Los pagos de las pensiones del colegio y de las universidades de los hijos no dan espera, como tampoco la administración, la cuota del carro, el arriendo o el leasing del apartamento. Muchas personas pertenecientes a este grupo poblacional también perdieron su empleo; los bancos les dieron tres meses de gracia, pero bajo unas condiciones nefastas; posiblemente después de este periodo entren en default.
Varias empresas han cerrado, los independientes se quedaron sin clientes, las medianas y pequeñas empresas se sienten olvidadas. El gobierno nacional fortaleció al Fondo Nacional de Garantías con el fin de que los bancos presten con mayores facilidades, respaldando la deuda de estos sectores. Sin embargo, a pesar del reiterativo llamado del Presidente de la República, los bancos han hecho caso omiso y no están prestando. La devolución de saldos por parte de la Dian parece ser una herramienta que tampoco funciona. Miles de personas jurídicas y naturales se quejan de la cantidad de peros que les pone esta entidad, llegando incluso a afirmar que ese mecanismo es una farsa. El Banco de la República y el Ministerio de Hacienda hasta el momento no consideran que la emisión de moneda sea una alternativa. Esperan que la economía después del apagón se reactive poco a poco. Lo más seguro es que tengamos más de una cuarentena, por lo que las soluciones que se han dado son insuficientes. El Banco hasta ahora ha bajado los encajes bancarios, las tasas de interés, comprado Tes, adquirido títulos privados, subastado repos, etc. Ha hecho lo que ha estado a su alcance; sin embargo, debe desarrollar una política de expansión cuantitativa más agresiva. Solo esto hará que muchos negocios subsistan, al igual que millones de familias. Es hora de que le lleguen cheques no sólo a las personas y familias de estratos 1, 2 y 3; los estratos 4,5 y 6 también están enfrentando una emergencia, con todo lo que ello implica. Una democracia saludable se enfoca siempre en fortalecer su clase media; quizás eso esté faltando en este momento. La crisis de los hijos de los estratos 4,5 y 6 Decenas de estudiantes de la Universidad Javeriana y de la Universidad de los Andes no quieren seguir el semestre entrante. Les parece que las clases son pésimas, que los profesores no estaban preparados para los ambientes virtuales, que Zoom se cae a cada rato. Pero sobre todo no piensan pagar entre 12 y 20 millones el semestre por clases online. También hay estudiantes que no podrán regresar a las aulas (así sean virtuales), porque lastimosamente no tendrán con que pagar; sus padres han perdido sus empleos y tendrán que elegir entre el mercado o la universidad de sus hijas o hijos.
Por el lado de los colegios la situación no es muy distinta; miles de madres y padres han tomado la determinación de no enviar a sus hijos a los colegios y jardines infantiles, por lo que no pagarán matrículas. Consideran que las clases presenciales en estas condiciones no son seguras, y que las virtuales son pésimas y desgastantes; algunos padres que teletrabajan y además apoyan a sus hijos en sus clases online no pueden con las dos cosas al tiempo. En ocasiones tienen que atender clases de matemáticas y juntas directivas en simultánea, sumado a las labores propias del hogar. Otro tanto no escolarizará a sus hijos no por elección sino por economía; no pueden pagar sus estudios. Esta es parte de la crisis de la clase media, media alta y alta de nuestro país. Para ellos también deben presentarse alternativas.