Por el discurso del presidente Petro, el día de su posesión y por la composición pluralista de su gabinete al inicio de su gobierno, personalmente creí que sería un presidente para la unidad y la reconciliación nacional.

Desafortunadamente, no ha resultado así, todo lo contrario, y dolorosamente hoy podemos decir que Colombia, en todas sus regiones urbanas y rurales, está muy polarizada, y prisionera de odios y fanatismos.

En los complejos temas de gobernabilidad existen valiosas experiencias de gobernantes de izquierda, independientes o demócratas que han hecho muy bien su tarea de gobierno. Que han sido ejemplo de transparencia en el manejo de los recursos públicos y de relaciones positivas y respetuosas con diversos sectores políticos, sociales y empresariales. Convendría ver si podrían servir para retomar un camino que pueda llevar a la unidad y reconciliación nacional.

En tal sentido, me parece un error político del presidente Petro de no consultarle a todas esas personas independientes con experiencias de gobierno que —al igual que yo— queremos que le vaya bien en su gestión como presidente de la República, pero para lograrlo, debe empezar por desarmar la palabra y dialogar sin descalificaciones con amplios sectores políticos, sociales y empresariales.

En esa perspectiva, son preocupantes las tensiones que se han venido presentando entre el presidente de la República y varios parlamentarios, entre ellos el presidente del Senado, lo mismo que con varias organizaciones sociales, entre ellas la de los pensionados de Colombia.

En el propósito de lograr que el presidente de la República se convierta en el principal promotor de un proceso de unidad y reconciliación nacional, sería muy importante que en cada ciudad de Colombia se promovieran de manera autónoma, amplia y pluralista la constitución de cabildos populares. Esto con el fin de elaborar los principales nortes éticos que contribuyan al liderazgo democrático del presidente de la República ahora o después de agosto del 2026.

Si sabemos trabajar unitariamente, dichos cabildos abiertos se pueden convertir en un importante espacio donde se definan y señalen las acciones primeras y más urgentes para construir ese camino de unidad y reconciliación nacional. Espacios pluralistas que dejen de lado la discusión ideológica y el énfasis recaiga sobre las coincidencias y no las diferencias.

Si lo hiciéramos, desprendidos de prejuicios, es muy probable que nos sorprendiéramos al ver que podemos estar de acuerdo en el camino para superar los problemas, no perdernos en discusiones y etiquetas que nos desvían, y alejan cada vez más la posibilidad de coincidencias que permitan avances indispensables para un camino de reconciliación, camino que se construye paso a paso.

Una pregunta que algunas personas se pueden estar haciendo es si a esos cabildos populares se deben invitar a los precandidatos y precandidatas a las elecciones presidenciales del 2026. Mi respuesta es que sí, porque el que llegue a ganar en mayo del 2026, va a ser muy importante en el desarrollo y consolidación de una política pública en favor de una Colombia donde prevalezca la unidad y la reconciliación nacional.