Conmemorar 130 años de vida de la Policía Nacional, como lo hemos hecho estos días, es por un lado valorar el esfuerzo y sacrificio de quienes desde entonces han forjado el destino de una Institución garante de la democracia y de los derechos de las personas. Es también honrar la memoria de quienes han partido en cumplimiento de su deber, pero al mismo tiempo es reflexionar sobre el sentido que tiene hacer parte de esta familia cuya misión es servir a los colombianos.

Actualmente somos 136.525 hombres y 15.553 mujeres profesionales de Policía los que tenemos esa responsabilidad; un día elegimos estar aquí, no por capricho sino por convicción. Cada vez que hemos estado al lado de las familias de nuestros compañeros muertos, todas ellas nos han dicho que la mayor ambición de cada uno era ser policía porque amaba lo que hacía.

Y es que los policías de la patria, los buenos policías de este país, no tenemos duda de nuestro compromiso; estamos dispuestos a dar la vida para defender la de otro ser humano, para defender la dignidad y la libertad de quienes habitan esta hermosa tierra, la tierra de nuestros antepasados, de nuestros hijos, de nuestros nietos.

Para ser policía se requiere una escala de valores muy alta porque además debemos ser ejemplo para la sociedad. Ser policía significa hacer el bien, hacer lo correcto, respetar un uniforme que lleva impregnadas las lágrimas y el sacrificio de muchos en el pasado, el presente y el futuro. Este uniforme no se puede manchar, este uniforme tiene que infundir respeto y cariño al mismo tiempo.

Ayer tuve la oportunidad de acompañar al señor ministro del Interior, al doctor Daniel Palacios, al municipio de Cajibío en el departamento del Cauca y pude constatar, como lo hemos hecho en todos los lugares de Colombia, el afecto de la gente por su Policía. Allí me encontré con varios niños que nos ven como héroes; uno de ellos se emocionó de tal forma que cuando le obsequiamos una de esas monedas emblemáticas de la institución, saltó de la dicha y nos abrazó al punto de conmovernos.

Hoy les digo a todos mis compañeros que están a lo largo y ancho del país que ese es el mayor activo que tenemos. Esa es la razón de ser de este camino que escogimos como proyecto de vida. Siempre que nuestro trabajo haga aflorar la sonrisa de un niño, la gratitud de un adulto, una mejor convivencia entre las personas y entornos más seguros en campos y ciudades, habrá valido la pena lo que hacemos.

El señor presidente Iván Duque, al igual que el señor ministro de Defensa, Diego Molano, han sido claros en sus instrucciones para que tengamos el mayor despliegue institucional, todas nuestras capacidades volcadas en función de combatir el delito y procurar un país más tranquilo, más seguro. No podemos ser inferiores a ese mandato, al mandato de la sociedad y al juramento que hicimos cuando decidimos hacer parte de esta Policía que cumple 130 años.

Esta semana les decía a mis compañeros en la isla de San Andrés, en ese paraíso natural de nuestra patria, que la mejor manera de honrar a Sandra Marcela Pérez y a Libinston Manuel Ortiz, nuestros patrulleros recientemente asesinados allí, al igual que a todos quienes han ofrendado su vida, es justamente perseguir a los delincuentes donde quiera que estén. Los policías de Colombia tenemos que hacerles sentir a los criminales que no tienen lugar seguro, que los vamos a llevar ante la justicia como sucedió con alias Otoniel, y que ningún acto que atente contra la integridad de una persona puede quedar impune.

Aquí no hay espacio para vacilaciones. En estos tiempos en que el mundo y por supuesto el país viven momentos cruciales por los efectos de la pandemia, que entre otras cosas cambió la dinámica criminal y nos dejó altos grados de violencia asociados al delito y a la intolerancia social, tenemos que redoblar esfuerzos para hacer la diferencia, para ayudar en la reactivación de la economía, pero sobretodo para servir más y mejor que nunca cultivando ese cariño de los colombianos que agradecen nuestra labor.

Gracias a ellos por su confianza, gracias a todos mis compañeros por hacer lo que hacen, gracias a sus familias por el apoyo que les brindan. Recuerden siempre, y repítanlo muchas veces porque esto tiene un significado y un sentido muy profundos: Es Un Honor Ser Policía, Es Un Honor Ser Policía.

Dios y Patria.