Por atender lo urgente se descuida lo importante y se incurre en graves riesgos en el largo plazo. Así siempre nos lo ha advertido la sabiduría popular. ¿Pero qué pasa cuando lo urgente se vuelve trascendente? Esta es la condición en la que esta crisis del coronavirus ha puesto, a miles de empresas y a sus colaboradores. La urgencia de adecuar el sistema de salud para que no sea abrumado por una avalancha de contagiados en estado crítico, exige responder ante esta coyuntura en dos frentes.
Primero, reducir las posibilidades de contagio forzando a la mayoría de la población a “quedarse en casa” y de esa manera aplanar la altura de las olas de la eventual avalancha. Se trata de comprar un poco de tiempo mientras se prepara de mejor manera la infraestructura hospitalaria. Es una situación similar a la que enfrentaría un pequeño hostal de 10 habitaciones que se enfrenta al requerimiento repentino de alojar 50 huéspedes. Segundo, asignar al sistema de salud todos los recursos que demanda su adecuación, sin miramientos a las disponibilidades de fondos. Ante la urgencia de lo urgente, se proveen los recursos a sabiendas de que será necesario cubrir esos déficits temporales con endeudamiento adicional. O con impuestos que, por la urgencia de la situación, pueden ser contribuciones temporales, que bien pueden terminar en permanentes, como ya aconteció en una crisis anterior con el impuesto a las transacciones financieras. Volviendo al caso del pequeño hostal, sus propietarios deben iniciar, prontamente, la ampliación de su capacidad; así sea con soluciones temporales como la adecuación de unas carpas con servicios sanitarios o con contenedores adecuados para servir de habitaciones. Esto demanda recursos prestados, si no se dispone de las reservas patrimoniales o no se está en capacidad de hacer nuevas inyecciones de capital. El hostal, finalmente, tendrá que acudir al endeudamiento adicional.
Pero mientras adelanta estas adecuaciones, también debe proveer una solución, así sea temporal, a sus urgidos nuevos huéspedes. Por ejemplo, puede pedirles que se alojen en sus casas o en otros hostales cercanos, con el compromiso de proveerles los medios para su subsistencia, lo que significaría más requerimientos de recursos aumentando la cantidad del endeudamiento. Pareciera que la disponibilidad de fuentes de financiamiento es la herramienta adecuada “la panacea” para enfrentar las exigencias de estas urgencias. ¡Que equivocados están! También se presenta el caso opuesto. El hotel de 500 habitaciones que, de repente, encuentra que no tendrá ningún huésped por un tiempo indefinido. Es el mismo caso que enfrentan los restaurantes, los salones de belleza y todas las miles de mipymes que se vieron abrumadas ante la inesperada ausencia de sus clientes. Ahora es la misma urgencia con otra cara. Es necesario incurrir en una serie de erogaciones para mantener la capacidad de volver a operar en la eventualidad de que los clientes vuelvan a aparecer. De nuevo la urgencia de desembolsos en ausencia de disponibilidades. Parecería que la disponibilidad y el acceso a nuevas fuentes de financiamiento es la solución. ¡Grave error! Ya sea para adquirir nuevas capacidades, que podrían terminar ociosas, o para preservar las que están siendo ociosas, para que eventualmente se puedan volver a utilizar, se requiere de inmensas disponibilidades de financiamiento que estén, de verdad, al alcance de quienes las requieren para sobrevivir. Pero esa es solo una cara de la crisis: la más urgente. El problema de lo importante son las consecuencias. Para el grueso de las empresas privadas, las mipymes, que son alrededor del 85% del total y generan más del 50% del empleo formal, la situación se puede convertir en un tsunami económico que podría arrasarlas y con ellas a las fuentes de empleo. En general estas empresas tienen patrimonios modestos y bajos niveles de endeudamiento debido justamente a la fragilidad de sus estructuras de capital. Su capacidad para re-pagar esas deudas depende, en su totalidad, de la reactivación de sus mercados, muchos de los cuales sufrirán cambios significativos después que termine la cuarentena.
En conclusión, la fragilidad financiera de las mipymes y los riesgos que se ciernen sobre sus clientelas, hacen que el endeudamiento adicional sea solo un paliativo para los intensos dolores que causa la parálisis de sus negocios. El sistema productivo requiere un tratamiento similar al que se le está brindando al sistema hospitalario. *El autor es presidente y fundador de Iara Consulting Group. Doctor en Estrategia y Dirección General de Harvard University