Por lo pronto, el enfoque de diversos gobiernos viene siendo mantener a la población a salvo y mitigar el impacto del COVID-19 en la salud mundial. No obstante, en medio de todas las medidas adoptadas, muchos negocios y muchas personas se ven a gatas para sobrevivir en un panorama de confinamiento que reduce notoriamente la generación de ingresos, mantiene constantes o al alza las deudas y obligaciones, y que no para de impulsar el gasto diario. Nos hemos encontrado con una serie de medidas que varían de lo más dramático (como el bloqueo total de circulación en Wuhan o Italia), hasta lo gradual (restricciones a eventos que promuevan la aglomeración de personas o la promoción del distanciamiento físico). No obstante, hay casos excepcionales como Corea del Sur que, a base de pruebas masivas y un rastreo de contactos, han logrado controlar la propagación del virus sin necesidad de imponer restricciones severas a la población.
Pero ahora los países se enfrentan a una segunda cuestión: asegurar los medios de subsistencia. Varios países tienen la capacidad de responder con paquetes de estímulo fiscal y económico para mitigar el impacto negativo de la crisis. A manera de ejemplo, Estados Unidos aprobó recientemente un paquete de rescate, estímulo y ayudas de USD$ 2,3 billones, algo sin precedentes recientes. Infortunadamente, no todas las economías cuentan con la misma capacidad para sobrellevar una crisis de esta magnitud. Se mantiene una gran incertidumbre, especialmente porque gran parte de los sistemas de salud, como los de la región latinoamericana, no están los suficientemente preparados y equipados para atender esta pandemia, a la par que se pueden potenciar a gran escala ayudas de impulso a nivel social y económico a la población vulnerable. Por ende, son varios los países que se enfrentan a cuestiones relacionadas a prolongar o no la cuarentena, de estimaciones de tiempo para que el confinamiento no envuelva a las naciones en una profunda recesión, o hasta de considerar medidas para una cuarentena parcial (que no sea para todo mundo o para todas las regiones al interior del país). Esto dado que son muchos los países que tienen grandes economías informales, condiciones de vida en gran parte de su población con dificultades y altos niveles de deuda, tal como es el caso de Colombia.
Así que, en medio de este sombrío panorama, especular sobre el cuándo y el cómo se alcanzará la recuperación económica en todo el mundo, son dos de las preguntas más importantes que ocupan la agenda política en sus previsiones a corto plazo. Ante el frenazo en el devenir empresarial de muchas compañías, es conveniente entrar a evaluar la manera en la que estas empezarán a recuperar progresivamente su actividad. Al respecto, Deloitte analizó cómo y en qué momento se podría hablar de una recuperación. Su planteamiento en tres fases inicia con una proyección de que el aislamiento y las restricciones, comprendidas como la primera fase, que finalizaría a mitad de mayo a nivel mundial y que podría evolucionar en ciclo, de acuerdo con como avance la pandemia en los diversos países. Hasta entonces, los sectores como el retail, hotelería y turismo, se mostrarían con una actividad casi nula. Posterior a esta fecha, entraría la fase de estabilización, en donde se reanudaría la actividad productiva. Allí, sectores como el comercio y los restaurantes presentarían una subida más grande, en comparación con el resto. Así, esta fase se extendería hasta finales de noviembre. Posteriormente, a inicios de diciembre, llegaría finalmente la fase de recuperación. Deloitte estima una celebración de navidad y fin de año más austera, con un ligero descenso en las compras de alimentos, sector que se destaca por buen desempeño durante la crisis. Por ende, los demás sectores lograrían recuperar parte de lo perdido durante la época de aislamiento, aunque muchos de ellos, ni siquiera alcanzarían cifras positivas. Hoy día, muchos países aún están en la profundidad de la crisis, registrando aún cientos de muertes día a día. Pero otros parecen estar aplanando la curva. Así que no es demasiado pronto para empezar a prepararse para las fechas posteriores a la crisis, pero ¿cómo se podría reiniciar la economía? La consultora McKinsey & Company propone dos marcos para reiniciar una economía. El primero refiere a priorizar tantos las vidas como los medios de subsistencia, estimulando la reactivación en regiones donde el reinicio de la actividad económica no conduzca a una mayor transmisión del virus. En paralelo, la idea es que se fortalezca el sistema de detección y de tratamiento de los casos para seguir mitigando la propagación. El segundo marco incorpora la relevancia económica a la priorización de los sectores para iniciar una reactivación progresiva. Esto a partir de, por ejemplo, el uso de métricas como el impacto en el empleo o la contribución dentro de la economía sectorial. No obstante, algunos sectores relacionados a atención médica, alimentos o servicios públicos necesitarán operar incluso en la fase de aislamiento y restricciones. En cuanto al PIB, las proyecciones del impacto económico que tendrá esta pandemia serán históricas. Desde ya se calcula que el impacto será mucho más fuerte a comparación de la crisis financiera de 2008 y que la crisis de deuda latinoamericana de 1983. De hecho, se anticipa que, por primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial, el PIB mundial será negativo. Según Goldman Sachs, Colombia y Perú tienen proyecciones de -2,5%. Pero habrán caídas más fuertes en la región para países como Brasil, México y Argentina. Y si bien, varias de estas economías hacen parte de las economías emergentes que no cuentan con una fuerte capacidad para afrontar esta crisis, tener un plan de acción anticipado para evaluar formas de reactivar la economía regional en el corto plazo no está de más. Ya ANIF, Fedesarrollo, y varios analistas han empezado a ajustar sus escenarios de crecimiento país a la baja. Para Colombia es determinante seguir actuando en: i) la reactivación del empleo; ii) buscar disminución del impacto de la cuarentena en la salud pública en especial con los difíciles problemas de manejo al incremento de desnutrición, abuso de niños y mujeres, problemas de salud mental y violencia intrafamiliar; iii) seguir impulsando los programas de apoyo gubernamental para promover la sobrevivencia de las mipymes del país para lograr al máximo su sostenibilidad ante la cuarentena; iv) el apoyo focalizado a la población más vulnerable desde programas como el de Ingreso Seguro, y v) el apoyo irrestricto a todos los entes que no paran durante la pandemia: sector gobierno, abastecimiento alimentos y sector limpieza, servicios públicos básicos, seguridad, vigilancia, domiciliarios, y muchos otros que día a día salen a la calle para lograr que la mayoría nos quedemos confinados.
Finalmente, el sector salud debe ser el más blindado para lograr mantener a flote el país y no tener mayores problemáticas en corto plazo; esto debe implicar: i) cumplimiento pagos atrasados y recuperación de condiciones salariales a todo el cuerpo médico; ii) protección plena de elementos de bioseguridad médica a todo el personal; iii) adecuación irrestricta para la prestación del servicio, para ampliar el número de unidades UCI; iv) adquisición de la mayor cantidad de pruebas de diagnóstico, entre privados y Ministerio de Salud; v) conseguir vía compra, donación y fabricación propia de más ventiladores/respiradores artificiales, y vi) búsqueda de llegada rápida de recursos vía transferencias para que EPS, IPS, hospitales de todo nivel y clínicas, tengan acción efectiva al tratar a los infectados de COVID-19 y otras patologías de impacto.