La contundencia del triunfo de Donald Trump sorprendió a todo el mundo, incluidos los propios republicanos. Los análisis que se han publicado están muy centrados en la figura y personalidad del nuevo presidente. Muy poco se ha publicado sobre las causas y el ideario que desde la sociedad norteamericana empujó la contundente victoria
Se anticipa un gobierno determinado por la personalidad de Trump. Sin embargo, no necesariamente los segundos tiempos son iguales a los primeros y, además, han pasado cuatro años desde su primer gobierno. Este tiempo ha posibilitado a los republicanos construir su programa alrededor del presidente de una manera más estructurada que su primer mandato donde, más allá de twitter (hoy X), era difícil interpretar las posiciones con excepción de temas como la migración. El control la Cámara de Representantes daría al partido republicano las mejores posibilidades de aprobar los cambios en políticas tan complejas como la migratoria y, adicionalmente, de fiscalizar la cesura de funcionarios de gobierno.
¿Cuáles son los elementos de entrada de esa agenda? Vale la pena repasarlos en el manual estratégico republicano 2025 Mandate for Leadership: The Conservative Promise. Publicado por la Heritage Foundation como un “esfuerzo colectivo de quienes se han unido alrededor del espíritu de avanzar en un cambio positivo de [los Estados Unidos] América”.
Se ha tendido a simplificar la polarización en los Estados Unidos desde las visiones contradictorias los habitantes de las ciudades costeras, aparentemente poblaciones más educadas y cosmopolitas, con los pobladores del centro del país y la clase trabajadora, de menores ingresos. Esa puede ser una simplificación sesgada. De hecho, la demografía del país ha cambiado sustancialmente y, muchos de los votos que eligieron a Trump, provinieron de hombres latinos que hoy habitan en el centro de los Estados Unidos. Los republicanos también avanzaron en distritos tradicionalmente demócratas en suburbios de las grandes ciudades.
La Agenda 2025 especifica cuatro pilares detrás del pensamiento de muchos que votaron por un presidente republicano: 1. Restaurar la familia como pieza central de la vida americana; 2. Desmantelar el “estado administrativo”; 3. Defender la soberanía nacional contra amenazas globales y 4. Asegurar los derechos de los individuos hacia la libertad y la autonomía.
Una frase resume la visión detrás del papel del Estado: “El gobierno federal es un gigante transformado en arma contra los ciudadanos americanos y los valores conservadores. La libertad y la independencia se encuentran asediadas como nunca”. Un país que quiere mirarse hacia sí mismo parece ser el resultado de esa visión que se acompaña obviamente de dar relevancia a la economía y los mercados, pero también hace una crítica a los directores de las grandes corporaciones americanas que “se preocupan más de sus inversores y organizaciones extranjeras que de los trabajadores y de sus clientes americanos”.
Esa visión no deja de tener justificación contundente en la inflación que ha llevado el costo de vida a niveles impensables, el déficit de vivienda y la pérdida de competitividad en diferentes sectores. Pero en una visión de largo plazo también existen elementos estructurales que afectan profundamente a la población. La expectativa de vida en los Estados Unidos se ha desviado de manera sustancial de los países europeos en los pasados 30 años y persisten problemas de salud críticos como la obesidad, la enfermedad cardiovascular, el consumo de psicoactivos y tasas elevadas de homicidio en las grandes ciudades. El acceso a los servicios de salud y el gasto de bolsillo afecta a la población que no logra empleos estructurados, en el país con el mayor gasto per cápita de salud en el mundo.
La agenda republicana también señala que las agencias del gobierno federal adquirieron un poder desmesurado e intrusivo en la vida de los ciudadanos. Se propone su autonomía e incluso su eliminación. Esto se concreta en limitar, por ejemplo, sus capacidades para hacer reglamentaciones impositivas en la educación y la salud pública. Se busca que los ciudadanos tengan más injerencia en cómo educar sus hijos frente a las visiones progresistas (o ´woquistas´), de muchas escuelas públicas y posicionar -la relación entre el médico y el paciente- como más determinante que la visión técnica de los programas de las agencias federales.
Para Latinoamérica existen tanto retos como oportunidades: Una frontera libre de fentanilo con un Estado mexicano liberado de las ataduras del narcotráfico. Igual una aproximación “local” frente a las amenazas de seguridad y contrarrestar una visión “antiamericana” proveniente de gobiernos progresistas, proclives a influencias extra hemisféricas. En la economía, una visión continental para orientar la producción de bienes y servicios hacia centro y Suramérica, fortaleciendo la “re-hemisferización” de la producción y la protección de las cadenas de suministro de bienes y servicios frente a amenazas externas.
Muchas veces las ideas que empujan una elección quedan rezagadas ante las realidades que enfrentan los gobiernos elegidos. Lo que no se puede dejar de lado es que estamos ante un cambio radical en la mayor potencia mundial. Todo lo anterior, acompañado de un mandato ciudadano amplio y suficiente; sumado al posible control del congreso y la progresiva modulación hacia las ideas conservadoras en la Corte Suprema. Lo cual brinda mucha factibilidad al ideario republicano y, seguramente, a su influencia sobre todo el continente.