A continuación, veremos algunas de las bondades de las ideas de Kiyosaki y unas observaciones que ayudarían a expandir este enfoque que es estrecho y reducido, para así proponer uno más amplio sobre la manera como gestionamos nuestras finanzas personales.   ¿Cuáles son las verdades de Kiyosaki? En la vida todas las personas aspiramos a tener bienes que nos permitan tranquilidad, comodidad y, sobre todo, compartirlos con nuestros seres queridos. Por esta razón es ingenuo y poco práctico creer que el dinero y los medios materiales no son útiles para una vida mejor. Sin embargo, se trata de entender que el fin y fundamento de la vida no se asienta sobre las posibilidades que el dinero otorga como el consumo o la satisfacción instantánea que brinda el crédito. Por el contrario, el fin de la vida abarca muchos más ámbitos como las dimensiones personales, espirituales, familiares y sociales. Kiyosaki condena las deudas malas, es decir, aquellas que no producen activos y son simplemente gasto y consumo. Kiyosaki explica que el endeudamiento es el peor cáncer de la vida moderna porque acaba con el tiempo de la persona y genera una gran insatisfacción al descubrir que el trabajo futuro estará empeñado hasta que no se paguen las obligaciones, las cuales generan una especie de servidumbre. Las deudas no solo producen crisis económicas, sino que nos obligan a permanecer en un trabajo que no nos gusta y, sobre todo, menoscaban las relaciones de familia y también las matrimoniales. En síntesis, constituyen una gran fuente de infelicidad. Trabajo arduo y austeridad generan una consecuencia y es la acumulación de la riqueza, que se expresa en los activos. Y es en este sentido que Kiyosaki logra descifrar la clave de la seguridad y prosperidad económicas: posesión de bienes materiales. Dicho en otras palabras, significa el rechazo de Kiyosaki del gasto inútil en tarjetas de crédito, hipotecas e intereses bancarios y, por el contrario, fomenta la cultura de las inversiones y la adquisición de activos productivos. Conclusión Vista la popularidad de este escritor norteamericano y conocidas las raíces de sus ideas, resta decir que lo importante con respecto a nuestra postura personal frente al capitalismo actual y a la manera cómo manejemos nuestras finanzas está en no caer en el individualismo antropológico que busca la riqueza como un fin en sí mismo. Igualmente, no debemos quedar capturados por el consumismo y el materialismo en el que olvidamos nuestras responsabilidades con el medio ambiente y con los más necesitados. Por estas razones, consideramos que las palabras de Andrew Carnegie (1835-1919), el gran héroe empresarial de la industria del acero de los Estados Unidos del siglo XIX, tienen hoy mucha vigencia: “la obtención de riquezas era una de las peores formas de idolatría: ningún ídolo es más degradante que el dinero”, porque para Carnegie “el único motivo decente que justificaba la producción de la riqueza era la mejora de la humanidad” (Johnson 2007).  Lo anterior nos lleva, necesariamente, a la reflexión sobre la importancia de la creación y la distribución de la riqueza como un imperativo para el mejoramiento de nuestra sociedad. Por estas razones, en consultorías, juntas directivas y como profesor de INALDE Business School, resalto que el gran reto que tenemos quienes estamos al frente de las empresas y organizaciones es aprender del pueblo norteamericano en materia de filantropía, pues gracias a la generosidad como principio de vida florecieron universidades, hospitales, museos y, principalmente, la investigación científica, lo cual constituyó un gran aporte para el desarrollo de la humanidad. Cabe destacar a los filántropos bostonianos quienes -más allá de sus propios y estrechos intereses- mediante donaciones y filantropía hicieron de Harvard la mejor universidad del mundo. Por lo tanto, una visión más amplia de la propia gestión de las finanzas personales se resume en tres imperativos: más generosidad con los demás que se expresa en una expansión de la filantropía empresarial, mejor relación con el medio ambiente y, especialmente, menos consumismo como demostración de nuestra posición y estatus social. Después de leer a Kiyosaki nos queda la responsabilidad de convertir esas ideas sobre el éxito económico en iniciativas sociales que ayuden a superar nuestro propio egoísmo y descubrir que la sociedad colombiana requiere más visión colectiva y menos héroes individuales que solo buscan maximizar su propio interés.