La educación juega un rol crucial en el futuro del mundo, ¿pero hasta que punto, nos está preparando para sumir los retos venideros? Tendencias crecientes generan incertidumbre y cuestionamientos sobre el papel del ser humano; la globalización, movilidad transnacional, un crecimiento considerable de la clase media, el aumento de la expectativa de vida, la inteligencia artificial, la ciberseguridad, el crecimiento de la población mundial, el aumento de enfermedades crónicas y de refugiados de la guerra, exigen que cambiemos nuestra forma de actuar. Por eso, la educación está llamada a combatir el cambio climático, la inequidad, la xenofobia, entre otros temas candentes de la actualidad, además de formar ciudadanos que participen activamente de la democracia y que definan con criterio el futuro. Esto por supuesto va más allá de preparar al estudiante para las Pruebas Saber, el Ecaes o las mismas pruebas Pisa. En nuestro sistema educativo se debería enseñar más sobre creatividad, flexibilidad, y capacidad de aprendizaje, pues es lo que preparará a los estudiantes a afrontar un futuro incierto. Pero así mismo, debería enseñarse sobre finanzas personales, inteligencia emocional, alimentación saludable y habilidades básicas de cocina, lavar y planchar, ética y felicidad; pues estas habilidades son básicas para la vida. ¿De qué sirve sobresalir en las pruebas estandarizadas que exige el Estado, cuando realmente no se contribuye con una sociedad de bien? Le recomendamos: Que su proyecto de innovación no se convierta en promesa de año nuevo En un mundo cada vez más sobrepoblado, con problemas de sostenibilidad y una hiperconexión que tiende más a aumentar que a disminuir, se requiere también formar habilidades de pensamiento crítico que permitan no solo tomar decisiones de futuro, sino incluso hacer un uso apropiado de la información y las redes sociales. El problema de las noticias falsas, o fakenews, es ante todo un problema educativo, ¿pero quién se está realmente apoderando de este tema? Así mismo, cada vez la población vive más, contando con pensionados llenos de vida que aún buscan ser productivos. ¿Dónde están las oportunidades educativas para este tipo de personas? Si seguimos viendo la educación como un servicio exclusivo de la juventud, se pierde la oportunidad de crear una cultura de aprendizaje continuo, que no solo beneficia a la sociedad, sino también a las empresas, pues ésta es la base de la gestión del conocimiento. Lea también: Los súper poderes del 5G Como afirma la ministra de trabajo francés Muriel Pénicaud, hoy en día “es más fácil acceder a capital que a habilidades”, ¿Cómo estamos entonces posibilitando desde el Gobierno, la escuela y la Universidad, el desarrollo de nuevas capacidades? En palabras de Pénicaud “muchos de nuestros ciudadanos se creen víctimas de la globalización y la tecnología. Cuando no vas de conductor, el cambio siempre es una amenaza. Necesitas estar frente al timón, necesitas estar en capacidad de escoger tu futuro”. Lo que seremos mañana comienza a gestarse hoy desde el salón de clase, el hogar e incluso el trabajo. Pero en un país donde los niveles de deserción universitaria son del 36% en el primer año y del 50% hacia el final de la carrera, ¿Cómo vamos a contribuir con la formación de nuestros ciudadanos? Más allá de aumentar los recursos para el sector educativo, pensemos qué es lo que se va a hacer con ellos. Le puede interesar: El humo de la innovación