Muchas personas se preocupan tanto por su situación financiera que buscan desesperadamente liquidar sus deudas, a veces sin importar el costo. De hecho, para pagarlas llegan a recurrir a medios de préstamo informales que cobran tasas iguales o superiores a la tasa de usura (la tasa de interés máxima que puede cobrarle por ley una entidad). Así que, si usted es de estas personas, deténgase. ¡Es posible salir de deudas sin morir en el intento! Precisamente, productos como las tarjetas de crédito o los préstamos de consumo tienden a rozar la tasa de usura del 28,98% efectivo anual (E.A.) dada la alta demanda que tienen los clientes sobre estos, porque son útiles para sus compras ordinarias y extraordinarias cuando no disponen de buenos ahorros o de ingresos altos. Y aunque estas tasas son de las más altas en el mercado, aún existen personas que consideran como opción pagar a prestamistas ilegales, que cobran tasas cercanas o superiores al 60% E.A., dadas las facilidades que tienen de acceder a estos créditos, frente al montón de requisitos que tienen que cumplir en una entidad bancaria. La diferencia en costos es abominable.
La realidad es que actualmente son muchas las personas que no tienen un conocimiento pleno de la cantidad real que terminan pagando a medios informales, pero la necesidad hace de las suyas. En algún punto, las deudas y los gastos pendientes son factores que empiezan a ser más sofocantes con el paso del tiempo, llevando a que cientos de familias empiecen a adoptar prácticas poco beneficiosas como adquirir nuevas deudas para pagar deudas que ya tienen. Este es un círculo vicioso que pone a tambalear la estabilidad financiera de muchas familias colombianas, especialmente a familias de los estratos más bajos. Diversos estudios de la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes afirman que casi el 40% de las operaciones crediticias se realizaron para los estratos 1 y 2. Y esto solo contando entidades financieras. Por su parte, estimaciones de DataCrédito Experian concluyen que cerca del 80% de las personas que realizan solicitudes de crédito tienen menos de dos salarios mínimos. Lo bueno para ellos es que el 92% de sus reportes son positivos; lo que indica que 9 de cada 10 colombianos, que acceden exitosamente a un crédito, resultan ser buena paga porque tienen a su cargo deudas que pueden respaldar. La pregunta está en si realmente las respaldan con ingresos o con más deuda (sea formal o informal).
Asimismo, no para de crecer la disparidad en la relación ingreso-deuda para los estratos más bajos frente a los estratos más altos, ya que las personas con mayores ingresos no se enfrentan a las mismas limitaciones en su capacidad de pago, o simplemente tienen la posibilidad de realizar planes de ahorro que les evita tomar créditos para realizar sus compras. Sin embargo, una persona de bajos ingresos no tiene las mismas ventajas ni posibilidades y los préstamos se hacen la opción más viable. El problema es que cuando las deudas se acumulan forman un caos financiero para estas personas. Las constantes necesidades de financiamiento de los estratos bajos van desde la financiación de bienes como una casa propia, hasta las preocupaciones recurrentes por temas como la financiación en temas de educación, el daño de un electrodoméstico necesario, la necesidad de cubrir tratamientos médicos no cubiertos por su sistema de salud, o incluso unas vacaciones por alguna ocasión especial. Todos son criterios válidos que les hacen tener que recurrir a algún sistema de financiación, y la oferta de crédito “legal” no da respuesta a todo ello. En varios sistemas financieros, especialmente en países de Europa, se obtienen los préstamos más flexibles, y realmente adaptables a las necesidades de la demanda. Estos sistemas saben que de las pequeñas necesidades de sus clientes también pueden obtener buenas rentabilidades bajo un método de gana-gana para no afectar su calidad de vida. Así, sus tasas de interés son las que varían según la situación de cada cliente. En Colombia se habla mucho de la necesidad de una mayor inclusión y educación financiera, pero no se establecen condiciones de financiación que sean atractivas para diversos perfiles. No se consolida un marco de acción viable que conlleve a una mayor atracción hacia el sistema financiero actual. Si los productos que ofrecen no cubren la necesidad requerida o simplemente se estancan en pedir un 2,1% mensual que no puede pagar una persona, son opciones que, o no sirven o, afectan a la demanda cuando no tienen más opción que tomarlo.
Y ante la necesidad del dinero, muchas personas se endeudan sabiendo - o a veces no - que su ingreso actual no les da para pagar. ¿Y qué toman por opción? Sacar más plata prestada para intentar darle un manejo a sus deudas actuales. Sin embargo, pagar deuda con más deuda es una práctica que perjudica la libertad y salud financiera de cualquier persona. Mejor sea consciente de sus ingresos, intente adoptar planes de ahorro y si no tiene otra opción que endeudarse, sea precavido en elegir a quien acude por sus préstamos. Ahorrarse el papeleo y estudios de su capacidad crediticia puede salirle el doble de caro.