Con el positivismo de múltiples vacunas para la covid-19 y los gobiernos usando una política de moda, conocida como ‘Plan Marshall para reactivar la economía‘, estamos ante el comienzo de una nueva década de expansión económica. Sin embargo, dado que las fiestas tienen sus riesgos y algunos pueden terminar pasándola mal, me pregunto cuáles son los que enfrentarán las economías para no repetir el descalabro de los noventa. Los mercados de capitales son mecanismos inequívocos para prever el comportamiento futuro de activos e industrias de la economía. Es por esto que los avances en el desarrollo de una vacuna contra la covid-19, sumados a la construcción de centros de vacunación en el Reino Unido, dan fuertes indicios de un 2021 con expectativas más positivas que las estimadas cuando aún no terminaba el segundo trimestre de 2020. Lea también: 2021 = 2009 Los mercados accionarios continúan presentando un buen comportamiento y acaban de romper lo que, en análisis técnico, se denomina “figura triangular”, un hecho que se interpreta como el comienzo de un nuevo ciclo alcista. Durante el periodo de pandemia, el ahorro de las personas que mantuvieron ingresos llegó a niveles sin precedentes. Solo en Estados Unidos, los bancos vieron los depósitos aumentar en $2 trillones de dólares durante 2020. Un comportamiento similar reportaron los bancos en el Reino Unido en cuanto a depósitos del sector privado, con 1,9 trillones de libras a septiembre de este año, un aumento de dos veces al presentado en los doce meses de 2019. Si bien existe la sensación de que los niveles actuales del mercado accionario están sobrevalorados, principalmente porque este ha tenido 11 años de constante crecimiento, cabe recordar que en el pasado se han presentado dos casos similares en los cuales el mercado accionario se valorizó por dos décadas contiguas. Durante los años 40-50 y los 80-90, se presentaron dos décadas de valorización en las acciones. Observando en detalle el comportamiento de la primera mitad de esas dos décadas, se evidencia que los 11 años que acaban de pasar son muy similares, con un matiz particular para las segundas décadas: los commodities presentaron un liderazgo mayor que las acciones. Por lo tanto, la pregunta del millón es: ¿existe algo que beneficie los commodities durante los próximos años? También le puede interesar: El país de la biodiversidad requiere de un sistema financiero verde Si se han dado cuenta, concurre una nueva moda en la política pública de los gobiernos nacionales y locales, denominada “Plan Marshall para enfrentar la pandemia”. Países en Asia como Corea del Sur, en Europa como el Reino Unido y en Latinoamérica como Colombia, tienen en mente desarrollar grandes inversiones en infraestructura para fomentar el crecimiento económico y la generación de empleo. Si bien los planes varían sustancialmente, dado que unos enfocan todos sus esfuerzos de forma inteligente en desarrollar infraestructura para una realidad basada en el desarrollo tecnológico y las necesidades de sus ciudadanos para trabajar competitivamente en un mercado virtual globalizado, otros tienen una visión un poco menos tecnológica al respecto. Se espera que con las actuales tasas de interés los países tengan acceso a recursos ilimitados de capital para desarrollar sus proyectos de desarrollo, favoreciendo los commodities como materia prima de dicha infraestructura. La gran diferencia entre los próximos 11 años y la segunda mitad de los otros ciclos económicos en los 40-50 y los 80-90, es que todas estas medidas estimadas en los planes Marshall asumen que los recursos estarán disponibles a bajos costos, lo cual, psicológicamente, genera una urgencia de ejecución de política pública que puede aumentar la probabilidad de error en la implementación de las mismas. Me refiero a que muchos gobiernos, en su afán de implementar un Plan Marshall que rápidamente muestre resultados para aumentar su favorabilidad en las encuestas, pueden caer en el error de aumentar el gasto fiscal sin aumentar la productividad de sus economías, reduciendo de esta manera no solo la capacidad de endeudamiento futuro, también la de generar ingresos para pagar esta deuda a la misma velocidad en la que crece el servicio de la deuda. De esta manera, podríamos ver el comienzo de una tendencia alcista en la inflación de la canasta familiar en algunos países, que debe ser evaluada y evitada. Si bien existen todas las bases para evidenciar una nueva década de prosperidad, también hay una forma inteligente de enfrentarla y otra en la cual los gobiernos se dedican a hacer infraestructura vista en los años ochenta (carreteras solo de dos carriles), educación que no da las suficientes herramientas para los empleos del futuro y fomento constante del aumento salarial con subsidios indiscriminados, que terminan echando no solo gasolina a la inflación de la canasta familiar, sino que erosionan la eficiencia y prudencia fiscal. Es por esto que, como todas las modas, hay que ser selectivo y solamente hacer uso de lo que nos quede bien y favorezca el crecimiento económico, no sea que termine la fiesta y nos quede la resaca. Lea también: Brasil y México avanzan en pagos de bajo valor, ¿y Colombia?