Aunque la subjetividad de la belleza parecería innegable (como dijo Confucio, “cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla”, o como dijo David Hume “la belleza está en la mente de quien la contempla y cada mente percibe una belleza diferente”) con frecuencia se ha asumido que a las personas bonitas les va mejor en la vida social, laboral y en sus ingresos.Esta creencia popular, que ha sido apoyada por resultados de investigaciones desde la economía y la psicología, sugiere que los ingresos económicos y las posibilidades de ocupar posiciones laborales más altas de las personas consideradas más bonitas, son mayores que las posibilidades de las consideradas muy ‘feas‘. Sin embargo, los resultados de un estudio publicado en abril 2018 en el Journal of Business and Psychology parecieran desmontar esa creencia. Puede interesarle: Los perros en el retrato familiarEn este estudio de Satoshi Kanazawa, psicólogo evolucionista y experto en psicología social experimental, del London School of Economics and Political Science, y Mary C. Still, de la Universidad de Massachusetts, usaron datos longitudinales de una muestra de 20.000 estadounidenses donde entrevistaron y midieron a los participantes tres veces en el periodo de 16 a los 29 años en relación al atractivo físico. Con las entrevistas se logró determinar que los participantes muchos menos atractivos físicamente (muy feos) en todos los casos ganan significativamente más dinero que los que eran menos atractivos y, en muchos casos, más que los que tenían un atractivo físico promedio. En esta investigación se encontró que los resultados de estudios anteriores quizás llegaban a la conclusión de que los empleados más bonitos ganaban más no porque eran más bellos, sino porque su atractivo físico radica en que son más saludables, más inteligentes y tienen mejores características de personalidad (más conscientes, más extrovertidos y menos neuróticos). Ya anteriormente los atrevidos conceptos emitidos por Satoshi Kanazawa se han popularizado, como ocurrió, por ejemplo, con el que dice que las personas inteligentes tienen más sexo o son más propensas a usar sustancias psicoactivas que quienes tienen un IQ (coeficiente intelectual) menor. A esta conclusión llegó Kanazawa después de una investigación con datos de la empresa británica de juguetes "Love Honey” sobre quienes hacían los pedidos y se encontró con estudiantes de Oxford y Cambridge. También, con datos del National Child Development, Kanazawa comentó que los jóvenes con más alto IQ tienden a consumir más drogas psicoactivas. En ese caso explicó que las personas más inteligentes tienden a estar más abiertas a desafiar su propia estructura mental y por ende, más abiertos a nuevas experiencias. De hecho, de una investigación suya publicada en el año 2010 en el Social Psychology Quarterly y luego desarrollada a profundidad en su libro de 2012 “The Intelligence Paradox: Why the Intelligent Choice Isn‘t Always the Smart One”, se reportó que la inteligencia en jóvenes y en adolescentes aumenta de manera significativa los valores liberales, y el ateísmo, mientras que en los hombres (no en las mujeres) se da mayor valor a la exclusividad sexual (monogamia). Sin embargo, en una entrevista a Kanazawa en The Economist en el año 2012, el investigador explicó que pese a la valoración que tiene la inteligencia general en la vida moderna, dado a que las personas inteligentes tienen un buen rendimiento en casi todas las esferas de actuación, en las más importantes hay un bajo rendimiento, como son encontrar parejas, la crianza de los hijos o incluso hacer y mantener amigos.Puede interesarle: Vehículos autónomos: Otra tecnología que se debe empezar a “manejar”