Durante las últimas tres semanas se han hecho llamados de atención desde las diferentes asociaciones de pacientes y las sociedades científicas sobre los graves problemas de abastecimiento de medicamentos. Estos incluyen medicamentos para la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y para la atención de problemas mentales, entre otros. No es una situación nueva, pero cuando se presentan esta clase de dificultades, se genera una justificada aprehensión de parte de la población.

El desarrollo, la producción y comercialización de medicamentos es una de las actividades más complejas que existe porque involucra desde la investigación de avanzada, una de las áreas industriales más especializada y, quizá, la cadena de abastecimiento más experta que se pueda encontrar.

Generar una vacuna o un medicamento es un proceso que involucra años de investigación, con resultados inciertos, costos logísticos y de comercialización elevados. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los desarrollos de medicamentos no son exitosos, sin embargo, aquellos que logran resultados efectivos suelen compensar a la industria farmacéutica por las demás inversiones en su desarrollo.

La producción y entrega de medicamentos se consolida como un mercado porque es la única forma posible de generar la competencia y los incentivos necesarios para desarrollar y producir medicamentos. Por tanto, los problemas de abastecimiento se originan tanto desde la oferta como desde la demanda. Es, en consecuencia, muy importante conocer dónde se presentan las dificultades para afrontarlas con las soluciones que permitan, literalmente, salvar las vidas que se pierden cuando un paciente crónico o un paciente con cáncer no tiene acceso a un fármaco.

El proceso de la cadena de suministro de un medicamento inicia desde los proveedores de la materia prima; la manufactura primaria, que genera principios activos y excipientes, y luego la manufactura secundaria ,que involucra la producción final y empaque del medicamento. Una vez es producido, vienen todos los permisos de comercialización y, finalmente, su entrega directa a través de mayoristas a farmacias y hospitales, que se encargan de la dispensación final.

En cualquier punto de esta cadena se pueden presentar dificultades y la mayor parte de los productos activos se producen exclusivamente en dos o tres países, lo que genera muchos riesgos. Por otro lado, los tiempos de espera para trámite y otorgamiento de licencias por parte de los países aún siguen siendo un tema crítico.

Durante la pandemia se presentaron varios problemas de abastecimiento de medicamentos y vacunas generados desde la oferta. El principal de ellos correspondió a las vacunas. Fue una carrera de 100 metros en que cientos de países compitieron por adquirir vacunas ante una oferta restringida: esto se configuró y consolidó como un problema clásico de restricción de la oferta. También existieron otras alertas de desabastecimiento en medicamentos para la atención en cuidado intensivo. Nunca el mundo había tenido una cantidad tan grande de pacientes en UCI, por lo que cualquier problema -por mínimo que fuese en una fábrica en particular- generaba olas de desabastecimiento a nivel global que tenían que enfrentar estratégicamente los países con compras tempranas y el mantenimiento de reservas estratégicas.

Más allá de las restricciones desde la oferta, están otras, desde la demanda, que involucran las restricciones frente a las cantidades requeridas y el financiamiento. El crecimiento de la demanda -con posterioridad a la pandemia- ha sido un fenómeno global, y en nuestro país el crecimiento ha sido mayor, probablemente empujado por los temores de los colombianos frente a los efectos de la reforma de salud, lo cual ha impulsado excesos de demanda.

Pero quizás el mayor efecto se da desde el desfinanciamiento del sistema experimentado en el último tiempo y que hasta el presidente de Nueva EPS –nombrado por el Gobierno- lo reconoció. Ante la evidente extensión en los periodos de pago de los pedidos, los proveedores farmacéuticos, como cualquier agente económico, tenderán a protegerse supliendo menores cantidades para reducir las carteras que mantienen con las EPS.

El asunto álgido es que el mercado de medicamentos colombiano tiene fragilidades. No existen grandes compradores y las compras directas del Gobierno –con excepción de las vacunas– son limitadas. Por esa razón, en Colombia coexisten dos canales de mercado: un canal comercial, en que el comprador es la población, y un mercado institucional, en que los compradores son las EPS y las IPS. Estos últimos son los que han venido presentando crecientes problemas de desabastecimiento ligados a las restricciones financieras que han experimentado las EPS como consecuencia del desbalance de las unidades de pago por capitación (UPC) y los retrasos en el pago de las deudas del Gobierno por los servicios no incluidos en el Plan de Beneficios. La crisis explícita.

Este es un síntoma muy ilustrativo de las dificultades del mercado institucional de medicamentos. Se presentó la semana pasada con el anuncio de los complejos problemas que atraviesa Audifarma, uno de los mayoristas y operadores logísticos más importantes en ese mercado institucional. Las complicaciones de financiamiento del sector también generan efecto dominó en los operadores logísticos que pueden terminar agravando los desabastecimientos de medicamentos que se presentan en el país.

La dispensación de medicamentos es un servicio bastante complejo que involucra dos mercados, más de 30.000 droguerías –mayormente empresas familiares–, operadores logísticos y, por supuesto, la industria farmacéutica nacional e internacional. Colombia ha tenido la tradición de una política farmacéutica sólida y orientada al acceso. Somos el país de Latinoamérica con el mayor acceso per cápita a medicamentos en unidades disponibles por millón de habitantes. También la segunda nación con menor gasto de bolsillo en medicamentos por parte de la población.

Sin embargo, esos avances se pueden perder si el Ministerio de Salud y el Invima se concentran en buscar los problemas de desabastecimiento de medicamentos río arriba, en la oferta, y dejan de lado el río abajo, en los evidentes y explícitos problemas de excesos de demanda y financiamiento deficiente del sistema de salud.