Hace unas semanas, el Foro de Desarrollo de China hizo expresa su petición en cuanto al esfuerzo para impulsar la colaboración y la integración económica, en el marco del evento “Recuperación económica y cooperación internacional en la era pospandemia”. Si bien el mundo está afrontando desafíos de talla mundial, las soluciones son de la misma naturaleza. El crecimiento económico de la Unión Europea ya se ha desacelerado y es de esperar que muchos analistas ya anticipen la misma suerte para Estados Unidos y China. No obstante, uno de los temas fuertes de análisis que tienen estas regiones es el potencial de integración comercial a nivel mundial, para marcar un sendero más sólido de recuperación. De nuestro lado, América Latina siempre ha tenido una respuesta bastante tímida en la medida en que, por ejemplo, las exportaciones limitan la posibilidad de crecer a través de la demanda externa y, en paralelo, resulta un espacio fiscal muy limitado que no da un potencial de estimulación a la demanda interna. Al respecto, el Banco Mundial consolidó un documento de investigación sobre la integración comercial como un camino hacia el desarrollo. Allí, evalúa toda la evolución económica de la región y considera las perspectivas en el comercio internacional para toda América Latina. Aunque se manifiestan algunas diferencias entre los países de subregiones del Caribe y el Pacífico, es posible hablar de un panorama genérico marcado por la recesión y la inestabilidad macroeconómica. No obstante, el documento genera una controversial visión de la situación al considerar que la desaceleración podría ser, parcialmente autoinfligida por el reacio crecimiento de la región, en un entorno internacional que pudo aprovecharse con diversas desviaciones del comercio. Asimismo, se ha mostrado una ligera evolución de los términos de intercambio para América Latina, aunque varían de región en región. Por ejemplo, para Colombia los términos han ido mejorando, pero se han mostrado con una alta volatilidad; por su parte, México, que vendría siendo la segunda economía más grande de la región, es el único país grande que ha tenido un deterioro constante en los términos de intercambio. Pero, aunque se ha visto una mejora en los términos de intercambio, y hasta se mostró una mayor competitividad por la depreciación del tipo de cambio, las exportaciones o se estancan o llegan incluso a decrecer. ¿Qué nos sucede? ¿Por qué tenemos una baja exposición al comercio internacional cuando se nos presentan algunas condiciones favorables para potenciar las exportaciones? Le puede interesar: Medidas empresariales para adoptar ante una crisis Actualmente, el índice de apertura de Latinoamérica es de casi el 42%, siendo así la región menos abierta en comparación con Asia del Sur y África Subsahariana. El avance tecnológico ha permitido la reducción de costos de transporte y aumentó el comercio mundial, tanto de bienes como de servicios. La geografía no es excusa con el desarrollo de motores de aviones de reacción o el uso de grandes contenedores para el transporte marítimo. En el análisis de los índices de apertura, el estudio reveló que los países que están más distanciados del Norte no están necesariamente menos abiertos que aquellos que están más cercanos a las economías avanzadas. La variación en la apertura interregional está lejos de explicarse por causas geográficas. En relación con la participación en cadenas globales de valor, otro índice que resulta complementario, solo México tiene empresas involucradas simultáneamente en la exportación y la importación, siendo estas más de un 20% de todas las empresas que participan en el comercio exterior. Para el resto de los países de la región, la proporción no supera el 15% lo que dice que las conexiones de producción aún se mantienen limitadas. Otra de las razones equivale a las políticas comerciales restrictivas que hacen a nuestra región una de las más proteccionistas. Adicionar barreras arancelarias y no arancelarias indiscriminadamente a todos los sectores de la actividad económica, es un obstáculo que a muchas empresas les cuesta superar. Es el hecho de tener que cumplir con un montón de requisitos cuando no se tienen los recursos ni las facilidades necesarias. A veces el problema son los altos aranceles, pero también lo son los extensos requisitos, como los fitosanitarios en el agro, o criterios logísticos. Bajo el conteo que realiza la Organización Mundial del Comercio (OMC) del número de acuerdos preferenciales firmados por país, pareciese que Latinoamérica está lo suficientemente integrada a la economía mundial. Sin embargo, por más número de acuerdos, la mayoría de estos son interregionales. De los 441 acuerdos bilaterales firmados en la región entre 1973 y 2017, el 83% de estos son entre países de la región. Un punto importante que nos pone en una clara desventaja frente al comercio internacional. Y podría pensarse que, con la gran cantidad de acuerdos que aún existen entre los países de nuestra región, algo altamente provechoso podría salir de ahí. De hecho, las exportaciones regionales solo representan el 40% de las exportaciones totales, cuando la Unión Europea alcanza un 75%. Poder comerciar con países que tienen ventajas comparativas, contribuye al crecimiento, productividad y a un proceso de reestructuración que estimula a los países a hacer mejores cosas y de mejores maneras para tener una oferta distintiva. Infortunadamente, por así decirlo, para poder exportar más es necesario importar más. No cabe duda de que la integración guarda la clave para un crecimiento económico más rápido, pero para ello es necesario mirar más allá del ombligo de nuestra región. Le puede interesar: Reestructuración económica y comercial: nuevos retos