Hasta el 7 de agosto continuarán los eventos y celebraciones después de la elección del nuevo presidente de los colombianos.
También seguirán las especulaciones sobre cuáles serán los ministros, los altos funcionarios y los embajadores. Algunos medios de difusión dirán que tienen “la chiva”. Es un deporte nacional, como el futbol.
Ya se han dado además las consabidas llamadas telefónicas y mensajes de felicitación de jefes de estado de otros personajes. Viene ahora la mecánica de la transmisión del mando y de los invitados que se harán presentes en las ceremonias.
Estando relacionados con aspectos fundamentales de la política exterior colombiana, el primer interrogante es si asistirán a las ceremonias Nicolás Maduro, de Venezuela; Daniel Ortega, de Nicaragua; y Miguel Díaz-Cannel, de Cuba. Si no lo hicieran, ¿a quién designarían presidiendo las respectivas delegaciones?
De igual manera, habrá expectativa sobre cuál será el representante de los Estados Unidos, no obstante que, en pocas horas, en un hecho poco usual, el presidente Biden y el secretario de Estado han hablado con Petro.
Además de las relaciones con esos cuatro países, quiérase o no, los demás temas de política exterior son prácticamente inamovibles.
¿Será que se puede eludir en este momento lo referente al cambio climático y a la preservación del medio ambiente? ¿Posiblemente el de los derechos humanos? ¿Acaso el de la lucha contra el terrorismo y contra corrupción generalizada? ¿O tal vez el de las migraciones internacionales? ¿De pronto el de los derechos de la mujer y de las minorías? ¿Y qué tal el del narcotráfico en sus diferentes modalidades? El tema de un foro interamericano sin los Estados Unidos, que fracasó sucesivamente, se ha venido tratando hace más de desde treinta años. El resto son pronunciamientos coyunturales y de estilo.
Pero no tratar de hacer el show afirmando que Colombia está como mediador en el conflicto árabe-israelí u organizando una cumbre como la que se hizo en Cartagena, que se programó con pompa y circunstancias durante muchos meses y de la que solo quedó el capítulo con las damiselas con los miembros del servicio secreto norteamericano.
De otro lado, ¿sería prudente acercarse a Irán, generando una inmediata e innecesaria reacción de Estados Unidos, de la Unión Europea y de varios estados árabes con los que tenemos relaciones?
¿Se podrá respaldar a Rusia frente a la invasión a Ucrania?: sería suicida.
No obstante que ante la expectativa de una guerra más prolongada de lo que se había previsto, en algunos países de la Unión Europea existen indicios de malestar por el efecto la suspensión de las importaciones de hidrocarburos y de otros productos rusos.