En un reciente artículo publicado en HBR (febrero, 2020) los autores Haren y Simchi-Levi advertían que el pico del impacto del covid-19 en las cadenas de suministro globales podría ocurrir muy rápido. Estos investigadores basaban su análisis en que el envío de productos desde China a Estados Unidos o a Europa tomaba en promedio 30 días y el cierre de sus fábricas había comenzado hacia finales de enero antes del Año nuevo chino. En su estudio predecían "que la cresta del golpe del virus en estos encadenamientos ocurrirá a mediados de marzo, lo que obligará a miles de empresas a reducir o cerrar temporalmente las plantas de ensamblaje y fabricación en los Estados Unidos y Europa”. Preveían que las más afectadas serían aquellas que dependen de China para obtener piezas y materiales y teniendo en cuenta que esta nación se ha convertido en la “fábrica mundial”, estas compañías serían numerosas. Hasta grandes de la alta tecnología (Apple, Nintendo, Facebook) han comenzado a experimentar retrasos debido al cierre en ese país y han anunciado menores crecimientos en sus negocios para el 2020. En el campo de la industria automotriz fabricantes como Fiat Chrysler ha parado su producción en el viejo continente y Hyundai ha hecho lo propio en Corea. Visite: Sin prisa pero sin pausa La operación de los distintos puertos a nivel mundial de igual forma se ha visto altamente comprometida por esta coyuntura con la disminución evidente de sus actividades. Muchas economías se han vuelto demasiado dependientes de esta “globalización”. La distancia entre el lugar donde se fabrica o produce un bien y aquel donde se comercializa nunca había sido más grande. Puede afirmarse incluso que se está aprendiendo ahora cuan frágil es todo este sistema de producción “globalizada” que, a raíz de una interrupción con origen en China, la falta de materias primas provocará suspensiones en numerosos esquemas productivos. Lo que más preocupa, según los autores mencionados, es que “la gran mayoría de las compañías mundiales no tienen idea de cuál es realmente su exposición al riesgo de lo que está sucediendo en Asia; eso se debe a que pocos, si los hay, tienen un conocimiento completo de las ubicaciones de todas las compañías que proporcionan insumos a sus proveedores directos". El impacto secuencial parece inminente. Y según los dos investigadores, los efectos en la fabricación en todo el mundo podrían durar meses. Se observa inequívocamente que este trance es un llamado de atención clarísimo para la gestión respectiva en todo tipo de empresas y que estas, aun las más grandes, han tenido respuestas reactivas y descoordinadas a través de sus diferentes equipos viéndose muy afectadas. Otras, la minoría según los expertos, habían invertido en “mapear” sus redes de aprovisionamiento y se encontraron mejor preparadas antes de que surgiera la pandemia puesto que de alguna manera tenían una mayor visibilidad y “trazabilidad” de esta estructura. Al realizar esto podrían asegurarse ciertos inventarios y capacidad instalada, aunque restringida, en sitios alternativos. Hace poco (enero, febrero 2020), Resilinc proveedora de servicios de monitoreo de este tipo de conexiones y de los riesgos inherentes a las mismas, realizó una encuesta justo después del brote, en la que el 70% de los empresarios (300) manifestaban que apenas se encontraban en la recolección y evaluación de los datos acerca de sus proveedores y trataban de identificarlos “manualmente” para verificar si se encontraban en la zonas específicas bloqueadas de China. Toda lo anterior hace innegable la exigencia de efectuar permanentemente un mapeo de toda la red de suministro como una estrategia de mitigación de riesgos, así los recursos principales para hacerlo sean considerados “caros”, pero no llevarlo a cabo de modo “manual”. De igual forma siempre será necesario considerar que la función de adquisición o aprovisionamiento se mide es por el ahorro de costos y no por la garantía de ingresos, lo que significa obtener abastecimientos al menor costo posible pero siempre y cuando se cumplan con unos criterios de calidad mínimos lo cual implica que las personas del área de compras, logística y financiera concernidas deban reunirse para establecer brechas clave y protegerse de eventos disruptivos como el que enfrentamos ahora. Esta situación implica también la existencia de métricas claras entre proveedores y fabricantes y esto no siempre es obvio. Recomendado: Gestionar el caos y considerar el mercado Una nueva generación de firmas orientadas a analizar todos los datos de esta cadena y apoyadas en tecnologías de blockchain, inteligencia artificial, IoT (internet de las cosas) y otros mecanismos avanzados, como https://www.resilinc.com/ o https://lumachain.io/ realizan la trazabilidad correspondiente y rastrean el origen, la ubicación y la condición de artículos individuales a lo largo y ancho de la misma y en tiempo real. Bastantes usuarios de estos servicios ya están comprobando los beneficios durante la actual crisis y algunos de estos distribuidores mencionados, están trabajando con varios procesadores de alimentos y productores agrícolas ayudándoles a reducir el golpe de este penoso escenario. Sería bien interesante analizar y aprovechar todo el alcance que llegue a tener en nuestro continente, asimismo en Colombia, iniciativas como las de algunas “startups” asiáticas que están trabajando en este sentido y que le apuntan a productos tan nuestros y tan generadores de dividendos para muchos de nuestros compatriotas. La confianza y la transparencia en la cadena alimenticia no solo es decisiva en el mercado interno sino igualmente en las oportunidades que para estos empresarios se puedan presentar en los foráneos.