Estas son diferentes aristas de un mismo fenómeno: la desglobalización. Las consecuencias de la pandemia actual son los síntomas de un proceso mucho más grande. Se trata de un cambio de paradigma, del retroceso de la globalización y el comienzo de la era del localismo. En cierta medida, la COVID-19 ha sido su catalizador, uno que representa el final de un camino que inició con la caída del Muro de Berlín, en 1989.
Aún no conocemos todas las implicaciones de este nuevo ‘Fin de la historia’, pero sí tenemos claro que la COVID-19 impondrá al localismo como la respuesta a la necesidad de adaptación de las cadenas de valor mundiales. Lo que veremos será la irrupción masiva de la mano de obra automatizada en labores antes realizadas por humanos. Los robots no se enferman, no exigen derechos, trabajan en lugares en los que nosotros no -como el espacio- y lo más importante: pueden desempeñar el 90% de los trabajos calificados y no calificados. Esto traerá como consecuencia una gran inestabilidad social, y quizás el mayor reto que los líderes de los países emergentes afrontarán durante el siglo XXI. Es cierto, vamos a competir contra las máquinas, es inevitable, ya se ha dicho, pero también podemos prepararnos para cuando esto ocurra. De nada nos sirve temer como los luditas a la tecnología cuando es a través de ella que la civilización avanza. La pandemia trajo muchas calamidades, pero también ha puesto en evidencia la importancia de democratizar la educación. Por lo que me pregunto: ¿Realmente necesitamos ir a la universidad para aprender? ¿Solo podremos adquirir en un aula esa habilidad que nos hará competitivos en el futuro? Mi respuesta es que no. Con internet podemos abrazar el conocimiento y construir las soluciones que necesitamos. Ya lo había planteado el escritor Isaac Asimov antes de que Coursera, e incluso internet existieran: “Todo el mundo, a cualquier edad podrá aprender por sí mismo”.
Interés en la palabra Coursera desde hace 5 años. Fuente: Googletrends Estamos viviendo un cambio de paradigma que nos permitirá entrenar nuestros cerebros para conectar los puntos de diferentes ramas del saber de una forma creativa y así generar mayor conocimiento. Por eso, es necesario recalcar que con el fin de la globalización muere la era de los especialistas y nace la de los generalistas.
En un mundo en el que lo mínimo será catalogado y administrado, a través del Big Data, se reducirán las oportunidades para los humanos que quieran realizar esta tarea. Simplemente, las máquinas aprenderán a hacerlo mejor, más rápido, barato, y cada vez mejor. Por ello, nuestro trabajo es crear.