En la vida, al igual que en los procesos productivos, para llegar a un resultado concreto se requiere de un input, un proceso y un output. Desde los negocios se cuenta con proyecciones, planes y mediciones que permiten que este proceso se dé de manera fluida y evitando desperdicios. Pero ¿cuántas veces nos preocupamos por el input y el output de nuestra vida? Cuando hablo de input, me refiero a la alimentación física e intelectual que tenemos. ¿Cómo estamos entonces alimentando nuestro cerebro y nuestro cuerpo, para realmente obtener los resultados que esperamos? Aquí es donde cobra importancia el invertir en el autocuidado, que muchas veces tendemos a dejar de lado por la ansiedad por los resultados.
El input intelectual se refiere a todo aquello que entra en el cerebro y que alimenta la forma en que se piensa y se percibe el mundo. Si el interior es un reflejo del interior, toda aquella información y estímulos que elegimos consumir pueden afectar en gran medida el cómo pensamos y cómo nos comportamos. De vez en cuando es bueno hacer un inventario de todo lo que alimenta su cerebro. Revise el tipo de información, conversaciones, música, películas y televisión que consume. ¿Cómo está funcionando su sistema de filtrado?, ¿cuáles son los nutrientes de su cerebro?, ¿cómo influencia esta alimentación la forma en que ve la vida o en que toma decisiones? Otro elemento fundamental en el input tiene que ver con la práctica espiritual; la meditación, la oración o el silencio son excelentes fuentes de input, dado que la introspección que viene con el silencio ayuda a bajar el estrés, además de posibilitar la creatividad, pues esta se beneficia en gran medida del silencio y la respiración, pues sin una cantidad de oxígeno apropiada, no podemos ser creativos. Pero para lograrlo, es vital estar presentes para permitir la conexión y asociación de las ideas. El output que se tiene del proceso interno puede medirse en términos de energía. En este aspecto, es importante analizar cómo estamos gastando nuestra energía y cómo la dirigimos hacia los demás. Por un lado, vale la pena analizar en qué gastamos nuestro tiempo y si esta asignación responde a las metas que se quieren alcanzar. Si usted tiene un sueño, pero no le dedica el tiempo que se merece, es seguro que muy difícilmente lo podrá lograr. Pero la energía no se mide exclusivamente en actividades, sino en lo que se comunica, viéndolo como el resultado de un proceso. La energía puede enmascarar los mensajes que queremos entregar, pues no siempre los demás están dispuestos o en capacidad de recibirla. Manejar la carga energética es en sí mismo un acto de respeto, cuando se es una persona proactiva, que se mueve con gran velocidad y es cálida con los demás, esto puede llegar a abrumar a otros. De ahí la diferencia entre el ignorar (falta de energía) y el ser muy intenso (entregar energía en exceso).
Cuidar nuestro input y nuestro output es vital para lograr una vida en balance, además de ser el mejor regalo que podemos darnos a nosotros mismos.