Las imágenes que definen las guerras son, por lo general, de destrucción, desesperanza y desolación. Pero hay otras que tienen el mismo poder sin enmarcar una sola gota de sangre. La más poderosa por estos días la protagoniza el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, quien, vestido de fatiga, visiblemente cansado y frente a una pared blanca, pronunció la semana que acaba de terminar uno de los discursos más poderosos en la historia de la humanidad.

Las palabras de Zelenski, recibidas con una fuerte ovación por el Congreso estadounidense, fueron reminiscentes a las pronunciadas por el ex primer ministro británico Winston Churchill, cuando le pedía también a Estados Unidos involucrarse en la Segunda Guerra Mundial para enfrentar a los alemanes y detener el baño de sangre en Europa. Hoy, 80 años después, la historia se repite, y Putin es Hitler, Zelenski es Churchill y Estados Unidos es Estados Unidos, solamente que uno menos poderoso, más temeroso y egoísta.

Estas ya tres semanas de invasión rusa han develado en Zelenski una figura que quedará plasmada en los libros de historia como ejemplo de un líder digno de emular. Algo cada día más escaso en un mundo que se guía por las apariencias, el éxito fácil, la falta de compromiso y la ausencia de principios que marquen verdaderos derroteros de vida. Zelenski goza de valentía, empatía, una gran capacidad de comunicación y humildad. Todos elementos que, ya que estamos buscando un líder para nuestra Colombia por estos días, vale la pena analizar.

Empiezo por la valentía. En su discurso, el presidente de Ucrania hizo referencia a lo valioso que es poner la vida de los demás por encima de la propia. Algo que solo hacen aquellos servidores públicos que entienden que su misión trasciende lo personal. Evidentemente, esto no lo entenderán todos aquellos que, usted sabe, se roban los dineros de nuestra salud, educación y trafican secuestros. Zelenski dijo: “Ahora tengo casi 45 años. Hoy mi edad se detiene cuando los corazones de más de 100 niños han detenido su palpitar. No le veo sentido a la vida si no puedo detener más muertes”.

Empatía. El presidente ucraniano logró conectarse inmediatamente con su público, el Congreso de Estados Unidos, al decir: “Señoras y señores, americanos. En su gran historia ustedes tienen páginas que les permitirán entender a los ucranianos, entendernos ahora que los necesitamos. Recuerden Pearl Harbor, esa terrible mañana de diciembre en 1941, cuando su cielo se tornó negro por los aviones que los atacaban. Solo recuérdenlo.

Recuerden Septiembre 11, un día terrible en 2001 cuando el mal trató de convertir a sus ciudades y territorios independientes en campos de batalla. Cuando gente inocente fue atacada desde el aire. Sí, de la nada; justo cuando nadie lo esperaba”.

Comunicación. Zelenski toca el corazón de las personas que lo ven. Sus imágenes se reparten como fuego en las redes sociales. Es un hombre con una inmensa capacidad de comunicación viral y lo más admirable es que logra hacerlo con un mensaje inspirador y no negativo, como es tradicional en la red. Sus mensajes lo hacen ver cómo un caballero jedi liderando la resistencia del régimen opresor del imperio de Darth Vader. En su discurso quedó demostrado, haciendo referencia, sin mencionarlo, a Martin Luther King, máximo líder de la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos. Dijo: “Tengo un sueño. Estas palabras las conocen ustedes bien. Pero yo tengo una necesidad. Una necesidad de proteger nuestro cielo. Necesito su decisión, su ayuda. Tengo esa misma urgencia y necesidad que ustedes sienten cuando escuchan la frase: ‘Tengo un sueño’”.

Y, finalmente, humildad. Zelenski personifica la historia del pequeño contendor. Ese agredido por un rival grande e indestructible. El presidente de Ucrania es el perfecto David que se enfrenta a Goliat. Sin embargo, él tiene todas las de ganar, así como David. Tal y como lo explica Malcolm Gladwell en su libro Outliers: David no era un don nadie, era un filisteo experto en tiro de onda, mientras que Goliat sufría de gigantismo y tenía problemas para ver. Por eso le ganó. Zelenski ya ganó, entrará a la historia como un verdadero líder, y Putin no es más que, como muchos aprendices de autócratas con sed de venganza y resentimiento, un despreciable tirano, un asesino que ya perdió.

Ojalá en Colombia escojamos un verdadero líder que sea valiente, genere empatía, comunique bien y sea humilde. No uno que se destaque por su negatividad, mensaje de división, oscuridad y resentimiento.