Los neohumanos existen para las ciencias sociales y de la administración desde hace varias décadas, con Maslow a la cabeza y su pirámide de necesidades, quien a través de la escuela del ‘neohumano relacionista’ se dedicó a comprender el comportamiento de las personas en los entornos laborales. Sobre este tema tuve la oportunidad de conversar con los líderes de Automation Anywhere, compañía especializada en la automatización robótica de procesos (RPA), en el marco del ‘Congreso de Fuerza de Trabajo Digital’, y entender cómo los sistemas autónomos aún no lo son tanto, al punto que todavía no están en posición de anular por completo el valor de lo humano en los entornos laborales, aunque sí tienen el potencial de quitarle la pesada carga operativa, abriéndonos las puertas al idílico paraíso de las ideas y del arte de pensar. Entonces llegamos a los neohumanos de la filosofía, donde se entiende cómo la evolución espiritual de las personas las lleva a ‘ser uno con el universo’, para realizar la misión de su existencia. Algunas visiones futuristas proyectan un momento de ‘nueva Atenas’ para la humanidad, donde las máquinas se ocuparán de las tareas que hacen posible nuestra existencia, mientras nosotros estaremos dedicados a la reflexión y la elevación del ser – un futuro así suena tan perfecto que no me genera confianza –. Sabemos que hasta en el universo de los cómics de Marvel existen los neohumanos, entendidos como una vertiente con trazas mutantes, en la que cada uno de ellos es un ser único que se adhiere a múltiples comunidades por su afinidad de intereses. La idea viene de la ficción, pero se parece mucho a lo que sucedió con los orígenes de la web 2.0 y las comunidades de Yahoo! Le puede interesar: Tecnología con empatía: el monzón que atrapó a Microsoft Cortesía de lo digital y las nuevas formas de interacción que se derivan de ello, se reaviva el interés por preguntarnos quiénes somos en un mundo cada vez más consumido por máquinas que nosotros mismos programamos. Resulta que pensar en lo neohumano es repensar nuestro papel en el mundo. Volviendo a la cifra de entrada, el estudio de tendencias de consumo digital que presenta Ericsson cada año resulta ser ilustrador sobre esta nueva humanidad – o por lo menos abre las preguntas por lo que entenderemos sobre el ser-humano–. Algunas cifras son reveladoras, como un 34% de los encuestados a nivel global que cree que las habilidades de pensamiento crítico serán asumidas por los asistentes virtuales y, en consecuencia, 31% cree que necesitaremos ‘gimnasios mentales’ que nos ayuden a ejercer estos procesos. Así mismo, 45% de las personas preferiría a una inteligencia artificial como guardiana de sus secretos; 42% cree que los teléfonos inteligentes los entenderá mejor que sus amigos; y 41% considera importante tener asistentes virtuales que ‘piensen similar’ al de su pareja para mejorar sus relaciones. Le sugerimos: Teletrabajo: ¿resuena pero no pega? ¿Qué es lo que nos hace humanos hoy y qué es lo que entenderemos por humanos en el futuro cercano? Al parecer la idea del neohumano digital equivale en simultánea a la extensión y la reducción de nuestro papel como individuos y seres sociales. Biológicamente proyectamos intervenciones del ADN; fisiológicamente ya hemos visto el reemplazo de órganos y miembros por versiones más funcionales impresas en 3D; racionalmente nos vemos consumidos en las pantallas y éticamente nos dejamos llevar por la marea de datos que no siempre diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. Para aderezar con picante la receta, el futuro diseñado por la ciencia ficción está cada vez más cercano y resulta que el factor tiempo también se hace un recurso finito. Las generaciones que convivimos todavía estamos en el debate entre migrantes y nativos digitales, pero las que están llegando parece que literalmente vendrán con el chip. ¿Qué tanto habrá de neo y qué tanto de humano en nosotros?, y ¿qué tanto de lo uno o de lo otro será lo mejor para nuestro futuro como sociedad digitalizada?  Lea también: Mi USB es el cerebro de un pez