“No lo veo mal (…) ese proceso que llaman de dolarización, puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía (…) gracias a Dios existe”, dijo Maduro a quien no le quedaban muchas opciones. El Banco Central de Venezuela anunció hace algunas semanas que la economía nacional se había contraído casi un 27 por ciento en el primer semestre del año. La sorpresa no la constituyen los desastrosos números, sino el hecho de que el Banco Central, controlado por el Gobierno, haya dado semejante información. Las plegarias de Maduro a Dios por la existencia del dólar y su intención de oficializar la dolarización en la economía venezolana confirman un hecho palpable: un estudio de la consultora venezolana Ecoanalítica informa que las transacciones en dólares se ubicaron en un 53,8% en los primeros 15 días de octubre, destacándose la ciudad de Maracaibo que registró un comercio de divisas dominado por el dólar en un 86%.
Pero la verdad sea dicha, los chavistas trataron de evitar llegar a la dolarización. En febrero del 2018 Maduro anunció en una remota aldea que Venezuela estaba a la vanguardia de la revolución digital al asegurar que los 5.500 millones de barriles de petróleo que tiene en reserva son el respaldo de una moneda digital llamada “petro” y que esta moneda sería la piedra angular de un plan de recuperación para esta nación sumergida en la crisis. El “petro” debía ser la criptomoneda con la que Venezuela iba a "vencer el bloqueo financiero". Pero, dos años después de su debut, analistas económicos, miembros de la industria de las criptomonedas y muchos venezolanos desconocen la situación real de la criptodivisa. "No existe" o "fue una estafa" suelen ser las primeras respuestas que se obtienen al preguntar sobre el “petro” a expertos en criptomonedas. El motivo: el “petro” está ausente en todas las grandes exchanges o casas de cambio internacionales, esas plataformas digitales como Binance o Coinbase donde los usuarios compran y venden bitcoins, ethers, litecoins o cualquiera de las más de 2.300 criptodivisas que existen en el mercado. El economista venezolano Luis Vicente León, director de la empresa de investigación de mercado Datanálisis, afirma que Maduro está reconociendo "la masificación ‘de facto‘ del uso de las divisas, ante la ausencia de bolívares y la pérdida de funciones del bolívar como moneda de intercambio”. En otras palabras, "como en todas las economías que son rebeldes” los ciudadanos "han ido emigrando" hacia la utilización de los medios económicos que están disponibles. Asimismo, el experto indica que la llamada ‘dolarización informal‘ actual no es más que "el uso de divisas para crear burbujas” para subsistir, que "sí sirven como una válvula de escape en una economía cerrada”. Algo que conviene a Maduro porque "en el lado formal de la economía él se encuentra con una pared, que son las sanciones y el aislamiento”. En este sentido, que un sector de la población que tiene moneda extranjera en su poder pueda realizar transacciones con ella permite "garantizar cierto nivel de actividad y esquivar las sanciones estadounidenses”.
La historia ha demostrado que las economías socialistas fracasan. En su medio idiota intento de formar sociedades igualitarias y prósperas, lo que logran, como dijo Churchill, es “la repartición igualitaria de la miseria”. La China, para sobrevivir, adoptó hace cuatro décadas el capitalismo. A los chavistas no les ha quedado más remedio que dolarizar la economía. Si, como dijo alguna vez el poeta Charles Caleb Colton: "La imitación es la forma más sincera de adulación", el socialismo admira infinitamente al capitalismo.