3G es un fondo de ‘private equity’ brasileño que es copropietario, principalmente con Warren Buffet, de Burger King, InBev (el mayor fabricante de cerveza del mundo, que incluye dentro de su portafolio a Bavaria), Burger King, Heinz (el fabricante de salsas de tomate y otras especies), y hace unos tres años de Kraft (otro gigante de la alimentación estadounidense). Su fundador y máximo directivo, Jorge Paulo Lemann, es un ex jugador profesional de tenis que participó en Wimbledon. De 75 años, este financiero suizo brasileño, nacido en Río de Janeiro, tiene una fortuna de 25.000 millones de euros (US$29.000 millones), según la revista Forbes. El modelo de 3G es (¿o era?) relativamemnte sencillo: comprar con altísimos niveles de apalancamiendo empresas líderes del sector, generalmente oligopolios, y reducir costos de manera dramática en todos los campos, ya sea de personal o en investigación de mercado. La mano derecha de Lemann, el tambien brasileño Carlos Brito, es conocido en el sector empresarial como el ‘hacha’, apodo que refleja la dedicación casi obsesiva de este ejecutivo y de su equipo por cercenar costos sin misercordia alguna. El modelo del ‘hacha’, sin embargo, está empezando a hacer agua. La posible venta de Maxwell House, una de las principales empresas del mundo en el campo del café procesado, formaría parte de una serie de desinversiones por parte de Kraft Heinz, que está buscando reformar su emporio alimentario. Según informes de prensa, “en días pasados, las acciones del grupo se hundieron en bolsa después de que la empresa anunciase una depreciación de US$15.400 millones en dos de sus principales marcas, Kraft y Oscar Mayer, así como un recorte en su dividendo por acción. Le puede interesar: ¡Es la hiperinflación, estúpido! En un año, el gigante alimenticio ha perdido el 49,61 % de su valor en el mercado. Según las cuentas dadas a conocer la pasada semana, Kraft Heinz tuvo un pérdida neta de US$12.608 millones solo en el cuarto trimestre de 2018, frente a la ganancia de US$8.003 millones en el mismo periodo de 2017. En los últimos años, el grupo alimentario ha sufrido ante el retroceso de algunas de sus marcas más conocidas como Oscar Mayer o Velveeta, con los consumidores cada vez menos interesados en comidas envasadas y con una mayor competencia. El mercado de la cerveza a nivel mundial ha estado diminuyendo desde el 2009. La tendencia no es un buen augurio para InBev, la cervecera más grande del mundo, que obtiene el 30% de sus ganancias operativas en América del Norte, donde no ha podido revertir la caída de sus marcas principales Budweiser y Bud Light. Los volúmenes de cerveza siguen cayendo, según cifras del mes pasado del Instituto de la Cerveza, la asociación de comercio estadounidense que representa a las grandes cerveceras. La cerveza convencional en EE.UU. ha estado perdiendo terreno ante las cervezas artesanales más caras, pero la cerveza en general ha ido perdiendo terreno ante las bebidas espirituosas, especialmente el whisky irlandés y estadounidense. Todo parece indicar que el modelo del ‘hacha’ no es suficiente para mantener las empresas a flote. Desconocer los cambiantes gustos del consumidor y las aleatorias tendencias de los mercados, concentrándose exclusivamente en las reducciones draconianas de costos y en la elevación temeraria del apalancamiento financiero, puede tener un precio demasiado alto a futuro. Wall Street se ha dado cuenta de ello y ha sido tan implacable, como lo es Carlos Brito con los costos, en castigar las acciones de la inmensa mayoría de las inversiones de 3G. Le sugerimos: De Monómeros y de la encrucijada rusa