Tengo que ser sincero, se me escurren las lágrimas cada vez que veo esos videos de los venezolanos luchando por la democracia y la libertad. Lloro de orgullo y de emoción al ver un pueblo manifestarse y exigir de esa manera un futuro mejor.
¡Nunca había visto algo así! No es comparable en dimensión a la Primavera Árabe o a las protestas de Ucrania que fueron localizadas.
Lo de Venezuela es una explosión de patriotismo, de amor a Venezuela y de esperanza –a lo largo y ancho de la geografía venezolana– de recuperar a la familia que se rompió con la migración, o mejor expulsión, de 7 millones de venezolanos de su país por hambre.
Los colombianos nos tenemos que mirar en ese espejo, pues para allá vamos. Ya queda claro que Petro tiene su fiscal de bolsillo, como Maduro tiene el suyo. Ya Colombia, gracias a Petro, expulsa a cerca de 500.000 ciudadanos al año. Ya las organizaciones mafiosas y criminales, al amparo del presidente y su ‘fiscal’, amplían su capacidad de negocios ilegales y de acción criminal.
Debe ser esta la razón por la cual Petro y su canciller, que ni de bolsillo es, si acaso llega a ser su lacayo, callan ante esta lucha heroica. Puedo tener todas las diferencias políticas con Lula, pero ha actuado como un estadista y un demócrata. Cómo será que hasta Alberto Fernández, expresidente de Argentina, se ha pronunciado con claridad. Petro llora cada muerto de Gaza, pero cohonesta cada preso político o cada líder asesinado en Venezuela. Es una vergüenza esta actitud, que solo confirma lo que todos debemos tener claro: Petro no es un demócrata, quiere quedarse y, además, acabar la democracia en Colombia.
Volvamos a los escenarios del domingo 28 en Venezuela. Son cuatro escenarios, unos peores que otros, pero lo que hoy vive ese país no tiene reversa. A los venezolanos les quitaron todo, hasta el miedo, y hoy están empoderados como nunca una dictadura quiere se empodere su pueblo.
El primer escenario es que obviamente gana la oposición, Maduro se roba las elecciones, nadie sale a la calle y Maduro se queda en el poder. Como hoy está Venezuela, este es un escenario poco probable y creo tiene 10 por ciento de posibilidades de volverse realidad. De todas maneras, vale la pena ponerlo en blanco y negro, pues la probabilidad de que se traten de robar las elecciones es muy grande.
El segundo escenario, que para mí es el mejor, es que el CNE le dice a Maduro “la diferencia son 30 puntos”, Maduro consulta con los militares y estos le dicen no. Maduro reconoce la victoria y la oposición entra a negociar una salida digna para Maduro y su cleptocracia. Estados Unidos debe estar ahí y aceptar que estos criminales salgan libres y puedan disfrutar el resto de su vida de lo que se robaron. Probabilidad: 20 por ciento.
El tercer escenario es que Maduro acepta el triunfo de la oposición y cuando baje la marea ciudadana en unos meses mande matar o arrestar a María Corina y a Edmundo. Ellos saben que con este fervor ciudadano no pueden hacer nada, por lo tanto, juegan a ganar tiempo, como lo han hecho antes, para hacer lo suyo. Probabilidad: 20 por ciento.
Si este escenario se da, la única manera como se evita es que en los seis meses de transición el nuevo presidente y María Corina sigan en campaña para proteger el resultado mientras negocian una transición. Y en ese negocio de salida hay una condición: se adelanta la posesión para septiembre u octubre.
El último escenario tiene una probabilidad del 50 por ciento. Maduro se roba las elecciones y cientos de miles de ciudadanos salen a las calles a tomarse el Fuerte Tiuna, Miraflores y todos los escenarios de poder para hacer respetar el resultado. Los militares, hoy divididos, no van a asesinar a miles de ciudadanos y pasa uno de dos escenarios. El de Sri Lanka, donde sin violencia echaron al presidente Gotabaya Rajapaksa, quien renunció y huyó del país. En este caso, las protestas no pueden cesar si no hay un reconocimiento del presidente elegido porque pueden querer poner alguien que sustituya a Maduro, como Jorge Rodríguez u otro del séquito.
El otro escenario es el de Rumania, donde las protestas acabaron en el fusilamiento del dictador Nicolae Ceausescu y de su esposa, Elena. No se puede descartar, pues hoy los militares sufren tanto como los ciudadanos y la mayoría de presos políticos son militares con gran ascendiente en la fuerza. Hay una sed de venganza que ojalá Maduro y su círculo entiendan para no acabar como el dictador rumano.
A veces hay que aceptar lo inaceptable y ojalá Nicolás Maduro se comporte y acepte el momento que vive su país y deje el poder sin violencia. Seré el primero en reconocérselo y en apoyar que él y su combo puedan irse impunemente a algún lugar del mundo a disfrutar su dinero. Ya en Colombia aceptamos que violadores de niños y niñas, secuestradores, torturadores, masacradores y asesinos estén en el Congreso sin siquiera pedir perdón para no hablar de la impunidad. Esos sapos ya nos los hemos tragado.
Los venezolanos nos han dado ejemplo. Con Petro nos va a tocar. Pero por ahora, hacer fuerza, rezar y estar listos para actuar con el fin de que la democracia llegue a Venezuela. Desde Colombia también es mucho lo que podemos hacer.