Se dice popularmente que de tal palo tal astilla; sin embargo no siempre es así. Aun cuando parezca difícil, de padres oscuros y siniestros pueden criarse mansas ovejitas y padres ejemplares criar ovejas negras. Pese a que siempre se espera que los hijos sigan la posición de los padres, creo que a estos mismos les debe sorprender cuando sus pequeños delfines sobrepasan todas las expectativas. Por eso no debe asombrarnos que en una importante familia colombiana dedicada a la política el retoñito haya salido más peligroso que el mismo padre. Cuestión de educación, por supuesto. Vale decir que los valores no se enseñan, se aprenden, pero también cabe señalar que la escuela familiar no siempre es lo mejor que a algunos hijos les puede pasar; el problema radica en que cuando la historia se repite, casi siempre es con peores consecuencias. ¿Será que en esto consiste el éxito? basta revisar la historia política mundial para darnos cuenta que Bushes y otras dinastías políticas perpetúan su estancia en el poder, pero no necesariamente con talento. El don de gentes, la simpatía y la buena imagen a veces se heredan, pero también las mañas y la astucia utilizada para el beneficio propio. Ojo. Los hijos son a veces una mala (o aún más mala) copia de los papás. Así que tomen nota atenta del recorrido de los futuros delfines del país. Puede que sean mejores que los papás, o quizás más perversos por una simple razón: quieren reclamar para sí mismos el poder del que ha disfrutado su familia, y a diferencia de sus padres, todo lo tuvieron, pero quieren más. Para bien algunas veces, para mal muchas veces más.