Ellos introdujeron el enfoque de capacidades humanas, así como la posibilidad de mejorar la calidad de vida de las personas. Además, este enfoque dio origen a las mediciones multidimensionales de pobreza que concretaron entre otros Sen, Sabina Alkire y James Foster, que hoy se realiza en más de 50 países, entre ellos Colombia. El enfoque también subrayó, desde sus inicios, la necesidad de un mayor esfuerzo por articular la filosofía con la economía con el propósito de lograr que una sociedad sea sensible a la situación particular de las personas y a la búsqueda real de mayor justicia social. La preocupación inicial de Sen, luego compartida por Nussbaum, fue responder a la pregunta sobre cómo los países pueden crecer su economía y su riqueza, como sucedió en Suráfrica y ha sucedido en Colombia (o cómo puede un país tener un sistema con una alta participación política como sucedió en la India), pero a la vez, mantener a millones de personas viviendo con toda clase de desigualdades, de discriminación contra las mujeres y con otros grupos sociales, y de privaciones sustanciales que afectan la realización de una vida con duración normal. Hechos sociales que aún suceden y que no permiten el desarrollo de una vida humana digna y significativa para sí misma, para sus familias y para la sociedad.
En el proceso de encontrar nuevas formas para medir el desarrollo humano, Sen y Nussbaum utilizaron el enfoque de capacidades para poder comparar las calidades de vida de las personas, donde la capacidad se vincula a la libertad de poder elegir qué vida se quiere, para lo que resulta trascendental preguntar y buscar respuestas sobre ¿qué es capaz de hacer y de ser cada persona? En palabras de Nussbaum, en el libro Crear Capacidades: las capacidades “son lo que Sen llama “libertades sustanciales” un conjunto de oportunidades (habitualmente interrelacionadas) para elegir y actuar…La capacidad de una persona hace referencia a las combinaciones alternativas de funcionamiento que le resulta factible alcanzar”. La capacidad viene a ser, por lo tanto, una especie de libertad real, que le permite a la persona elegir las mejores opciones al combinar entre las facultades personales y las oportunidades institucionales alcanzadas o acordadas en el entorno político, social y económico. La propuesta de Sen y Nussbaum insiste en la aplicación de principios morales a la esfera de la economía y de las relaciones políticas, pero también, al igual que Rawls a la forma como las instituciones políticas y sociales distribuyen deberes y derechos al interior de la sociedad. Ellos, junto a Rawls y otros, lograron que, respetando al individuo como persona y no en su función utilitarista, a finales del siglo pasado, adquirieran, para el desarrollo del capitalismo, una renovada importancia las discusiones sobre las injusticias y las desigualdades sociales, vinculadas al escaso desarrollo de las capacidades humanas. Las capacidades humanas no vienen en el ADN de las personas, estas se desarrollan y se adquieren, pero se requieren unos mínimos, que hoy los países tienen entre sus variables de calidad de vida como planear los hijos, garantizar los nutrientes necesarios durante el embarazo, cuidar y atender la salud de las personas y de manera central la educación. En este punto la educación y el rol del Estado es central, dado que a través de las políticas públicas y las instituciones se puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas, es decir, lograr que ellas tengan mejores capacidades para el hacer y el ser y para concretar una vida digna a partir de sus preferencias. Nussbaum ha llamado la atención sobre lo importante que es la educación para el desarrollo de la lista de 10 capacidades (en este punto se separan Nussbaum que prefiere proponer una lista única de capacidades, frente a Sen, quien propone hacer una lista para cada ocasión). Nussbaum sostiene que “para poder utilizar los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento, y hacerlo de un modo verdaderamente humano, se requiere un modo formado y cultivado por una educación adecuada que incluya (aunque ni mucho menos esté limitada a) la alfabetización y la formación matemática y científica básica”. También, en términos de Nussbaum, se requiere de una educación que forme para la realización de una vida humana con duración normal y que merezca la pena vivirla; una vida con salud e integridad física plena; una vida con emociones que permita sentir apego a cosas o personas externas a nosotros mismos, amar a quienes nos aman y que nos duela su ausencia, inclusive sentir indignación por causas justificadas y defender las formas de asociación humana que nos posibilitan la vida con mayores capacidades.
Así mismo, una vida con razón práctica que permita tener una concepción del bien y la planeación de la vida; una vida que nos permita vivir con y para los demás, reconocer e imaginar la situación del otro, que se nos trate como seres dignos, que nos respetemos nosotros mismos y no nos humillen, en donde seamos seres humanos con igual valía que los demás; una vida donde podamos reír, jugar y disfrutar de actividades recreativas; y una vida donde participemos de manera efectiva en las decisiones políticas que nos gobiernan, donde se respete la libertad de expresión y asociación; y una vida respetuosa de los animales, las plantas y el mundo natural. Lo anterior explica por qué en el discurso de Nussbaum en la Universidad de Antioquia ella insistió en rescatar las humanidades y las artes porque están siendo eliminadas, tanto en la educación básica como en la educación técnica y universitaria, en casi todas las naciones del mundo. La calidad de vida para fortalecer las capacidades humanas y la libertad y la democracia que garantizan el funcionamiento de las capacidades necesitan de la formación en humanidades (sin ir en contravía de la ciencia) para formar ciudadanos reflexivos, críticos y conscientes de la interdependencia entre los seres humanos y de las injusticias que aún no somos capaces de superar y que hoy ponen en duda la vida y el progreso humano.