufrimiento y a los efectos secundarios nocivos que se desprenden de los choques emocionales que vivimos en nuestras historias.

Hace poco asistí a un maravilloso taller de restauración emocional, en el cual todos los participantes nos dispusimos a sanar y a soltar todas aquellas heridas que cargamos de nuestras historias familiares, una de las cosas que más me llamo la atención es que la maestra que impartió el taller es una bella señora de 84 años, una mujer serena que irradiaba luz y plenitud, quien nos comentó, que el secreto que ella tenía para mantenerse en forma física y emocionalmente, era que un día había decidido suspender la queja de su vida y que tan solo este cambio de actitud la había llevado a la gratitud y a la tranquilidad interior que experimentaba.

Somos una sociedad herida y resentida, vamos por la vida culpando a los demás y resintiendo a todo el mundo por aquello que nos hicieron cuando nos sentimos lastimados, entonces nos vinculamos desde la herida con el otro.

La violencia, los estallidos sociales, las guerras mundiales y los conflictos familiares nacen única y exclusivamente en los corazones de las personas que deciden castigar y culpar al otro por su insatisfacción, su rabia y su dolor.

Hace un par de días, vi en las noticias, como unos indígenas reventaron a patadas a un policía, quien indefenso y herido permanecía tirado en el piso, tras recibir una brutal golpiza sin que nadie lo defendiera, mi corazón se estremeció al ver que las personas cometen atrocidades contra otros; justificando sus crueles acciones cuando se han sentido víctimas, entonces se llenan de rencor y se convierten en victimarios, tejiendo nudos de violencia y brutalidad.

Centenares de niños en Ucrania siguen siendo heridos y asesinados, otros sometidos a profundos traumas emocionales provocados por adultos que de alguna manera culpan a otros y buscan venganza o justicia a través de crímenes de lesa humanidad.

¿Cuál es el origen de la guerra interna que se gesta en el interior de cada alma? No habrá paz en el mundo ni en nuestros hogares hasta que no haya paz en nuestros corazones.

Las guerras y conflictos nacen de la incapacidad de las personas de hacerse responsables de su sanación interior, de su restauración emocional, para salir de la queja que los convierte en seres ansiosos por cobrarle a alguien más, aquel dolor o frustración que experimenta en su propio corazón.

¿Qué pasaría en el mundo si todo el dinero que se invierte en armas y en guerras, lo invirtiéramos en retiros espirituales de sanación y de perdón?

¿Qué pasaría si cada indígena, aborigen, soldado, guerrillero, policía o mandatario se retirara a un centro de espiritualidad y fuera guiado por una semana a vivir un profundo proceso de desintoxicación emocional, para que pudiera sanar su historia y su dolor?

¿Qué pasaría si los padres y los hijos vivieran procesos terapéuticos y espirituales de perdón, que los ayudaran a lograr la resolución de los conflictos familiares?

Creo que vivimos en una sociedad infantil e inmadura emocionalmente, que ha decidido vivir en la queja y en la herida; sin hacerse responsable de sanar su historia de tal modo que pueda aportar a la sociedad relaciones y comportamientos altruistas, capaces de vivir en valores como el respeto y la compasión.

Las personas prefieren vivir desde la rabia y desde la venganza, creyendo que siempre la responsabilidad es del otro que lo lastimo, del gobierno que no le dio, del partido político que no le soluciono el problema, de la crisis económica que le llevo a su situación de desgracia actual.

¿Entonces cuando seremos autónomos para dejar de ser víctimas?

¿Cuándo dejaremos la queja, para hacernos responsables de renunciar al hecho de permanecer heridos?

Las almas se encuentran encadenadas, presas de sus historias de dolor, y así van como soldados caídos, arrastrándose por campos minados de hostilidad y conflictos; pues son incapaces de adentrarse en hospitales espirituales de sanación interior, para sanar de una vez por todas, con el firme propósito de liberar a sus seres queridos y a la sociedad de cadenas interminables de agresiones y conflictos.

¡Suspende la queja de tu vida! Es la clave para ser feliz, es fundamental entonces revisar nuestras expresiones cotidianas de queja, es imprescindible que nos demos cuenta de que, si nos quejamos de nuestro país, de nuestra pareja, de nuestros padres, de nuestros hijos, entonces nuestra plenitud se convierte en una pluma tan ligera y vulnerable que cualquier viento la hará tambalearse de un lado para el otro sin lograr ningún tipo de estabilidad.

Estás esperando que alguien fuera de ti, venga y te rescate del mundo cruel y hostil que te rodea, en lugar de decidir liberarte de todo aquello que te atormenta o te quita la paz…

No eres vulnerable, no eres abandonable, no eres lastimable si decides que puedes liberarte de tu historia de dolor y elegirte como una persona capaz de construir el mundo de equilibrio y felicidad en el que quieres vivir.

Todos hemos sido niños y adolescentes lastimados en algún momento de nuestra historia, todos somos adultos que cargamos con equipajes emocionales muy pesados que en ocasiones queremos patear lejos de nosotros, pero la queja no nos libera de la responsabilidad personal de asumir con valentía aquella realidad que vivimos hoy.

¿Tienes una pareja que ya no soportas y ya no amas? ¿Tienes conflictos con tu hijo o hija? ¿Tienes una madre o un padre con quien discutes y no te entiendes? ¿Tienes una condición médica que te agobia? ¿No te alcanza el dinero? ¿Tu trabajo es desbordante o monótono? ¿Tu país está en crisis y los políticos son corruptos?

Detente y asume de modo contundente aquello que puedes modificar, ¿qué puedes hacer para suspender la queja cotidiana que te convierte en niño indefenso ante tu victimario?

¡Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes!

Hoy tuve la gran oportunidad de conversar con el gran escritor español Francisco Alcaide, autor del best seller: Aprendiendo de los mejores, de quien aprendí que nuestro desarrollo personal es nuestro destino, por eso no hay mejor inversión que la que se hace en uno mismo.

En nuestra canasta familiar debemos tener presupuesto mensual para invertir en nuestro desarrollo espiritual, en terapia personal, conyugal y familiar, si es necesario, pues sanarnos a nosotros mismos, sanar nuestra familia y sanar nuestros vínculos afectivos, es sanar nuestra dolida y rota humanidad.

Solo a través de la sanación de las heridas internas y aplicando la espiritualidad como medicina sagrada del alma, podremos acabar con las guerras que matan a tantas personas inocentes, así como las guerras que hieren y matan nuestras relaciones humanas en el corazón de nuestras familias, pues muchas de ellas están divididas y descuartizadas.

Mi invitación hoy es a que decidas suspender la queja de tu lenguaje y de tu vida, has un inventario de todo aquello por lo que te has venido quejando, siéntate con esa persona y proponle los cambios que necesitan trabajar, hazlo de la mano de un profesional, pues reconstruir un vínculo no es hacer café instantáneo.

Habrá situaciones y relaciones que no podrás cambiar, entonces toma decisiones como cambiar tú, alejarte para proteger tu integridad, aceptar y dejar de controlar, aprender el arte del toreo y así quitarte del medio para evitar que te lastimen o te embistan.

¿Quién eliges ser ante esa persona o situación de la que te quejas?

Toma decisiones y acciones desde tu responsabilidad de velar por tu bienestar, lo que no se vale es seguir pensando que los demás son culpables de tu infelicidad, pues tú eres el único pulidor de tu diamante interior, tu alma, entonces ¡hazla brillar!

Tu alma es una joya que debes aprender a pulir, sacándole todo el material que obstruye el paso de la luz.

Mi píldora para el alma:

La sabiduría no es más que dolor sanado, nadie puede ser sabio si permanece herido, nadie puede dar luz al mundo si se encierra en la oscuridad de su dolor y lo convierte en rencor, entonces suspende la queja y transfórmala en tu victoria personal, es decir en dolor sanado.