Para los jóvenes que nunca lo conocieron, no lo vieron o lo escucharon, ese inmenso ser humano, el sacerdote Rafael García Herreros, fundador de esa gran obra El Minuto de Dios, decía todos los días, al final de su minuto en televisión, una frase muy pertinente para la Colombia de hoy: “Dios mío, en tus manos encomiendo este día que ya pasó y la noche que llega”.
Lo que ya pasó –el ‘Nannygate’ con sus detenciones y escuchas extrajudiciales, los 15.000 millones de Benedetti, los narcos con su hijo y Fecode alimentando ilegalmente su campaña, para solo mencionar unos ejemplos– nos da un marco de referencia para lo que viene. Pero la verdad es que hay que prepararnos –sociedad civil, partidos, sector privado, Fuerzas Armadas, jueces y magistrados– para la noche que llega, los tres años que faltan para que termine este nefasto periodo presidencial.
Primero que todo, se va a necesitar de mucha paciencia para aguantar las estupideces que dicen el presidente Gustavo Petro y sus ministros. Además, es fundamental buscarle el raciocinio detrás de cada declaración para poder saber para dónde van o qué quieren. Ahí van dos ejemplos.
El primero es Petro diciendo que con financiación de unos supuestos empresarios españoles lo quieren tumbar, cuando la verdad ya está caído, como se ve en las encuestas. ¿Qué hay detrás? Primero, lo que mejor sabe hacer: victimizarse. Así hizo su carrera política, le funcionó y ahora que sabe que está más caído que teta de gitana, busca simpatía de esa manera. Y segundo, distraer la atención al tirar la pelota para otro lado.
El segundo ejemplo tiene que ver con Luis Fernando Velasco, el ministro del Interior, un caucano sensato y jodido, como la mayoría de los caucanos, pero un hombre decente con una carrera política exitosa. Hoy, es irreconocible y parece estar como la casita roja de Davivienda, en el lugar equivocado. Nunca esperé que comparara la grave situación de orden público en este momento electoral con las elecciones de 1990, cuando mataron a varios candidatos presidenciales. No quiere esto decir que no podamos volver a momentos como aquellos que menciona, y para allá vamos con esta política de paz total, pero eso es otro tema. Lo que sí hizo con esta fallida declaración fue tratar de minimizar lo que está sucediendo en las regiones en orden público con la peor tragedia política de nuestro país en los últimos 50 años, exclusivamente para buscar darles algo de oxígeno político al Gobierno y a su cargo. ¿Lo peor? No solo falló en su intento, sino que Velasco mostró un triste rostro que la verdad pocos le conocían.
Para esta laaaaargaaaaa noche que llega también se va a necesitar de una gran estrategia de comunicaciones y de protección por parte de los distintos sectores, empresas y personas que están siendo atacados desde el Palacio de Nariño y sus bodegas. Igualmente, las próximas víctimas de esa estrategia, la única que tiene el Gobierno, deben prepararse para controvertir y atacar de vuelta en los únicos tribunales donde pueden ser escuchados: los de la opinión pública y la calle.Un ejemplo es la acusación que hizo Petro a Argos y su respuesta, una cartica muy decente que estoy seguro generó una estruendosa carcajada en el Palacio de Nariño. La carta de respuesta no la lee nadie, pero la acusación del presidente sí quedó en el ambiente. Argos condenada en la opinión pública por un presidente que no tiene ética, no tiene palabra, no respeta la verdad ni los hechos. Y eso que no estoy hablando de Ernesto Samper. Petro 1, sector privado 0.
Lo mismo pasa con el sector salud, donde tres EPS tienen 13 millones de aliados y están arrinconadas. Está bien la respuesta en cartas y las reuniones, eso es lo institucional y toca, pero con eso no basta. ¿Dónde está la estrategia judicial? ¿Y la de comunicaciones mostrando todo lo bueno que hacen y lo que va a pasar si se hace lo que el Gobierno quiere? ¿Y la calle qué? Petro 2, sector privado 0.
Ojalá la Corte Suprema no se deje imponer un fiscal y haga lo mismo que hizo con el Gobierno de Álvaro Uribe –en ese momento con apoyo de Petro, quien no tendrá argumentos para quejarse–. La Corte no nombró fiscal durante año y medio y luego, cuando llegó el presidente Santos, le aceptó el cambio de la terna. Hasta que la Corte no tenga claro que a la Fiscalía llega alguien responsable e independiente, y no una ficha del presidente para taparle la corrupción que ya sabemos cómo va, debería hacer lo mismo. A Petro se le da la mano y agarra hasta el hombro. Acá hay muchos para defender esa potestad que hoy tiene la Corte.
Lo de las Fuerzas Armadas es tan grave que merece todo un capítulo aparte que pronto escribiré. Las reservas y todos los ciudadanos debemos respaldar a la institucionalidad y a sus miembros que hoy son víctimas de los peores atropellos de un Gobierno que los usa como carne de cañón, le importan cinco sus muertos y no nos digamos mentiras, como en el vecino país, quieren es al final destruirlas.
De todas maneras, la reacción de la sociedad y de las instituciones da un respiro de esperanza. Muestran una resiliencia democrática que en Colombia conocíamos cuando la amenaza venía de afuera, de los narcos y de los terroristas, pero que no sabíamos que la tenía cuando venía de adentro, desde el mismo poder.
No hay que bajar la guardia, pues “el día que ya pasó” fue tenebroso, pero “la noche que llega”, les aseguro, va a ser peor.