Cuando comencé mi primer noticiero en La FM, pensé que iniciaría un trayecto laboral que terminaría el día de mi jubilación. Pero me equivoqué. Sin embargo, este camino de cambios desemboca ahora en un nuevo proyecto, lleno de agradecimientos y aprendizajes. Me explico.

El primer día de trabajo en RCN, la cadena que siempre vi como mi casa por nuestros vínculos familiares, aunque nunca había pisado porhaberme formado, paradójicamente, en la competencia fuera del país durante más de 20 años, fue uno de ilusión y tropiezos. Así fue: en una madrugada de febrero de 2018 comenzamos en una cabina vieja, que en su momento había usado mi padre en Antena 2, en la que apenas cabíamos, pero con la certeza de que nos embarcaríamos en un proyecto exitoso.

Cristina Plazas, Fernando Quijano, William Calderón, Azury Chamah, Adriana Vargas, Andrea Bernal y Juan Aristizábal conformaron nuestra primera mesa. Tengo que confesar que estaba tan nervioso y desactualizado que William, un maestro de la radio, tenía que completar mis frases o recordarme al aire los nombres de los personajes porque yo no podía hacerlo. Todo avanzó rápido: nos tomamos confianza, estrenamos un nuevo estudio, tuvimos nuevos compañeros, iteramos conceptos, aprendimos, evolucionamos y llegamos al modelo que muchos de ustedes conocieron y que tanto éxito tuvo. En este modelo, la mesa estaba compuesta por Darcy Quinn, Juan Lozano, Azury Chamah, Fernando Quijano, Santiago Ángel, July Habib y William Calderón. Juntos recorrimos un camino maravilloso. A todos los que pasaron por allí, gracias. De todos aprendí inconmensurablemente.

Uno de los momentos más cruciales de este trayecto lo protagonizó, como siempre, mi padre. Una tarde, al inicio de esta aventura, cuando los números aún no nos acompañaban y estábamos en los dolores de crecer y evolucionar, el Profe esperó pacientemente a que mi esposa, mi madre y mi hermana se levantaran de la mesa con los niños. Entonces, me dijo algo que, desde entonces, define todo lo que hago: “Tienes que ser tú. Nadie va a escuchar a alguien que no está convencido de lo que dice o que quiere ser otra persona”. Lo recuerdo como si fuera ayer y, desde entonces, como por arte de magia, la audiencia empezó a llegar. No te lo he dicho antes, pero gracias, papá.

Pero todo llega a su fin. Cuando creía, en lo personal, que tenía el mundo entre mis manos, que todo estaba bien y que faltaba muy poco para llegar al primer lugar, las directivas tomaron la decisión de que el proyecto necesitaba un cambio. No puedo negar que la noticia me tomó por sorpresa y, por supuesto —¿quién no?—, me sentí muy golpeado. Pero con el paso del tiempo entendí que fue lo mejor que me pudo pasar. Lo digo sinceramente. Siempre estaré agradecido con RCN y sus directivas porque, en medio de este camino, me dieron lo más valioso que puede lograr un periodista: me permitieron encontrar mi voz.

Una vez fuera de la seguridad que da estar respaldado por una gran cadena todos los días, me sentí desorientado. Créanme cuando les digo que no sabía qué hacer al despertar todos los días a las 4 a. m. Pero con la ayuda (o quizás el desespero de tenerme en casa) de Siad, mi esposa, y unos buenos amigos, que siempre están en las buenas y en las malas, empecé a encaminar algunas inquietudes y aprendizajes académicos sobre la evolución de la industria. También comprendí por qué Dios me encaminó a volver a la universidad a mitad de este año para aprender sobre el negocio de los medios, los deportes y el entretenimiento. Había un propósito: necesitaba ver más allá de mi realidad inmediata.

Por eso, esta semana arranqué un proyecto digital que he llamado Vélez por la mañana. Es un experimento en el que me encuentro con algunos de ustedes a las 7 a. m. por YouTube, Twitter, Facebook, Instagram y Spotify, y que estoy disfrutando mucho. Es algo que complementa mi trabajo en Univisión y me permite seguir mi misión en Colombia. Estoy trabajando en ideas para evolucionar más este experimento y creo que estoy viendo las oportunidades que, entre otras cosas, se hacen evidentes hoy en Estados Unidos, donde los medios digitales empiezan a hacerles mella a los tradicionales. Pronto les contaré.

En este camino de cambio también me han acompañado las lecturas de Ronald Heifetz, profesor de Harvard, a quien conocí en mi maestría. Es ampliamente citado por su trabajo sobre liderazgo adaptativo, en el que propone una serie de recomendaciones para enfrentar cambios en organizaciones, comunidades o sistemas. En sus escritos subraya que es importante reconocer que los cambios generan incertidumbre y resistencia, por lo que los líderes deben manejar esta angustia para que las personas no se sientan abrumadas; que los cambios adaptativos pueden ser desafiantes y tienen el potencial de desviar la atención de los objetivos principales, por lo que es crucial siempre mantener el norte claro; y que es determinante aceptar la pérdida como parte del cambio, ya que implica que algunas personas tendrán que dejar atrás creencias o prácticas antiguas. Por ello, hay que validar las pérdidas, entenderlas y superarlas para seguir adelante.

Confieso que el cambio ha sido refrescante. Pero ¡qué delicia volver a comenzar! Usted, atrévase a comenzar. Los espero. Y recuerden, como lo decimos siempre: “todo va a salir bien”.